Tonolec, música que se asienta en las raíces
Desde los sonidos electrónicos, el dúo que integran Charo Bogarín y Diego Pérez abordaron una búsqueda que los llevó a profundizar en su identidad.
Tonolec fusiona música electrónica con canto étnico qom y guaraní, y ofrendas a otras culturas, como la mapuche con “Que he sacado con quererte”.
Llegará con su música el 27 de este mes a las 21:30 en Casino Magic Neuquén y el 28, a la misma hora, en Casa de la Cultura de Roca. Antes de su arribo a la zona su cantante Charo Bogarín habló con “Río Negro”.
“El artista tiene una inquietud o curiosidad personal muy fuerte, que funciona como estímulo para llegar a ciertos lugares… Algunos tenemos más sensibilidad, otros menos, ahí están los planetas perfectamente alineados donde se pone el ojo en el lugar adecuado, en el tiempo propicio, y creo que esto nos pasó con Tonolec. Hace unos quince años atrás. Buscando nosotros un qué decir, justamente esa identidad, nos dimos cuenta de que la encontramos estando afuera”, así recordó Charo el inicio del dúo.
P- ¿Y cómo empezaron?
R- Empezamos haciendo música electrónica y hacia el año 2000, ganamos un concurso y nos fuimos a tocar a España. Sin escalas, del Chaco a Madrid, sin pasar por Buenos Aires. Ahí vimos, con Diego, que no hacíamos la música que muestra nuestros paisajes, nuestro continente, el color, los olores y sabores de nuestra tierra. Fue un despertar, un alumbramiento y una sensibilidad que estuvo a flor de piel. En principio, de un cambio personal, de apuntar hacia dónde queremos ir. En particular, Diego, investigando un sonido característico, y yo con mi búsqueda de una voz que pueda decir, que tenga ese qué decir, que le ponga el espíritu, el alma a lo que llevábamos a cabo. Y así comenzó nuestro camino de construcción.
P- ¿Cómo armaron su identidad?
R- Lo primero era saber, como artistas, qué decir cuando se habla del lugar de donde uno es. Pinta tu aldea y pintarás el mundo, ¿verdad? Nos pasó eso y el folclore es lo que cada lugar, cada región, cada continente, tiene de propio. En aquel entonces fuimos más allá de las formas tradicionales, de la chacarera, el gato, la chamarrita, el chamamé, hurgando un poquito más profundo. Allí encontramos a los pueblos originarios. Tuvimos la suerte de contar con el coro toba (qom) Chelaalapí, cuyos miembros fueron nuestros primeros maestros que nos iniciaron en este camino de la identidad más profunda de la Argentina. De saber que tenemos alternativa, que estos pueblos mantienen su cultura ancestral viva. Y de ahí, nuestro sendero fue primero personal, de imbuirnos de ese conocimiento; y luego, hacia afuera, funcionado de vínculo, diciendo a la gente, a través del arte, de la música, que existen estos pueblos y nosotros somos voceros, un puente cultural entre generaciones y culturas que se desconocían.
P- ¿Cómo se recibió la gente esa propuesta?
R- Nos asombraba empezar a mostrar nuestra música, cinco años después de iniciado este camino porque en 2005 recién salió nuestro primer disco, como muestra de un trabajo en serio y macerado. Nos llamaba la atención que la gente tenía una idea romántica de los pueblos originarios, que eran como en los libros, usaban plumas, taparrabos, andaban a caballo en pelo. Y había quienes desconocían que estaban vivos. Una imagen de “Manual Kapelusz”. La historia fue cambiando, por eso digo que nosotros, como artistas, estuvimos acompañados no solamente por nuestra sensibilidad de sentir lo que ocurría en el tejido social en la Argentina, de buscar y afianzarnos en nuestra identidad latinoamericana, y en particular como argentinos y nordestinos, como litoraleños. Fuimos viendo gente con necesidad de reconstruir una identidad que trataron de hacernos creer, veníamos con cabeza de ser colonia, de mirar siempre afuera y pensar que solo proveníamos de los barcos, cuando acá ya había civilizaciones mucho más avanzadas y evolucionadas, esperando a quienes venían de visita. Nosotros somos criollos, mestizos, lo que resultó de esa mezcla que cobró muchísimas vidas, pero también generó esta nueva raza que somos. Y nos tenemos que hacer cargo. Salimos con voz orgullosa a decir quiénes somos, a través del arte.
P- Rescatan culturas…
r- Ahora, está bien plantearse si uno viene a rescatar ciertos valores o si esos valores vienen a rescatarnos. Hablamos de revalorizar esta cultura, qué sé yo, hay que hacerlo, pero es como pensar que Colón vino con sus carabelas a recuperar a los aborígenes caribeños de su “salvajismo”. Nuestra tarea es justamente, sentirnos rescatados por esas culturas que siguen vivas y por sus valores que están más vigentes que nunca. Nuestra sociedad urbana está muy corrompida por el bombardeo mediático, por la sobreinformación que más que marcarnos un camino, nos pierde totalmente. Nos saca de eje y de un claro horizonte. En verdad, nos distrae siempre.
p- Ser uno para poder conocer…
r- Eso plantea que no existe la dualidad, el bien y el mal, lo demoníaco y lo angelical, en el sentido que nosotros entendemos. Hay algo sagrado, pero es la maravilla de estar con organismos vivos todo el tiempo. Cuando nos sentimos parte de y no se establece una dualidad entre hombre y medio ambiente, ocurren los cambios. Empezás a ver que lastimás seres con vida, que perjudicás el pedacito de tierra donde te tocó vivir, y saltan grandes temas de este momento como las variadas formas de contaminación del medio ambiente, de nuestro ecosistema, de los suelos, de los manantiales por las minas a cielo abierto, los cielos que también contaminamos…
“Somos criollos, mestizos, lo que resultó de esa mezcla que cobró muchísimas vidas pero también generó esta nueva raza”,
reflexiona Charo Bogarín sobre la identidad y el ser argentino.
¿Quienes son?
Charo Bogarín: Tataranieta del cacique guaraní Guayraré e hija de Francisco Javier Bogarín, congresista peronista de ligas agrarias, desaparecido y asesinado por la dictadura el 12 de setiembre del 76, Charo Bogarín nació en Clorinda, pero a raíz de aquel hecho, emigró a Resistencia con su hermana y su madre, maestra de frontera e ingeniera en sistemas. Autora, compositora, expresiva cantante, ejecuta además charango, nwiké o violín monocorde, chas chas, bombo legüero y sonajas varias. La sonoridad de Tonolec está impregnada de su voz poderosa e intimista que combina técnica lírica con modos guturales del canto natural de la tierra donde se crió.
Diego Pérez: Productor musical, compositor y multiinstrumentista, despliega su versatilidad con samplers, secuencias electrónicas, guitarra, cañas, piano y teclados. Con ellos crea, refinada y contundentemente, los ambientes sonoros y las atmósferas musicales de las canciones de Tonolec, transmitidas por ancianos qom del Chaco y los coros de niños mbya guaraníes de Misiones.
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Datos
- “Somos criollos, mestizos, lo que resultó de esa mezcla que cobró muchísimas vidas pero también generó esta nueva raza”,
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