Un aserradero que crece con solidaridad

La cooperativa de El Treinta, en Cipolletti, les da un lugar a chicos en riesgo.

CIPOLLETTI (AC).- El aserradero de la cooperativa El Treinta, que funciona en inmediaciones del paraje que lleva el mismo nombre, continúa fortaleciendo su equipo de trabajo. El proyecto surgió de un grupo de personas desocupadas que juntaban cosas en el basural. Después se organizaron y crecieron. Hace un tiempo incorporaron jóvenes que estaban en situación de calle. El aserradero que comenzó con el esfuerzo de un reducido grupo de personas desocupadas hoy tiene aires “industriales”. En el predio, en donde se instalaron algunas maquinarias, trabajan hombres y mujeres que se empeñan por concretar sus proyectos. “Es muy difícil, no todo es color de rosas, por ahí tenemos muchas complicaciones, pero tratamos de hacer todo lo posible para salir adelante”, contó Elías Castillo, que está a la cabeza de la cooperativa. El grupo de emprendedores les provee de materia prima y cajones a varias empresas de la región. En la actualidad el aserradero beneficia a más de 40 familias, directa e indirectamente. Algunos trabajan en las instalaciones del paraje El Treinta y otros lo hacen en una empresa, produciendo viruta. Durante el último tiempo la cooperativa comenzó a integrar a jóvenes que estaban en situación de calle. Y ahora se desempeñan como carpinteros, manejan las máquinas y hasta arman cajones. “No podíamos dejarlos a la deriva, acá no hay muchos puestos de trabajo, pero teníamos que rescatar a esos chicos”, contó Castillo. A pesar de que en la semana los emprendedores tuvieron algunos inconvenientes con el funcionamiento de una de las máquinas, confían en que una vez más podrán superar los obstáculos y continuar creciendo. Cuando el trabajo se hacía de forma manual, el grupo producía unos 800 cajones por día. Con la incorporación de las maquinarias, el número se incrementó a 1.800 unidades que son transportadas desde El Treinta y tienen como destino grandes empresas comerciales y del sector frutícola. Los integrantes de la cooperativa también armaron una huerta para cosechar y poder llevarse verdura fresca a sus hogares. Algunos además se capacitaron durante el año pasado. Incluso uno de los jóvenes terminó una carrera terciaria y otros aprendieron a leer y a escribir entre las maderas y cajones.

Agustín Martínez


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