Cambio de hábitos para construir salud
Dado que la población de nuestra provincia vive un constante crecimiento debido a la atracción que ejercen las oportunidades laborales que permiten proyectar la vida a largo plazo, debemos dimensionar adecuadamente los continuos cambios en los que vivimos y realizar proyecciones pensando en cada uno de los neuquinos y neuquinas que habitan este suelo. Las políticas de Estado que llevamos a cabo se inscriben en los nuevos paradigmas mundiales, que subrayan la necesidad de integrar las distintas dimensiones del hombre para sostener una nueva valoración de su vida. Este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone como tema la hipertensión arterial y nosotros sabemos que esta falla funcional en la salud individual es producto de varios problemas del hombre de hoy. El estrés, la obesidad y la diabetes, entre otras enfermedades, son el efecto de un hombre acosado por la falta de valoración de su propia vida y de un efectivo cuidado de sí. Sin duda, el sobrepeso y la obesidad traen como consecuencia enfermedades como la diabetes, problemas cardíacos e hipertensión arterial; por eso, además de crear dispositivos para tratarlas debemos profundizar el trabajo de prevención y el acercamiento de la población al desarrollo de una nueva cultura en la alimentación y en el cuidado de nosotros mismos. Una nueva cultura empieza por casa y produce los fundamentos donde luego el individuo basa todas sus conductas para apostar por el cuidado de su propia vida y la de los demás. Por eso es tan importante que las actitudes saludables se originen en el cuidado familiar. Considerar la cantidad de sal que se consume en nuestra casa es criar hijos con menos adicción a los productos que la contienen y, por ende, construir salud a futuro. La recomendación de la OMS es consumir cinco gramos de sal por día, mientras que en la Argentina se consumen en promedio 11,2 gramos diarios. Pero ¿cómo saber cuánta sal consumimos, si este elemento está incorporado en innumerables e impensados alimentos industrializados y, además, forma parte de las tradiciones ancestrales del hombre, con gran protagonismo en la historia de la humanidad? Cómo olvidar la raíz de la palabra “salario”, que deriva del latín salarium y significa “pago de sal” o “por sal” y que relaciona el término con el valor que tenía este elemento en la antigüedad. Los argentinos consumimos ocho paquetes de sal por persona por año y deberíamos consumir tres paquetes y medio. Hoy los cambios son posibles, ocurren y se generan dinámicamente. De a poco, desde pequeñas acciones, descubrimos que la sal de la vida no está solamente en este elemento y que la naturaleza ofrece muchas opciones para reemplazar esta costumbre que nos hace tan mal. Y la realidad es que todo suma. Un mensaje, una normativa, un comentario y la intención de cuidar nuestra salud, que es sólo nuestra y que depende de cosas tan sencillas como ésta, porque reducir tres gramos diarios de sal implicaría evitar 6.000 muertes al año y 60.000 accidentes cerebro vasculares e infartos en nuestro país. Entonces, todos somos parte de estos cambios porque todos debemos transformar estas costumbres. Nos debemos a un cambio cultural profundo e integrador de la persona, tanto interno como en su vida social y comunitaria. Vemos que hoy el mundo está en la búsqueda de un cambio de hábitos en todo sentido. Toda la ingesta que hacemos va más allá de lo que comemos. Tenemos que buscar maneras de comer sanamente y cuidar nuestra alimentación; implica muchas cosas. Además de comer sano, equilibrado, ingerir más frutas y verduras, bajar el consumo de sal y hacer actividad física, también tenemos que volver a comer en familia, buscar buenas conversaciones y entablar diálogos nutritivos, que ayudan a mantener nuestra salud psicoespiritual y nuestros vínculos sociales. (*) Médico. Ministro de Salud del Neuquén
Rubén Omar Butigué (*)
Dado que la población de nuestra provincia vive un constante crecimiento debido a la atracción que ejercen las oportunidades laborales que permiten proyectar la vida a largo plazo, debemos dimensionar adecuadamente los continuos cambios en los que vivimos y realizar proyecciones pensando en cada uno de los neuquinos y neuquinas que habitan este suelo. Las políticas de Estado que llevamos a cabo se inscriben en los nuevos paradigmas mundiales, que subrayan la necesidad de integrar las distintas dimensiones del hombre para sostener una nueva valoración de su vida. Este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone como tema la hipertensión arterial y nosotros sabemos que esta falla funcional en la salud individual es producto de varios problemas del hombre de hoy. El estrés, la obesidad y la diabetes, entre otras enfermedades, son el efecto de un hombre acosado por la falta de valoración de su propia vida y de un efectivo cuidado de sí. Sin duda, el sobrepeso y la obesidad traen como consecuencia enfermedades como la diabetes, problemas cardíacos e hipertensión arterial; por eso, además de crear dispositivos para tratarlas debemos profundizar el trabajo de prevención y el acercamiento de la población al desarrollo de una nueva cultura en la alimentación y en el cuidado de nosotros mismos. Una nueva cultura empieza por casa y produce los fundamentos donde luego el individuo basa todas sus conductas para apostar por el cuidado de su propia vida y la de los demás. Por eso es tan importante que las actitudes saludables se originen en el cuidado familiar. Considerar la cantidad de sal que se consume en nuestra casa es criar hijos con menos adicción a los productos que la contienen y, por ende, construir salud a futuro. La recomendación de la OMS es consumir cinco gramos de sal por día, mientras que en la Argentina se consumen en promedio 11,2 gramos diarios. Pero ¿cómo saber cuánta sal consumimos, si este elemento está incorporado en innumerables e impensados alimentos industrializados y, además, forma parte de las tradiciones ancestrales del hombre, con gran protagonismo en la historia de la humanidad? Cómo olvidar la raíz de la palabra “salario”, que deriva del latín salarium y significa “pago de sal” o “por sal” y que relaciona el término con el valor que tenía este elemento en la antigüedad. Los argentinos consumimos ocho paquetes de sal por persona por año y deberíamos consumir tres paquetes y medio. Hoy los cambios son posibles, ocurren y se generan dinámicamente. De a poco, desde pequeñas acciones, descubrimos que la sal de la vida no está solamente en este elemento y que la naturaleza ofrece muchas opciones para reemplazar esta costumbre que nos hace tan mal. Y la realidad es que todo suma. Un mensaje, una normativa, un comentario y la intención de cuidar nuestra salud, que es sólo nuestra y que depende de cosas tan sencillas como ésta, porque reducir tres gramos diarios de sal implicaría evitar 6.000 muertes al año y 60.000 accidentes cerebro vasculares e infartos en nuestro país. Entonces, todos somos parte de estos cambios porque todos debemos transformar estas costumbres. Nos debemos a un cambio cultural profundo e integrador de la persona, tanto interno como en su vida social y comunitaria. Vemos que hoy el mundo está en la búsqueda de un cambio de hábitos en todo sentido. Toda la ingesta que hacemos va más allá de lo que comemos. Tenemos que buscar maneras de comer sanamente y cuidar nuestra alimentación; implica muchas cosas. Además de comer sano, equilibrado, ingerir más frutas y verduras, bajar el consumo de sal y hacer actividad física, también tenemos que volver a comer en familia, buscar buenas conversaciones y entablar diálogos nutritivos, que ayudan a mantener nuestra salud psicoespiritual y nuestros vínculos sociales. (*) Médico. Ministro de Salud del Neuquén
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