Fabio, el artista que deja origamis en los lugares más impensados de Roca
Este hombre de 35 años comenzó a diseñar origamis a través de tutoriales, como forma de combatir la ansiedad ya que no conseguía trabajo. Hoy diseña uno tras otro y los deja en lugares públicos para que la gente los encuentre. Expone en el Museo de Bellas Artes a partir del 30 de agosto.
En una época vertiginosa atravesada por lo efímero, las pantallas y la falta de concentración, una técnica japonesa milenaria pone en juego la destreza, la habilidad y la paciencia. Fabio Plaza, nacido en Salta pero criado en General Roca, se vio seducido por los origamis en un momento de extremo aburrimiento y angustia en el que no lograba conseguir trabajo.
Al desarrollar esta habilidad, los origamis comenzaron a multiplicarse, variaron los motivos, los tamaños y Fabio decidió sorprender a los roquenses dejando sus producciones artísticas en los lugares más insólitos. En ocasiones, el muchacho de 35 años los entrega en mano y otras veces, espera a unos pocos metros del lugar donde los deja, simplemente para ver y disfrutar la reacción de quien los encuentra.
Fabio hace mantenimiento en cuatro viviendas de Roca. Arrancó como ayudante de jardinero y de albañil y poco después, se largó a trabajar por su cuenta. “Me gusta lo que hago: hago el mantenimiento de alguna piscina, del patio, si hay que pintar lo hago. Algún arreglo o incluso, cocinar. Soy multifunción. Solo hay que darse maña”, dice con simpleza.

Su hallazgo del mundo origami surgió seis años atrás. “Estaba aburrido porque no estaba trabajando y recordé que, en primaria, nos habían enseñado a hace grullas (una figura de papel basada en el arte del origami, en la que se dobla el papel sin usar tijeras ni pegamento). Busqué entonces algún tutorial en You Tube«, comenta. En ese momento, encontró la actividad sumamente compleja, pero empezó a buscar otras opciones. Su primera creación fue un gato con una hoja A4.
Al sorprenderlo la cuarentena por Covid-19, encontró en los origamis la forma “de no perder la cabeza”. “De a poco iba viendo videos. Empecé con los animales: focas, ballenas, perros. Como iban saliendo, seguí con plantas y flores y con el origami modular (un tipo de plegado que utiliza muchas hojas de papel) que usa varios módulos que se van encastrando», advierte.

Su aprendizaje fue acompañado de todo tipo de papeles y de colores. Empleó papeles de diario, e incluso cartulinas. Arma origamis en su casa, o al mediodía cuando sale del trabajo o bien cuando viaja en colectivo. Siempre que tenga una hoja de papel a mano. Es inevitable. Cuando no los hace, busca videos tutoriales de origamis que todavía no haya visto. “Más de una vez los dejo en el lugar para que la gente se los lleve a modo de regalo. Los he dejado en confiterías, librerías, plazas, en paradas de colectivo”, afirma y reconoce que disfruta la reacción de quien lo encuentra y se lo lleva.
Asegura que la creación más compleja fue días atrás con el origami de un perro salchicha de apenas un centímetro y medio. “Cuanto papel pasa por mis manos se convierte en un origami. Fui haciendo modelos más grandes y sofisticados. Cuando uno arranca con todo esto, no le sale bien. Tuve que tirar más de uno. Pero llegué a hacer un origami de 32 módulos negros, 32 naranjas y 32 amarillos: todo incrustado. Es como una flor”, señala.
En el último tiempo, Fabio conoció a dos mujeres que se juntan los miércoles con la excusa de hacer origamis y decidió sumarse. Esa rutina se convirtió en un momento de charla, compartir alguna bebida como así también la pasión que los vinculó.

A Fabio le consultan si da talleres y más de una vez, le han encargado determinados motivos. Para Halloween, por ejemplo, le pidieron arañas. A partir de 30 de agosto, a las 20, participará, junto a otros artistas, en una exposición en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Sánchez” en Roca.
“La idea es que la gente pueda ver que con el papel se pueden hacer muchas cosas. Que conozcan el origami. En mi caso, me despeja de todo, es mi terapia y me saca el estrés ya sea haciendo algo diminuto o algo más grande. Demanda mucha concentración, aprender bien cómo es el doblez. Es mi mundo. Mi mundo de papel”, define.

Los beneficios del origami
El origami, aseguran los especialistas, pone en marcha los dos hemisferios del cerebro: el izquierdo que es el que se relaciona con la capacidad del habla y la escritura y, el derecho que se relaciona con la capacidad de expresar emociones y la comunicación no verbal.
Esta actividad además potencia la creatividad ayudando a mejorar la concentración, reduce el estrés y la ansiedad. Actualmente el origami es usado en personas con déficit de atención, pacientes psiquiátricos y en terapias ocupacionales.
En una época vertiginosa atravesada por lo efímero, las pantallas y la falta de concentración, una técnica japonesa milenaria pone en juego la destreza, la habilidad y la paciencia. Fabio Plaza, nacido en Salta pero criado en General Roca, se vio seducido por los origamis en un momento de extremo aburrimiento y angustia en el que no lograba conseguir trabajo.
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