“¿A quiénes llamamos patriotas?”
Antes de entrar en tema quisiera realizar una aclaración referida al vocabulario que utilizaré en los escritos. Aun con mis limitaciones, siempre he tratado de utilizar un lenguaje lo menos vulgar posible y evitar lo que decimos en llamar “malas palabras”. Pero desde hace tiempo veo que en las radios y televisoras del país se ha optado por utilizar un lenguaje desprovisto de toda vergüenza e irrespetuoso. De todas maneras, en mi caso particular reconozco que no me ha servido de mucho ya que, aunque hubiese escrito en latín, algunos medios de comunicación escritos y otros digitales parecen pasar mis notas directamente a la papelera o por el filtro ideológico de los gorilas que por la rúa se hacen los chimpancés. Entrando en tema, la introducción está bastante relacionada con lo que acabo de expresar de la actitud de algunos medios y sus censuradores, ya que los medios no sólo difunden sino que también escriben, de alguna manera, la historia de toda la comunidad. Desde hace unos pocos años, la sociedad de Bariloche se está empezando a enfrentar (no a debatir, como dicen) por la permanencia de la estatua de Roca en el Centro Cívico. Más allá del posicionamiento de defensores y detractores está la postura de la realidad, de nuestra ciudad y de la Argentina en general. Creo que está más que claro que todos sentimos como propia la bandera celeste y blanca y es por ello que debemos aceptar con orgullo el tipo de nación que nos han legado los que siempre consideramos próceres. De más está decir que naturalmente debemos ser críticos de lo que hoy vemos como barbarie, pero nadie de nosotros, los contemporáneos, está en condiciones siquiera de suponer cómo era la vida de los verdaderos ancestros que habitaban la Patagonia. Seguramente la Expedición al Desierto incluyó aniquilamientos feroces y escenas escalofriantes no aceptadas en la actualidad. Hoy en día, protegidos aparentemente por la Constitución nacional, habiendo podido estudiar, estando calentitos todos los días con sólo prender la estufa a gas natural, gozando de los beneficios de la corriente eléctrica y andando a caballo alguna vez en la vida a modo de recreación, nos damos el lujo de intentar condenar a quienes nos permitieron esto: tener lo que tenemos. Sinceramente, creo que hay una gran hipocresía en la crítica o, mejor dicho, intenciones predeterminadas para un fin extranjerizante. Tampoco me caben dudas de que tenemos mucho que aprender todavía si hablamos de derechos humanos y civiles. No quiero ser más papista que el papa, pero siento que aún hoy en día la mortalidad infantil, la exclusión social de algunos grupos y la inequidad existente en las distintas esferas sociales superan por amplio margen la crueldad ineludible de los tiempos de la Conquista. Hoy tenemos todo como para no equivocarnos, hasta la información casi precisa de los síntomas de cualquier estallido social o reclamos violentos, y aun así las cosas suceden. Entonces, ¿qué pasa? ¿Con qué argumentos evaluamos la crueldad, las masacres o simplemente las luchas? Espero que los que verdaderamente sienten este lugar como propio y además se enorgullecen de ser argentinos jamás intenten reconquistar la Patagonia con intereses foráneos. Para terminar, y si de mí dependiera, les exigiría a todos los candidatos a intendente que le expliquen con detalles a toda la comunidad su posición al respecto. Oscar Cingolani, DNI 11.846.476 Bariloche
Oscar Cingolani, DNI 11.846.476 Bariloche
Antes de entrar en tema quisiera realizar una aclaración referida al vocabulario que utilizaré en los escritos. Aun con mis limitaciones, siempre he tratado de utilizar un lenguaje lo menos vulgar posible y evitar lo que decimos en llamar “malas palabras”. Pero desde hace tiempo veo que en las radios y televisoras del país se ha optado por utilizar un lenguaje desprovisto de toda vergüenza e irrespetuoso. De todas maneras, en mi caso particular reconozco que no me ha servido de mucho ya que, aunque hubiese escrito en latín, algunos medios de comunicación escritos y otros digitales parecen pasar mis notas directamente a la papelera o por el filtro ideológico de los gorilas que por la rúa se hacen los chimpancés. Entrando en tema, la introducción está bastante relacionada con lo que acabo de expresar de la actitud de algunos medios y sus censuradores, ya que los medios no sólo difunden sino que también escriben, de alguna manera, la historia de toda la comunidad. Desde hace unos pocos años, la sociedad de Bariloche se está empezando a enfrentar (no a debatir, como dicen) por la permanencia de la estatua de Roca en el Centro Cívico. Más allá del posicionamiento de defensores y detractores está la postura de la realidad, de nuestra ciudad y de la Argentina en general. Creo que está más que claro que todos sentimos como propia la bandera celeste y blanca y es por ello que debemos aceptar con orgullo el tipo de nación que nos han legado los que siempre consideramos próceres. De más está decir que naturalmente debemos ser críticos de lo que hoy vemos como barbarie, pero nadie de nosotros, los contemporáneos, está en condiciones siquiera de suponer cómo era la vida de los verdaderos ancestros que habitaban la Patagonia. Seguramente la Expedición al Desierto incluyó aniquilamientos feroces y escenas escalofriantes no aceptadas en la actualidad. Hoy en día, protegidos aparentemente por la Constitución nacional, habiendo podido estudiar, estando calentitos todos los días con sólo prender la estufa a gas natural, gozando de los beneficios de la corriente eléctrica y andando a caballo alguna vez en la vida a modo de recreación, nos damos el lujo de intentar condenar a quienes nos permitieron esto: tener lo que tenemos. Sinceramente, creo que hay una gran hipocresía en la crítica o, mejor dicho, intenciones predeterminadas para un fin extranjerizante. Tampoco me caben dudas de que tenemos mucho que aprender todavía si hablamos de derechos humanos y civiles. No quiero ser más papista que el papa, pero siento que aún hoy en día la mortalidad infantil, la exclusión social de algunos grupos y la inequidad existente en las distintas esferas sociales superan por amplio margen la crueldad ineludible de los tiempos de la Conquista. Hoy tenemos todo como para no equivocarnos, hasta la información casi precisa de los síntomas de cualquier estallido social o reclamos violentos, y aun así las cosas suceden. Entonces, ¿qué pasa? ¿Con qué argumentos evaluamos la crueldad, las masacres o simplemente las luchas? Espero que los que verdaderamente sienten este lugar como propio y además se enorgullecen de ser argentinos jamás intenten reconquistar la Patagonia con intereses foráneos. Para terminar, y si de mí dependiera, les exigiría a todos los candidatos a intendente que le expliquen con detalles a toda la comunidad su posición al respecto. Oscar Cingolani, DNI 11.846.476 Bariloche
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