Doble femicidio en Córdoba: la interpelación pública que surge detrás del espanto de Laurta

El uruguayo Pablo Laurta, investigado por el crimen del remisero Matías Sebastián Palacios y los homicidios de Luna Giardina y Mariel Zamudio, ya sabe que no tiene escapatoria judicial tras el escalofriante raid delictivo que protagonizó durante la semana pasada.

El uruguayo Pablo Laurta, investigado por el crimen de un remisero y un doble femicidio en Córdoba, ya sabe que no tiene escapatoria judicial tras el escalofriante raid delictivo que protagonizó durante la semana pasada.

La fiscal de Concordia, Entre Ríos, Daniela Montagie, este miércoles lo tuvo por primera vez frente a frente. Bajo estrictas medidas de seguridad, fue trasladado desde su lugar de detención hasta la fiscalía, donde en presencia de un asesor letrado, no se inmutó y permaneció callado. Tras oír que está imputado por el homicidio calificado del remisero Matías Sebastián Palacios, a través de su abogado dijo que se iba a abstener de declarar. Antes, cuando salía de la celda y era subido al convoy policial que lo iba a trasladar, alcanzó a reponderle a una periodista local que le preguntó por qué había sido capaz de generar semejante espanto: “Por Justicia”.

Desde hace años, Laurta ha generado su propio relato de la realidad. Su expareja, Luna Giardina, a quien asesinó a balazos junto a su madre, Mariel Zamudio, el pasado sábado en una casa del barrio Villa Serrana, en el noroeste de la ciudad de Córdoba, tuvo que soportar durante años que Laurta la hostigara con posteos y denuncias judiciales siempre falsas. Paradoja de la violencia machista: Laurta, creador del grupo “Varones Unidos”, que denunciaba la supuesta “industria de falsas denuncias judiciales” por parte de mujeres hacia varones, fue el ideólogo de decenas de relatos falaces en los que él acusaba a su expareja y a la madre de ella. La razón: la disputa por la tenencia del pequeño hijo en común que tiene con Luna.

La joven, tras convivir con él un tiempo en las afueras de Montevideo, terminó por instalarse en Córdoba junto al niño y su madre, cansada de la violencia de Laurta. Él, que también supo vivir con ellas en Argentina, jamás aceptó el nuevo contrato de pareja. Resistió la separación y, luego, comenzó una persecución frenética para lograr la custodia del nene, algo que siempre la Justicia le negó.

Desde 2023 en adelante, Luna lo denunció al menos tres veces por violencia de género. En octubre de ese año, vecinos advirtieron que Lautra vivía escondido en el techo de la casa de la familia, debajo de un tanque. Allí estuvo al menos tres días, hasta que lo descubrieron y lo bajaron. En aquel momento, una fiscal, Jorgelina Gutiez, abrió una causa que nunca avanzó. Y una jueza del Fuero de Familia, María Victoria Jalil Manfroni, firmó una orden de restricción para que este uruguayo ya no pudiera acercarse más a su ex. Y, al mismo tiempo, le otorgó a la denunciante un botón antipánico.

El arma y otros elementos secuestrados en la habitación del hotel donde Lauta fue detenido.

Laurta fue denunciado dos veces más. En enero de 2024, fue detenido por resistencia a la autoridad, cuando lo encontraron merodeando a su ex. Estuvo 30

días detenido, entre el 9 de aquel mes y el 8 de febrero. Pero los peritos oficiales del Poder Judicial concluyeron que “no era peligroso” y recuperó la libertad. En marzo, fue descubierto cuando ingresaba a la Argentina con una pistola. La Justicia cordobesa fue desparramando los expedientes en torno a Lautra, pero nunca se siguió toda la trama en conjunto. Por eso, continuó en libertad, publicando en redes sociales toda clase de denuncias en contra de Luna. Incluso, fue a una fiscalía de Delitos Contra la Integridad Sexual y presentó una causa penal en contra de ella, por supuesto sometimiento al niño. El fiscal Juan Echenique Ávila archivó todo. Una vez más, el fundador de “Varones Unidos” había incurrido en una falsa denuncia.

Para Luna, nada alcanzaba. Sentía que Lautra se había convertido en una sombra agazapada que en cualquier momento podía aparecer.

«Luna y Mariel vivieron atemorizadas. Vivir aterrorizada, vivir con miedo, criar a mi sobrino en esa burbuja de miedo, siempre pensando que el tipo podía aparecer por cualquier lado», relató Laura, la hermana de Luna, quien el lunes llegó a Córdoba desde Chile, donde vive, en busca de alguna respuesta ante semejante espanto.

El botón antipánico y la orden de restricción (que es sólo un papel, en muchos casos), no impidieron que este sábado Laurta ingresara en la casa de Villa Serrana, matara a tiros a Luna y Mariel y se marchara con el niño. Recién al otro día, y a más de 800 kilómetros, en Gualeguaychú, la Policía de Entre Ríos, logró detenerlo y recuperar al pequeño.

Hoy, la jueza María Victoria Jalil Manfroni reconoce que el sistema no está capacitado para dar respuestas siempre eficientes en estos casos. Que se intentó colocarle una tobillera electrónica a Laurta, pero nunca lo localizaron. Que las causas estaban desparramadas en distintas jurisdicciones. Que sólo en su despacho, se acumulan 4.000 expedientes. Que nadie pensó en asignarle una custodia permanente a Luna. Que hubo demasiadas alertas, pero nadie reaccionó a tiempo.

El diagnóstico parece ser compartido por la cúpula del Poder Judicial de Córdoba, el Tribunal Superior de Justicia, que ordenó una investigación interna.

La propiedad donde fueron asesinadas Luna y Mariel.

El uruguayo Pablo Laurta, investigado por el crimen de un remisero y un doble femicidio en Córdoba, ya sabe que no tiene escapatoria judicial tras el escalofriante raid delictivo que protagonizó durante la semana pasada.

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