La arquitectura patrimonial regional

Las edificaciones emblemáticas que marcan la ciudad.

historia

Recorrer algunos sectores de la ciudad de Bariloche es significado de arquitectura patrimonial, ya que existen numerosas construcciones tradicionales de antigua data, declaradas de “Interés Histórico, Urbanístico y Arquitectónico” y de particular atractivo, cuyo alto valor simbólico nos remonta al modo de habitar de los primeros habitantes de la región. Esta infraestructura de carácter tipo europeo está enraizada en aquellos estilos arquitectónicos vinculados a las primeras actividades desarrolladas en la existente Colonia Nahuel Huapi y adaptadas al terreno y al clima, producto de la fusión cultural y los materiales disponibles de la zona. Desde su fundación en 1902 la ciudad ha vivido múltiples cambios; en principio fue un asentamiento de dispersas casas y posteriormente un poblado pujante cuya actividad agro-ganadera y forestal, debía autoabastecer a los habitantes y entregar productos manufacturados a toda la región a partir de su vinculación con los principales centros poblados del sur de Chile. De esta manera, los inmigrantes, en un intento de armonizar su estilo de construcción con materiales propios del entorno, lograron una mezcla que resaltó las cualidades de las maderas nativas en la arquitectura típica. Con el fin del comercio vía lacustre con el vecino país, la llegada del ferrocarril en 1934 y la creación ese mismo año de la Dirección de Parques Nacionales, la localidad sufre un cambio que marcará el inicio de una nueva etapa para todos sus habitantes, quienes deberán acostumbrarse a un nuevo modelo de desarrollo productivo: la industria turística pensada a gran escala. De esta manera en un lapso de 10 años la arquitectura incorpora materiales que por su concepción y simbolismo irán sustituyendo aquella imagen más austera y espontánea en madera para dar lugar a importantes edificios de uso público y residencial, resueltos en hormigón, revestidos en piedra, tronco y pizarras con accidentadas pendientes y gran tratamiento en la volumetría de sus techos. Los edificios construidos por Parques Nacionales surgirán como afirmación territorial y poblacional, resultando en su lenguaje estilístico y el empleo de materiales nobles e imperecederos la idea de preservación de los recursos naturales con la consolidación de la soberanía nacional. El estilo – expandido a toda la región– que se imprime al conjunto de instalaciones, edificios y casas particulares con un sistema constructivo tradicional racionalizado y transformado, es el resultado de estos emprendimientos y su calidad, elegancia y maestría de resolución se deben principalmente a la creatividad del arquitecto Alejandro Bustillo. Edificaciones pioneras en madera Pensada como utilitaria a las necesidades básicas de subsistencia del pionero, las edificaciones pioneras son aquellas que presentan una arquitectura que conjuga diversos estilos europeos y que encuentran a la madera como el principal medio de expresión, un material que tuvo una fuerte impronta hacia comienzos del siglo pasado en toda la Patagonia. Basados en el sistema de “carpintería liviana” popularmente conocido como “Baloom Frame” (de allí su término), emplean tejuela de alerce o de ciprés como elementos destinados a recubrir techos y fachadas, que llegaban a la localidad ya procesados para su colocación, provenientes de Puerto Blest e Isla de Chiloé en un servicio combinado de bueyes y vapores atravesando el Lago Nahuel Huapi. Excelentes carpinteros que trajeron con su oficio diversas técnicas, herramientas y estilos empleados por generaciones en el viejo mundo, y con ello la impronta del conocimiento e imagen arquitectónica de su tierra natal, propiciaron su difusión con volumetrías acordes a respetar la escala visual del paisaje, por medio de variados diseños de techos, balcones, lucarnas y galerías o porches, a modo de trasmitir y materializar un estilo de vida estrechamente ligado al medio natural y lacustre. Estos elementos buscaron ser verdaderos miradores orientados a capturar el entorno más representativo conformado por importantes lagos, ríos, lagunas, montañas, precordillera y mesetas patagónicas. Asimismo, la influencia arquitectónica de los chilotes (originarios de la Isla de Chiloé) se percibe en el manejo de la madera que durante siglos fue su único material de construcción. Uno de sus elementos distintivos es la tejuela, que son piezas hechas con madera de alerce, delgadas, angostas y largas, montadas unas sobre otras para evitar el paso de la lluvia, permitiendo su óptimo escurrimiento. En cambio, para las fundaciones adoptaron la piedra con el fin de aislar la estructura de la humedad. Las vigas y pilares que forman las estructuras van unidos por medio de clavos de acero, tarugos de madera o ensamblajes, sin uso de clavos. Estas construcciones fueron realizadas con simples herramientas de mano, pero con una perfección técnica que ha permitido a muchas casas mantenerse en pie a pesar de las inclemencias del viento, la lluvia, como así también la falta de mantenimiento por parte de sus propietarios a través del tiempo. Cabe destacar que esta tipología pionera se manifestó aproximadamente durante cuatro décadas (1900-1940), teniendo su máximo desarrollo alrededor de 1920, siendo muy difundida en todo el territorio, en consonancia con la expansión de la actividad agro-ganadera y forestal las cuales se incrementaban con buenas perspectivas económicas en toda la región. La importante cantidad de establecimientos madereros en funcionamiento, el libre intercambio comercial con el sur de Chile y la contratación permanente de obras para las estancias de origen inglés, fueron otros de los factores que ayudaron a la expansión del modelo de construcción en madera en la región Patagónica. Las edificaciones de carácter institucional Sin embargo, fue a partir de la década del 30 que, de la mano de la Dirección de Parques Nacionales, nace una arquitectura de estilo Europeo orientada a un selecto publico adinerado del país y en una escala que expresa la grandeza nacional, tema principal del programa de desarrollo que el Estado argentino le confiere al arquitecto Alejandro Bustillo secundado por el arquitecto Ernesto De Estrada y el arquitecto Miguel A. Cesari, impulsando el desarrollo de una nueva actividad: la industria turística pensada a gran escala en la “Región de los Lagos” Esta nueva perspectiva, reflejada en obras de importante tamaño, incorpora nuevos materiales como hormigón armado, tronco descortezado o piedra toba de los alrededores, con aplicación de innovadoras técnicas constructivas en varios de los edificios más representativos comprendidos entre 1937-1946. Entre estas edificaciones podemos citar el Centro Cívico de la ciudad, el Hotel Llao Llao (1940), el Templo Mayor o Catedral de Bariloche (1946), el Hospital Zonal (1936), viviendas para guardaparques, muelles y lugares de acampe, entre una innumerable cantidad de obras de infraestructura y dotación de servicios, los cuales determinarán el progreso de la “Colonia” y de toda su zona de influencia, posicionándolos como importantes áreas urbanas de servicios al visitante; obras que sin lugar a dudas ubican a la Patagonia dentro de un escenario de profundos valores nacionales, hasta entonces ignorados, destacando la protección de sus principales recursos naturales, importantes reservorios de la biodiversidad natural y cultural del país. La arquitectura en Patagonia hoy En la actualidad los edificios han ido evolucionando en cuanto al confort, equipamiento y funcionalidad, pero manteniendo en su expresión formal y estética, materiales culturalmente fuertes en la zona como piedra y madera. Ellos imprimen la calidez necesaria para lograr destacar una identidad de pertenencia y que en toda el área comprendida en la Norpatagonia se traduce en una constante simbología asociada a la naturaleza, la cordillera y al majestuoso Nahuel Huapi, rey indiscutido de los lagos del sur. Dentro de algunas propuestas de arquitectura contemporánea podemos destacar algunos ejemplos cuyas lecturas permiten identificar y entender la historia trascendida a orillas del gran lago. Estos edificios, pensados para uso turístico y comercial pero también residencial, presentan la versatilidad de combinar elementos tradicionales y característicos de la zona cordillerana adaptadas a los materiales disponibles y necesidades particulares cada vez más exigentes por parte de sus usuarios. Un desafío sobre el cual se rememora y recuerda un pasado colectivo, pero que a su vez es capaz de ver mas allá ante la inminente renovación que surge en materia constructiva y que deparan los tiempos que corren. En la línea de las tendencias que definen los espacios urbanos, como el contexto social y cultural, acordes a enaltecer a un destino turístico de excelencia como es Bariloche, se destacan las obras realizadas por el estudio de arquitectura Fernando Galíndez y Asociados que cuenta con una amplia trayectoria en la región, con innumerables e importantes obras, muchas de ellas distinguidas por su diseño y privilegiada ubicación. En este sentido, el último proyecto concretado resulta uno de los mayores desafíos desarrollados en la prolífica producción del arquitecto ya que cumple con múltiples propósitos funcionales en pleno contacto con el medio que la rodea. Así, el diseño del “Centro de perfeccionamiento INBI” desde su concepción toma como patrón la presencia de una roca natural para recostarse sobre su silueta al igual que lo hace el mítico Hotel Llao Llao, situado a pocos metros de allí. Con este último además comparte el marco escenográfico que se abre para contemplar la magnífica amplitud visual que brinda la inigualable cordillera con sus elevaciones y el lago, como un inabarcable protagonista. Reivindicando la herencia arquitectónica de la región como parte de nuestra identidad cultural, con un profundo respeto por el ecosistema en el que interactúa como premisa, el fundamento de esta obra fue lograr un recinto cuyo destino de centro de orientación espiritual, único en Sudamérica, buscó canalizar la energía que es producida por la madre natura en su estado más contemplativo para orientarla hacia la búsqueda del bienestar psicofísico de sus principales usuarios/destinatarios. La propuesta fue determinante por dos aspectos, el mantener contacto directo con las visuales exteriores preponderantes y el manifestar las cualidades internas del terreno, mostrar su energía, todo esto con un envolvente arquitectónico natural. Para ello se planteó el mostrar la roca de base oculta en pleno, recuperándola y utilizándola como eje central del planteo, un gran espacio donde interiormente la roca es primera imagen y centro del espacio, manifestando su grandeza, su naturaleza y su energía. De esta manera hay dos visuales, una interior a la roca donde existen todas las circulaciones internas, las que balconean en sus distintos niveles a este gran espacio donde se encuentra la montaña en crudo, y otra visual directamente al exterior, donde todos los espacios necesarios pueden hacer uso de esta vista preponderante. Interiormente la fuerza de la montaña, exteriormente la inmensidad del lago y cordillera. Toda la estructura que está en contacto con el espacio interior está realizada en madera de oregón al igual que la estructura de techo del salón. El trabajo de piedra realizado fue producido con la misma piedra del lugar en su totalidad, rescatando y colocando en algunos lugares piezas con restos fósiles incrustados para su contemplación. Por su parte, Fernando destaca la funcionalidad y el ideal de los proyectos que realiza desde hace más de tres décadas, con la coherencia de los diseños que caracterizan a su estudio de la siguiente manera: “Creamos diseños exclusivos, con los cuales nuestros clientes se identifican, pensando profundamente que el equilibrio de nuestro medio ambiente es sumamente frágil y de fundamental importancia en el impacto que generan”. Es por ello que sus proyectos copian las pendientes del terreno y que el mismo entorno proporciona empleando materiales característicos de la zona y creando un lenguaje único en cuanto a escalas, volumetrías y proporciones a fin de armonizar intervención cultural con la fuerza que naturalmente el contexto paisajístico puede sustentar y dar sentido a la obra que el hombre propone. En pleno corazón de la ciudad la renovación del tradicional “Paseo de la Catedral”, actualmente en ejecución, se perfila como una atractiva opción de paseo y de compras para el 2012. Su diseño propone conectar peatonalmente y bajo techo dos calles muy importantes, arterias clásicas y trascendentes en el turismo, como la calle Mitre y la calle Palacios. Su estructura procura mantener el estilo arquitectónico de alta montaña para integrarse a la tradicional estética urbana de la ciudad. El estudio encargado de desarrollar su arquitectura es Herman-Hughes-Gilabert. * Titular/coordinador Archivo Visual Patagónico archivovisualpatagonico@yahoo.com

un clásico

La rampa de acceso del Hotel Llao Llao en una foto tomada en 1938 (Gentileza: Bustillo en ARCA)

El edificio de la antigua Aduana y actual Centro Cívico, en 1930 (Gentileza: Capraro)

Estación del ferrocarril en una foto de G. Kaltschmidt, 1940 (Gentileza: Alcoba Pitt)

Vista urbana de Bariloche, calles Bartolomé Mitre y Palacios, 1922 (Gentileza Luelmo)

Hospital Zonal, 1940. Los edificios locales comenzaban a incorporar nuevos materiales. (Gentileza APN)

La Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi, en Morales y San Martín, 1940 (Gentileza: Emilio E. Frey)

La antigua oficina de Tierras y Colonias –actualmente Senasa– en Villegas y Moreno, 1928 (Gentileza: Capraro)

El Hotel Suizo, en Mitre y John O’Connor, 1930. Una muestra de la primera arquitectura. (Gentileza Capraro)

Centro de Perfeccionamiento INBI, en avenida Bustillo km 23, del arquitecto Galíndez

Una foto actual del Centro Cívico, obra emblemática de la ciudad

Federico Silin (*)

Un render de la vista interior del Paseo Catedral Shopping que reedita el antiguo estilo


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