Pago chico

La semana en San Martín

Las últimas y aluvionales usurpaciones de tierras en San Martín de los Andes han provocado conmoción. Y eso es bueno, si no paraliza. De momento, el sentimiento está a mitad de camino entre aquellos que ven a las ocupaciones con miedo, como si se tratase de hordas, y los que están convencidos de que habrán de despertar a más de uno, aún creído de vivir en una bucólica aldea de montaña. Es cierto que antes de iniciarse las tomas ya había rumores de fogoneo, planificado por los inescrupulosos de siempre. Es cierto que se ocuparon tierras del Ejército, lo cual despertó una polémica de jurisdiccionalidad, que está bien para dirimir a qué juzgado le toca pero es absurda desde la evidente responsabilidad política local. Es cierto que suena raro haber escogido un predio militar, cuando ya se sabía que las 257 casas del Plan Procrear se construirán por esos mismos andurriales boscosos. La toma parece un peligroso juego de anticipaciones, al estilo de: “como ya estoy aquí y nada tengo, debería recibir una vivienda de las que van a construir…”. Es cierto que el gobierno del intendente Juan Fernández reaccionó tarde, amparándose en la torpe excusa de que eran tierras militares. Después de dos semanas, el municipio inició imprescindibles relevamientos sociales para conocer la situación de cada familia, lo cual es una evidencia de que si lo hace ahora lo pudo haber hecho desde el primer día. En fin, quizá en todo haya algo de cierto, pero aún son pinceladas confusas en una pintura que está lejos de cobrar forma. Sin embargo, ha habido dos conclusiones para celebrar desde la política, una explícita y otra más larvada por sus efectos institucionales. El intendente llamó al pleno del Concejo Deliberante para iniciar conversaciones, que apunten a fijar políticas de Estado, sustentables en el tiempo para dar respuestas a la demanda habitacional. Como se señalaba desde esta misma columna la pasada semana, ese es un paso imprescindible, pero tal vez no debiera limitarse sólo a los partidos con representación parlamentaria. Acaso se necesite lo que los españoles llaman “pacto de ciudad”, más abarcativo de la vida política, económica y social, siempre que no termine en el puro corporativismo. La segunda conclusión es para muchos una verdad sabida, aunque tratada con sordina por los intereses que toca: hay que repensar el espacio vital de la ciudad. Alcanzar las viviendas sociales en estas latitudes es antes un problema de acceso a la tierra barata. Para entender esa relación se necesita explorar el mercado de la tierra, su propiedad y usos; la influencia de las regulaciones políticas en esos rubros; la dinámica de la economía local, monoindustria turística que alimenta a la construcción como el otro gran motor; y las proyecciones de esa economía conforme crea empleo y promueve oleadas inmigratorias, todo lo cual nos anticipa su evolución y la del espacio en el que se desenvuelve. Con ganadores y perdedores… En el estado actual y puestos sobre el plano, San Martín ha quedado chico para gran cantidad de sanmartinenses. Sin perjuicio del papel que cabe a los dueños privados de grande extensiones, se impone redefinir límites de vecindad con otras tres grandes jurisdicciones: Provincia, Parques y el Ejército Argentino. La provincia es la más interesada en que San Martín amplíe su ejido (se necesita una declaración local y una ley provincial). Eso daría al municipio más control pero con más obligaciones, sin más disponibilidad de terrenos necesariamente. De allí las reticencias municipales. En cambio, toda negociación con Parques y el Ejército implicaría siempre recortarles tierras a ambas instituciones. Ha habido avances pero son muy lentos frente al tenor de las necesidades. Es un camino tan difícil como inevitable.

Fernando Bravo rionegro@smandes.com.ar


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