«Después del desierto de Sahara vienen los campos nuestros»: el arte de hacer ganadería en una de las zonas más secas de Río Negro

Franco Sarti García tiene 33 años y junto a su madre Alicia García mantienen vivo un fuerte legado en La Querencia, un campo de 20.500 hectáreas ubicado a 80 km. al sur de General Roca yendo por Ruta 6. Un lugar donde desde hace tres años hay una sequía tremenda en una de las zonas más duras para hacer ganadería en Río Negro. Cuáles son las estrategias que utilizan para seguir en pie.

A 80 km de Roca por Ruta 6 hacia el sur, donde el viento sopla fuerte y las lluvias se cuentan en gotas, Franco Sarti García sigue apostando por la ganadería.

El campo La Querencia nace en la década del 50 cuando el productor frutícola Julián García, abuelo de Franco, decidió abrir una nueva etapa familiar dedicada a criar animales en plena estepa patagónica.

El campo, de 20.500 hectáreas, fue tomado en pastaje en un principio hasta que se dio la oportunidad de escriturarlo.

Franco Sarti García, de La Querencia. Turno de inseminación.


La Querencia es un establecimiento grande y desafiante, donde el agua se encuentra recién a 180 metros de profundidad, lo que obliga a trabajar con generadores y bombas que consumen combustible de manera constante. Sin embargo, allí la familia García ha mantenido viva una tradición ganadera que combina historia, sacrificio y una clara visión de futuro.

“La Querencia es un campo duro, pero es nuestro lugar en el mundo. Producir acá cuesta, pero seguimos apostando”, resume Franco Sarti García, quien forma parte de la tercera generación de productores en la familia.

Un gran apoyo familiar



Cuando dice “nuestro lugar” se refiere a la familia que lo acompaña. “Mi mamá, mi hermano y sobre todo mi pareja, que junto con mi hijo y la generación que me continúa son un gran motor, ver a los chicos que tienen ya desde niños ese amor por el campo me da mucha esperanza”, se ilusiona Franco.

El rodeo de La Querencia está conformado hoy por unas 200 vacas madres Hereford.


Desde hace ocho años se encarga de manejar el establecimiento, acompañado por su madre, Alicia García, quien administra la empresa familiar desde hace décadas. Juntos sostienen un rodeo de casi doscientas vacas madres y una cabaña en crecimiento, dedicada a la mejora genética de la raza Hereford, con ejemplares propios que ya han participado en exposiciones del circuito patagónico.

“Mi abuelo empezó con algunas vacas y ovejas, pero la vegetación es tan dura para la producción de lana que finalmente se optó por el ganado bovino, también por una cuestión de depredadores”, dice Franco.

Una sequía extrema



El clima, cada vez más seco, impone condiciones extremas. En los últimos tres años la lluvia no superó los 70 milímetros anuales en La Querencia, frente a los 250 que caían décadas atrás. “Estamos atravesando una sequía estrepitosa. A veces en toda la provincia llueven 20 o 30 milímetros y acá apenas cuatro”, relata Franco.

Él lo resume con una broma: “Siempre digo que después del desierto de Sahara vienen los campos nuestros, para que te des una idea de lo poco que llueve”.

“Siempre digo que después del desierto de Sahara vienen los campos nuestros, para que te des una idea de lo poco que llueve”.

Franco Sarti García, La Querencia.

Aún así, busca siempre la forma de sostener la producción: acarreando agua, rotando potreros y cuidando al máximo cada recurso disponible. “El secreto es trabajar mucho y tercerizar lo menos posible. Hacemos de todo: alambramos, mecánica, inseminación, lo que haga falta”, explica.

Producir acá cuesta mucho, nosotros sacábamos cuentas que el gran porcentaje del valor final de un ternero de 200 o 220 kilos que vendemos el 85 o 90 por ciento es costo operativo, no es un campo con mucho margen”, relata el productor ganadero.

En una chacra de Chichinales se terminan los animales que saldrán a la venta.


Con orgullo, cuenta que la cabaña La Querencia nació de una necesidad y se transformó en una oportunidad. “Empecé hace seis o siete años con muy poco, pero hoy el 70 por ciento de los toros que trabajan en el rodeo comercial son míos”, dice.

Poner el lomo en todo



A puro trabajo sumó conocimiento y experiencia, formándose en inseminación artificial y manejo reproductivo. “El que planifica, el que hace los protocolos y el que insemina soy yo”, comenta Franco sobre una de las claves para continuar con la actividad.

Pese a los inconvenientes para producir La Querencia ya tiene una cabaña y mejora su rodeo.


El campo, que supo tener más de setecientas cabezas en los años de mejor lluvia, hoy requiere estrategias ajustadas: destetes tempranos con terneros muy livianos, suplementación en corral y acuerdos con otros productores para terminar los animales en zonas más favorables.

“No hay margen para improvisar. A veces destetamos a los 45 días, porque si no la vaca no se recupera y no se vuelve a preñar”, explica. “Es un trabajo que se hace por amor a la actividad, no por rentabilidad. Si uno lo mira solo con una planilla de Excel, no da. Pero es nuestra vida, me resisto a cambiar de actividad, soy productor por herencia y por elección”, agrega.

La Querencia: una cabaña que nace



Hace seis o siete años Franco comenzó con una cabaña que recién hoy está dando sus frutos. La parte de madres de la raza Hereford está en La Querencia, mientras que en Chichinales hay una sociedad con otra persona para un rodeo de Angus Negro y Colorado donde próximamente comenzarán con algo de pedigrí, y donde también se terminan algunos ejemplares que vienen del campo.

“Me tocó crecer entre el sacrificio y la pasión por el campo. No podría hacer otra cosa. Vivo en el campo y vivo del campo”.

Franco Sarti García, de establecimiento La Querencia.

“Me tocó crecer entre el sacrificio y la pasión por el campo. No podría hacer otra cosa. Vivo en el campo y vivo del campo”, afirma.

Pese a las dificultades, los logros llegan. En la última exposición de Roca, Franco presentó animales de su cabaña y vendió todos los toros que llevó. “Los precios fueron bajos, pero la gente valoró la calidad”, cuenta.

El objetivo de La Querencia está claro: seguir mejorando la genética, producir animales rústicos adaptados al medio y demostrar que en la Patagonia profunda se puede criar ganado de excelencia.


Temas

Ganadería

A 80 km de Roca por Ruta 6 hacia el sur, donde el viento sopla fuerte y las lluvias se cuentan en gotas, Franco Sarti García sigue apostando por la ganadería.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora