Santos Vega
Columna semanal
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Las grandes obras de la literatura suelen ser la cima de un género pero también su precipicio. La literatura gauchesca termina en sentido estricto con Hernández. “Martín Fierro” la lleva a su cenit pero también la clausura. Todos los artistas que vienen luego se preguntan cómo escribir sobre el gaucho después de ese poema, sus opciones tomaron diversos caminos, de uno de ellos te hablaré en esta columna.
“Santos Vega, el payador/ aquel de la larga fama/ murió cantando su amor/ como el pájaro en la rama”. Esta copla popular que se pierde en la noche de los tiempos habla de un payador legendario; sí, el mismo que tomó como personaje Ascasubi y luego fue convocado por diversos autores. Pero hay una obra en la que el ilustre payador se destaca, es el poema sobre su figura que compuso Rafael Obligado.
Mucho se ha debatido, creo que sin fundamento, sobre la existencia real de Santos Vega. Al parecer hubo un payador con ese nombre y que murió alrededor de 1825 y fue enterrado en una estancia por la zona del Tuyú. Mitre recoge testimonios en los que se afirma que Santos Vega murió de pena porque un joven cantor desconocido lo venció en una payada.
Obligado nació en 1851 y falleció en 1920. Podríamos incluirlo en la denominada “Generación del ochenta” de la que hablan los historiadores. Sin embargo hay algunas notas que son discordantes con respecto al conjunto de escritores. Una de ellas es que Obligado no fue político, ni ocupó cargos en el exterior, ni le interesó viajar a Europa o Estados Unidos. Amparado a la sombra de la fortuna familiar, Obligado fue un estanciero-poeta, defensor a ultranza de la tradición argentina y americana. Su obra poética es breve, algunos la ubican dentro de un romanticismo tardío, con aires simbolistas. En general todas sus composiciones tienen como núcleo el tema del recuerdo y la nostalgia de un tiempo feliz.
En el eje tradición(pasado)-progreso (futuro) se desenvuelve la obra más famosa de Obligado, el “Santos Vega”. En él no encontraremos la problemática real del gaucho ni una descripción de la vida en la llanura bonaerense, es que el autor está lejos de ser un escritor costumbrista, es un poeta lírico, y de los buenos. El poema consta de cuatro cantos escritos en décimas, en un lenguaje culto con algunos elementos populares. Acá te dejo la estrofa inicial para que aprecies el genio verbal de Obligado. “Cuando la tarde se inclina/ sollozando al occidente,/corre una sombra doliente/ sobre la pampa argentina./ Y cuando el sol ilumina/con luz brillante y serena/del ancho campo la escena,/ la melancólica sombra/ huye besando su alfombra/ con el afán de la pena”.
El canto final relata la payada entre Vega y Juan sin Ropa, un personaje misterioso que termina venciéndolo. Esa contienda es netamente simbólica, es el enfrentamiento entre la tradición y el progreso. No sin dolor, Obligado poetiza la derrota de su payador, sabiendo también que la tradición en la que él se crió lentamente iba dejando paso a un nuevo país. El canto se cierra con estos versos: “Ni aun cenizas en el suelo/ de Santos Vega quedaron,/ y los años dispersaron/ los testigos de aquel duelo;/ pero un viejo y noble abuelo,/ así el cuento terminó:/ ‘Y si cantando murió/ aquel que vivió cantando,/ fue, decía suspirando,/ porque el diablo lo venció”.
Néstor Tkaczek
ntkaczek@hotmail.com
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