La sabiduría de Pachorra

Sabella recuperó la “mística” perdida y volvió a meter al seleccionado nacional entre los serios candidatos para Brasil 2014.

Alejandro Sabella concretó en este 2013 que se apaga lo que cualquier técnico de un seleccionado argentino hubiese proyectado: tener un equipo confiable, fortalecer el grupo de trabajo y el plantel, sacarle el mejor “jugo” a sus estrellas, cambiar críticas por elogios en un país que respira fútbol, y recuperar la confianza mundialista a las puertas, ni más ni menos, que de Brasil 2014. Cultor del perfil bajo y el trabajo meticuloso, Pachorra recorrió el mundo futbolístico, vio al detalle a todos sus hombres, probó variantes tácticas, no se casó con ninguna y, a esta altura, a falta de seis meses para aterrizar en tierras cariocas, no duda en los 23 hombres que embarcarán hacia lo que podría ser una gesta más importante que la de México ´86, si es que se logra. Dicen que existe un jugador “tapado” que nunca fue convocado y que tendría pasaje –¿Cuchu Cambiasso?–, pero no habrá muchas más sorpresas. ¿Carlitos Tevez? El Apache se ve afuera y salió a hacer, con la colaboración de periodistas “amigos”, lo que tantas veces: decir que no lo ven, que no tiene chances, para ver si el clamor popular cambia la decisión del DT. Sucedió con Diego Maradona y Sergio Batista. Incluso le pasó a Marcelo Bielsa con Claudio Caniggia en el 2002. Pero Sabella parece inflexible en este tema y eso tiene mucho de lógica. En el seleccionado argentina hay una máxima que no se moverá, y que con el Apache podría correr peligro: el líder del equipo es Lionel Messi y no es necesario un doble comando. Esa fue la gran virtud de Pachorra durante su ciclo. Convencer puertas adentros –incluso al mismísimo `10´– que el aura futbolístico de uno de los mejores de la historia debe derramarse y contagiar a todos, servir de bautismo espiritual. Argentina clasificó al Mundial en primer lugar, casi sin complicaciones y con dos fechas de anticipación. Nada que envidiarle a las sufrientes eliminatorias que llevaron al Mundial de Sudáfrica. Sabella incluso se dio el “lujo” de cuidar el físico de Messi, que sólo en su esta era alcanzó su plenitud futbolística –más allá de su buen Mundial 2010–. Entonces, le permitió probar variantes e ir confirmando –o tachando– nombres. Como nunca, tanto Ezequiel Lavezzi como Rodrigo Palacio tuvieron buenos minutos como para sacar pasaje. Lo mismo consiguieron jugadores como Campagnaro, Biglia, Banega y Maxi Rodríguez, gran sorpresa de 2013. El rodaje y la inacabable calidad de sus intérpretes dejaron en evidencia también la versatilidad y mente abierta de Sabella. El técnico comulga con la cultura pincha de primero mantener el arco propio en cero para después intentar golpear. Siente más suyo el sistema 5-3-2 que el 4-3-3, que terminaron imponiendo los cracks y fueron del gusto popular. ¿No se corre del sistema en Brasil? Sería demasiado osado decirlo, porque el DT también estudia mucho a sus rivales e indudablemente la peligrosidad del de enfrente influirá en sus decisiones. Eso sí, en la actualidad no existe un seleccionado con el potencial ofensivo de Argentina. Fernando Gago se convirtió en socio ideal de Messi, un perfecto pasador desde el medio –entre líneas– y muchas veces el cerebro del ataque; Ángel Di María confirmó que es un crack sin techo; el Pipita Higuaín un “asesino” del gol y el Kun Agüero que es mucho más que simple ladero de Messi. Sabella sabe que las descompensaciones defensivas existen, que el bueno de Javier Mascherano batalla solo en el medio en diferentes ocasiones, que Sergio Romero no tiene ritmo de partidos. Son riesgos que a esta altura correrá. Claro, intentará bajar esos riesgos cuando llegue a Brasil, durante ese mes que será tan importante para la unión del grupo y para ajustar la “maquinaria”. Eso sí, todos saben que en este Mundial que se viene pueden pasar a la historia, transformarse en verdaderas leyendas vivas del fútbol argentino.