Cómo es el insecto “caballito”, un recolector de madera y maestro del camuflaje
Las comunidades indígenas Selknam en Tierra del Fuego lo consideraban como un animal sagrado. Qué saben hoy los científicos del Conicet sobre la especie nativa.
En la Patagonia austral hay un insecto nativo tan raro que recibe nombres de otros animales más grandes. Le llaman “caballito”, “burrito” o “cabrito”. Su forma y sus hábitos lo convierten en un pequeño misterio de la naturaleza.
Científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), que depende del Conicet, y del Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, recopilaron todas las particularidades que se conocen sobre el insecto en un artículo de la revista de divulgación La Lupa. El nombre científico de la especie es Aegorhinus vitulus.
El “caballito” vive principalmente en los bosques de Tierra del Fuego y Santa Cruz, dentro de Argentina, y en Aysén, Última Esperanza, Magallanes y Tierra del Fuego, en Chile. Prefiere los bosques fríos y húmedos donde crecen lengas y ñires, árboles muy comunes en esa región.
No es agresivo y no puede hacer daño al ser humano o a otros animales con sus pequeñas mandíbulas.
“Cuando se siente amenazado, el Caballito se queda inmóvil y se deja caer al suelo”, contó a Diario RIO NEGRO una de las autoras María Vanessa Lencinas.
“Se hace pasar por muerto, un comportamiento que se conoce como necro-mimetismo”, agregó. También tiene unas almohadillas que le permiten al insecto adherirse a diferentes superficies.
“Por eso, puede caminar colgado en la parte de ramas y hojas”, aclaró la experta que escribió el artículo junto con Jacobo Martín De Nascimento y Francisco Solá.

Cuando el insecto se mueve, los pelos amarillos que tiene (y que solo son visibles al microscopio) lo ayudan a sentir su entorno y evitar obstáculos pequeños. Sus antenas son relativamente cortas y gruesas. Le permiten explorar, buscar alimento y comunicarse con otros individuos de su misma especie.
Lo que más llama la atención es su boca extendida en forma de pico largo que le da una figura extraña y simpática. Tanto la hembra como el macho tienen este aspecto, aunque la hembra a veces resulta un poco más grande.
En cuanto a su ciclo de vida, el Caballito pasa por varias etapas. La hembra pone huevos en el suelo, generalmente cerca de la base de las plantas que utiliza como alimento. Los huevos tienen un tamaño muy pequeño y permanecen escondidos durante días hasta que nacen las larvas. Estas larvas son blancas y blandas y roen la madera, que es su alimento. Los adultos en cambio se alimentan de hojas tiernas, frutos y brotes.
Desde hace siglos, el caballito ha tenido un significado especial para las comunidades indígenas de los Selknam. Lo llaman “Kohlah” y lo han considerado como la reencarnación de un sabio o brujo. Por eso, si encontraban uno, lo cuidaban y lo dejaban sobre una rama, nunca lo dañaban ni lo pisaban.
“No se lo considera una especie amenazada o en peligro, pero su supervivencia está íntimamente ligada al bosque y a los árboles que lo conforman”, mencionaron en el artículo.
El rol ecológico principal del insecto caballito está asociado con el reciclado de materia y energía. Por un lado, sirve de alimento a las aves y otros depredadores, como el zorro y el visón. Por otro lado, al alimentarse de la madera, contribuyen a su descomposición. De este modo, el insecto facilita el ingreso de hongos y otros patógenos a través de los orificios.
El insecto Caballito es clave en el ecosistema. Los investigadores advirtieron que hay otras especies que son parecidas al caballito, pero actúan como plagas.
Un caso es del “cabrito del ciruelo” o “de los arándanos” que se diferencia del caballito por ser más pequeño (puede medir hasta 2 centímetros). Esa especie fue encontrada en Tierra del Fuego: atacaba árboles añosos en algunas estancias cercanas a Río Grande.
En otros lugares de Argentina y Chile, el cabrito del ciruelo es considerado dañino no solo en forestaciones, sino también en árboles ornamentales y frutales. Es una especie introducida, muy prolífica y con capacidad de colonización de gran cantidad de hospederos. “Su dispersión es riesgosa para el bosque nativo”, alertaron los científicos.
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