Japón aún lucha por salir de la tragedia

El terremoto, el tsunami y la crisis nuclear aún frenan la economía. La reconstrucción se realiza en un contexto global negativo y con desconfianza y temor en la población.

TOKIO.- Un año después del gran sismo que devastó el noreste de Japón el país sigue sumido en un fuerte estancamiento económico que derivó en una crisis política, convive con el temor a nuevos episodios que esta vez podrían afectar a las ciudades más pobladas del país y mantiene una emergencia nuclear que sigue afectando a una buena parte de su población.

El 11 de marzo de 2011 a las 14:46 (hora local) el país experimentó uno de los mayores desastres naturales de su historia: un terremoto submarino de magnitud 9 y apenas tres minutos después un devastador tsunami con olas que superaron los 15 metros dejaron unos 19.000 muertos, cientos de miles de personas a la intemperie por la pérdida de sus viviendas, multimillonarios daños a su infraestructura económica y una emergencia nuclear en la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi, donde el avance incontenible de las olas del mar provocó la fusión de los reactores.

Tras el golpe, al menos 341.411 personas debieron ser repartidas por todo el país tras quedarse en la calle, según cifras oficiales. 128.558 edificios resultaron totalmente destruidos y 916.883, con daños severos. Al día de hoy fueron construidas sólo 52.882 viviendas provisionales y se removieron unos 22 millones de toneladas de escombros y restos en las tres prefecturas más afectadas (Miyagi, Iwate y Fukushima).

Superada la emergencia inicial con ayuda de buena parte del mundo, el país comenzó un lento proceso de recuperación que, sin embargo, resultó afectado por los daños a su infraestructura industrial, la crisis de la deuda en Europa, el encarecimiento del yen y la dramática caída en el consumo de los hogares (que origina más de la mitad de la producción de riqueza nacional) debido al temor y la ansiedad que generó la triple tragedia.

Japón registró en el 2011 una caída de su producto bruto interno (PBI), que retrocedió un 0,2% en el cuarto trimestre del 2011 respecto del precedente (-0,7% interanual) y en todo el 2011 cayó un 0,7%. Esos retrocesos son, no obstante, inferiores a lo previsto.

La balanza de cuenta corriente japonesa registró por otro lado en enero un déficit inédito de 437.300 millones de yenes (4.300 millones de euros), debido a un déficit comercial récord ahondado por las consecuencias del desastre, según el ministerio japonés de Finanzas. Un año antes, en enero del 2011, Japón había registrado un superávit de casi 550.000 millones de yenes (5.500 millones de euros).

La mala cifra del intercambio con el exterior obedece a una caída de las exportaciones y a un alza de las importaciones, esencialmente en energías fósiles, para compensar la suspensión de la actividad de casi todos los reactores nucleares del país tras el accidente de Fukushima.

La economía japonesa logró una breve recuperación meses después de ser golpeada por la catástrofe de marzo. Sin embargo, el avance se frenó por la crisis de la deuda en Europa, que confirmó la fragilidad y la exposición de la tercera economía mundial, que ya había sido muy golpeada por los efectos de la recesión mundial de 2008-2009.

La escasa recuperación económica repercutió en retrasos en la reconstrucción de las zonas devastadas el 11 de marzo en el noreste del país, que serán parcialmente compensados este año y podrían darle un cierto impulso a la economía nacional en estos meses.

(Continúa en la página 24)

(Viene de la página 23)

El Estado aprobó cuatro suplementos presupuestarios de reconstrucción para el año fiscal comprendido entre abril del 2011 y marzo del 2012 por un total de 20,5 billones de yenes (más de 200.000 millones de euros). El Banco de Japón espera que el PBI nipón gane un 2% durante el año presupuestario que va de abril de este año a marzo del 2013.

Mientras tanto, el riesgo de un nuevo gran terremoto sigue acechando a la población japonesa. Los investigadores nipones advierten sobre el peligro de un sismo que afecte a la megalópolis de Tokio, con probabilidades que llegan al 50% en los próximos cuatro años.

La actividad telúrica se ha intensificado en el archipiélago, situado en la confluencia de cuatro placas tectónicas. Cada día se registra una media de 1,48 sismos de magnitud superior a 3 en la gigantesca urbe de Tokio, cinco veces más que antes.

En un país que registra el 20% de los terremotos más violentos del mundo, la experiencia trágica del 11 de marzo puso de manifiesto enormes lagunas de preparación.

Según una simulación de la Agencia de Prevención de Desastres, si un terremoto de magnitud 7,3 se produjera en la parte norte de la bahía de Tokio un día de semana a las 18, 6.400 personas perecerían y 160.000 resultarían heridas.

Unas 471.000 viviendas y edificios resultarían totalmente destruidos, la mayoría por incendios azuzados por el viento, otros por las réplicas o por la desintegración del suelo constituido por terraplenes artificiales. Millones de personas no podrían llegar a sus hogares o encontrar un alojamiento. Más de un millón de hogares carecerían de agua, gas, electricidad o telecomunicaciones durante varios días. El impacto económico sería colosal (más de 1,1 billones de euros) y la desorganización total se extendería a nivel nacional.

El gobierno estudia la creación de estructuras administrativas de socorro en Osaka, 550 kilómetros al oeste de Tokio, para actuar en caso de que la capital estuviera en peligro. “Es sumamente difícil prever la fecha de un terremoto. Sin embargo, no es difícil imaginarse lo que puede ocurrir, por lo que hay que establecer estrategias para minimizar las consecuencias”, dice Taira. En julio se terminó una “red submarina de observación de temblores de tierra y tsunamis”, destinada a detectar rápidamente movimientos telúricos al este y sureste, donde se esperan violentos terremotos, según el director del proyecto Yoshiyuki Kaneda.

Pero es el desastre nuclear en Fukushima el que más hondo ha calado en los japoneses, generando fuerte desconfianza en la energía nuclear, básica para la economía del país. Las lentas labores de descontaminación mantienen en vilo a una población que aún no sabe si podrá regresar a su hogar. (Ver aparte)

En una reciente entrevista con el diario “El País”, el sociólogo japonés Yoshio Sugimoto dijo que “aunque el tsunami se cobró la vida de casi 20.000 personas, fue la crisis abierta en la central nuclear de Fukushima la que tuvo un impacto fundamental en la sociedad. Hasta entonces los japoneses se sentían orgullosos de ser una de las sociedades más avanzadas tecnológicamente y, de pronto, vieron cómo toda su tecnología y, lo que es más grave, su seguridad quedaban arrasadas”, explica. Agrega que “Fukushima desató el miedo a la radiación, al aire, al agua y a los alimentos contaminados”.

En lo social, el desastre “ha agravado las contradicciones que afloraron en la sociedad a partir del estallido de la crisis económica de 1991, que dejaron ver una sociedad dividida, con clases y con conflictos entre los distintos grupos”, concluye el sociólogo.

AFP/AP/DPA


Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora