Las horas de Aeroparque están contadas

La tragedia del avión de LAPA seguramente acelerará los trámites para el cierre del aeropuerto porteño. En juego están las millonarias inversiones que significará el traslado a Ezeiza.

BUENOS AIRES.- La jugada estratégica de Aeropuertos 2000 para evitar un desembolso de 1.000 millones de dólares fracasó. Tras el trágico accidente aéreo del martes, pocos dudan que las horas del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires están contadas.

Según las negociaciones previas a la concesión que dejó 33 aeropuertos en manos de la empresa de Eduardo Eurnekián, la adjudicataria tenía que cerrar Aeroparque concentrando todos los vuelos en Ezeiza.

Pero poco después del otorgamiento, se convino con ORSNA (organismo regulador encabezado por el ex juez de la Corte Suprema, el hipermenemista Rodolfo Barra) dejar habilitado el aeroparque metropolitano hasta el 2005, y recién después de esa fecha restringir su funcionamiento para vuelos de cabotaje que no vayan más allá de Córdoba. De ese modo, la empresa de Eurnekián se ahorraba 700 millones de dólares, el costo estimado de una reforma integral del aeropuerto de Ezeiza.

Una fuente inobjetable, que estudió el tema con una singular dedicación, señaló a esta agencia que en las conversaciones entre Barra y Eurnekián, este habría hecho pesar una relación personal con el senador Eduardo Menem. Sin embargo, el hermano del Presidente fue ayer uno de los más categóricos en reclamar que «por una cuestión se sentido común, el Aeroparque no debe estar en una zona tan poblada. Yo lo sacaría cuanto antes», sentenció.

Un dato evidencia el cuestionamiento del que viene siendo objeto el aeropuerto capitalino. En 1994, la consultora Airways Engineering Co, contratada -para avanzar en la privatización de los aeropuertos-, por el entonces ministro de economía Domingo Cavallo, fue lapidaria.

Afirmó que «si se aplican todas las recomendaciones de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), los vuelos permitidos en Aeroparque serían menores a la mitad». Y como conclusión aconsejaba «unificar todo el tráfico aéreo en el aeropuerto de Ezeiza».

A tal situación se le suma el agravante de que en el último lustro el tráfico aéreo se incrementó en forma exponencial.

Entonces ¿por qué, hasta ahora, no se insistió lo suficiente para alejar el tráfico aéreo de un lugar tan peligroso?

Mucho tiene que ver «la presión» de los legisladores del interior y de los usuarios en general que «quieren estar en el centro en diez minutos», señalaron algunos analistas, entre ellos Germán Sopeña, en un artículo publicado en la víspera en la tapa de «La Nación». Mientras tanto, desde otro ángulo, se replica que «en realidad, influyeron políticos, empresarios y lobbistas», interesados en no modificar un status quo que se mantiene desde hace varias décadas.

Pero más allá de los antecedentes, el luctuoso siniestro del avión de LAPA tendrá un efecto evidente, sintetizado por distintas fuentes parlamentarias consultadas por «Río Negro»: «Es el fin de Aeroparque. Las obras en Ezeiza tendrán que agilizarse, u optarse por la variante de una aeroisla. Obvio, es algo que va a llevar un tiempo, pero ya se puede comenzar derivando los vuelos civiles privados.»

Hay quienes dicen que derivar todo el tráfico a Ezeiza no es la solución por la falta de infraestructura (hacen falta trenes de alta velocidad, o ampliación de autopistas) para trasladar a casi 12 millones de pasajeros al año.

El ex presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, Julio Kesselman, no se mostró partidario de clausurar Aeroparque: «Hay que remodelarlo y trasladar a Ezeiza los vuelos que no son de cabotaje».

Subrayó a «Río Negro» que en el accidente de anteayer no tuvo nada que ver la ubicación de aeroparque: «Fue un problema de turbinas, para un 737 sobra la pista de Aeroparque. Existe un problema de seguridad, en muchos aspectos, a tal punto que el año pasado se incendió la torre de control».

El especialista destacó que son innumerables las pistas de aterrizaje que están enclavadas en el medio de la ciudad. «El de San Pablo, el de Barcelona, el de la Guardia en New York están en medio de la ciudad y el de Ginebra sobre una montaña, en otros los trenes pasan al lado.»

«Lo que no se puede -agregó el experto-, es permitir que haya estaciones de servicio alrededor de un aeropuerto».


BUENOS AIRES.- La jugada estratégica de Aeropuertos 2000 para evitar un desembolso de 1.000 millones de dólares fracasó. Tras el trágico accidente aéreo del martes, pocos dudan que las horas del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires están contadas.

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