La droga gana terreno en secundarios porque no provoca miedo

Una encuesta entre 1.417 alumnos de Cipolletti revela que el 70% consume alcohol, que el 15% no reconoce peligro en el consumo habitual de cocaína y que los chicos no encuentran adultos con quienes hablar de sus problemas.

El 20 por ciento de los jóvenes entre 13 y 22 años han probado marihuana. Más del 12 por ciento la consume con frecuencia. El 6 por ciento probó la cocaína y el 4 la usa al menos una vez al mes. El 70 por ciento bebe alcohol con regularidad y el 10 por ciento de ellos está en riesgo cierto de ser alcohólico en la adultez. No son chicos marginales, ni de familias desmembradas, ni están judicializados ni son de escasos recursos. Son alumnos de colegios secundarios, públicos y privados, que han “naturalizado” los estupefacientes en sus vidas y que en muchos casos no incluyen bajo el concepto de droga al alcohol, el tabaco ni los psicofármacos.

Así lo revela una alarmante estadística elaborada por la Fundación Lanna (dedicada a la prevención y rehabilitación de adicciones) sobre la base de 1.417 encuestas anónimas y voluntarias realizadas en cinco escuelas secundarias de Cipolletti, elegidas al azar. Fueron 734 varones y 683 mujeres los que respondieron a las preguntas, con la supervisión de un adulto en clase. En promedio tienen 15,6 años.

Para iniciar el estudio se preguntó a los jóvenes cómo definen el concepto de droga. Si bien más de la mitad de los encuestados la definió como “cualquier sustancia que introducida en el organismo produce cambios físicos y mentales”, alarma que el 26 por ciento de ellos sólo reconozca como droga cualquier “sustancia que está legalmente prohibida”, lo que descarta de su razonamiento el alcohol, los cigarrillos, el pegamento o los psicotrópicos no recetados. Y cerca del 10 por ciento cree que la droga es “una sustancia que no puede consumirse en público”. Seis de cada 10 estudiantes, en tanto, no califica como droga la cerveza y el vino y poco más del 40 por ciento de ellos no reconoce como tal al tabaco, los estimulantes o los tranquilizantes.

“Estas concepciones subyacen al elevado nivel de consumo que se encuentra en esta franja etaria respecto del tabaco y alcohol”, concluyen los investigadores.

Un dato que aparenta ser alentador es que el 88 por ciento de los chicos sabe que la marihuana y la cocaína son drogas, pero al analizarse la cifra por defecto se llega a la grave conclusión de que alrededor del 10 por ciento no lo cree así (el 8,8 en la cocaína y el 10,8 en la marihuana).

Él perfil que arrojan las encuestas revela que el 67 por ciento de estos chicos viven con sus padres juntos y que sólo en el 1,8 por ciento de los casos el jefe de familia está sin trabajo. En el 85,5 de los casos uno o sus dos padres trabajan. El resto son jubilados o viven de rentas.

“Probar no es grave”

En la escasa percepción del riesgo parecen radicar las primeras incursiones de los jóvenes en las drogas. “Por eso se preguntó a los alumnos qué tan grave creen que es el uso experimental (es decir, alguna vez) y el uso frecuente de algunas sustancias psicoactivas”, explican los encuestadores de Lanna.

La primera conclusión es que “el consumo experimental no es no es percibido como riesgoso”. La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) realizó en 2010 un estudio sobre consumo de sustancias psicoactivas entre personas de entre 12 y 65 años y arribó a la misma conclusión.

En el estudio de Fundación Lanna se les ofrecieron las opciones de “nada grave”, “poco grave”, “bastante grave” y “muy grave” y las respuestas arrojaron que el 15 por ciento de los chicos considera “nada o poco grave” el consumo frecuente de cocaína.

Los alumnos manifestaron que es “nada o poco grave” el uso experimental de:

• Tabaco, en un 77%

• Alcohol, en un 84%

• Tranquilizantes no recetados, el 48%

• Marihuana, el 45%

• Cocaína, el 26%

Los indicadores se reducen cuando se pregunta por el “uso frecuente”. Consideran “bastante grave o muy grave” el consumo habitual de tabaco en un 75 por ciento y de alcohol en un 70. Pero por el otro lado casi el 26 por ciento de los chicos califica como “nada o poco grave” beber alcohol frecuentemente.

Con respecto a los tranquilizantes sin receta, lo reconocen como “bastante o muy grave” en un 76 por ciento de los casos.

La mayor percepción del riesgo está en la cocaína, ya que el 85% de los alumnos considera su uso frecuente como “bastante o muy grave”. El 77% opina lo mismo sobre la marihuana. Y una vez más, el resultado que preocupa es el derivado: el 15% no cree que sea grave consumir cocaína frecuentemente y más del 20 no advierte el riesgo en el uso regular de marihuana.

Cocaína, porro y pastillas

Del estudio surge que el 17, 5 por ciento de los chicos ha consumido en el último año algún tipo de sustancia psicoactiva. El 60 por ciento son varones. Entre alumnos de 13 a 16 años está la mayor cantidad de casos, siendo los 14 años la edad pico.

El 20 por ciento admite haber fumado marihuana “alguna vez” y el 17% “en el último año”. De 1.417 chicos encuestados 110 fuman porro “algunas veces al mes”; 47 lo hacen “algunas veces a la semana” y 20 “todos los días.”

Con respecto a la cocaína, el 6,2 por ciento de los chicos la ha probado y de es grupo el 60 por ciento lo ha hecho “varias veces”, incluso diariamente.

El 5 por ciento, en tanto, confirman haber consumido alucinógenos (LSD o pepa), solventes e inhalantes y éxtasis.

Se preguntó a los alumnos por los motivos que llevan a consumir estupefacientes y el 40 por ciento de ellos respondió que las drogas “ayudan a escapar de los problemas”. El 32 por ciento afirma que es “para divertirse” y el 25 “para lograr la aceptación grupal”. Ante la posibilidad de dar respuestas múltiples también surgieron otros factores de menor relevancia como que “ayuda a superar la timidez, a tomar coraje o a mejorar la comunicación”.

Ante la pregunta de por qué creen que las personas consumen drogas, el 53% dijo que porque “tienen problemas personales” y el 21,5% “porque le divierte, le gusta o le da placer”.

Y al indagarse sobre los factores de protección que perciben los chicos para hacer frente a sus problemas personales aparecen los adultos como grandes ausentes en las estadísticas. Se les preguntó “con quién hablan si tienen algún problema” y sólo el 51 por ciento de ellos habla con sus padres. El 24 por ciento acude a “otros familiares” como hermanos y tíos, y el 55 por ciento de los alumnos habla con sus amigos o su novia/o. Sólo el 8 por ciento habla con sus docentes o referentes religiosos. “Queda la preocupación por el elevado porcentaje de alumnos que no tienen un referente adulto con quién compartir sus problemas”, concluye el informe.

El estudio realizado en Cipolletti fue una iniciativa de la Fundación Lanna, presidida por Aldo Ariel Mildemberg, y el Centro Transitar, que atiende en esa ciudad a unas 100 personas al mes, desde las primeras consultas hasta la internación en la comunidad terapéutica, pasando por pacientes en tratamiento ambulatorio. El análisis estadístico estuvo a cargo de la Lic. Gabriela Rodríguez y trabajaron como encuestadores 13 alumnos de la cátedra de Psicofisiopatología de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional del Comahue con la colaboración de Lorenza Vancheri.

marcela marín

marcelamarin@rionegro.com.ar


El 20 por ciento de los jóvenes entre 13 y 22 años han probado marihuana. Más del 12 por ciento la consume con frecuencia. El 6 por ciento probó la cocaína y el 4 la usa al menos una vez al mes. El 70 por ciento bebe alcohol con regularidad y el 10 por ciento de ellos está en riesgo cierto de ser alcohólico en la adultez. No son chicos marginales, ni de familias desmembradas, ni están judicializados ni son de escasos recursos. Son alumnos de colegios secundarios, públicos y privados, que han “naturalizado” los estupefacientes en sus vidas y que en muchos casos no incluyen bajo el concepto de droga al alcohol, el tabaco ni los psicofármacos.

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