¿Respuestas sencillas ante problemas complejos?

Avanza en diputados el tratamiento de un proyecto de ley destinado a crear un registro público de personas condenadas por abusos sexuales, con o sin acceso carnal, y otros delitos contra la integridad sexual. Es una iniciativa parlamentaria activada por el oficialismo ante el estupor colectivo causado por el femicidio de Micaela García, la cual ya recibió el aval de las comisiones de Legislación Penal, Justicia, y Presupuesto y Hacienda.

A partir de su sanción cualquier persona podrá consultarlo en la comisaría más cercana y, de ese modo, conocer la identidad, el domicilio e imagen de quienes hayan sido condenados por la comisión de esos delitos y luego recuperado su libertad.

En tanto formas delictivas que son objeto de un rechazo masivo, cualquier objeción a la concreción de ese registro puede traer consigo importantes cuotas de impopularidad. En ese sentido, quienes lo propugnan explotan su capacidad de calmar la razonable ansiedad colectiva que esas conductas suscitan.

Sin embargo, es conveniente reflexionar acerca de algunos aspectos de dicho registro e incluso interrogarnos en torno a si posee una real utilidad preventiva. ¿O acaso funcionará como un elemento distractor de soluciones más complejas y menos mediáticamente convocantes?

La cuestión viene al caso, pues en estos días se debaten una serie de proyectos de ley destinados a prolongar la experiencia penitenciaria, sin siquiera mencionar la necesidad de introducir serias reformas en ese ámbito crucial que es la cárcel.

Crucial, en tanto constituye la columna vertebral del gobierno de la penalidad.

En ocasiones resulta también conveniente revisar las experiencias producidas en otros escenarios sociales. En los Estados Unidos, por ejemplo, la organización Human Rights Watch dedicó dos años a investigar el resultado de las políticas criminales en materia de delitos sexuales.

Recientemente se publicó el resultado de ese trabajo, que alcanza las 146 páginas, y lleva por título: “No hay respuestas fáciles: leyes sobre delincuentes sexuales en los Estados Unidos”.

Los investigadores de Human Rights Watch realizaron más de 200 entrevistas con una gran variedad de involucrados. Entre ellos, víctimas de violencia sexual y sus familiares, condenados por esos delitos, operadores judiciales y profesionales proveedores de tratamiento.

El informe sostiene que hay poca evidencia de que los registros públicos de condenados eviten la violencia sexual. Entre otros motivos, debido a que el rechazo social que produce saberlos cerca los obliga a cambiar reiteradamente su lugar de residencia

De ese modo, se los fuerza a vivir lejos de sus hogares, empleos y tratamientos. Situación que, en la práctica, opera como una pena informal de destierro e impide supervisar adecuadamente la evolución de cada uno de esos ex-condenados.

El informe cuestiona la creencia ampliamente compartida, también en nuestro país, basada en la premisa de que “una vez que se incurre en un delito sexual, se es un delincuente sexual para siempre”.

Se trata de una premisa a través de la cual, sin soporte empírico alguno, y aun en ausencia de estadísticas oficiales que den cuenta de los índices de reincidencia, se suele difundir el carácter irrecuperable de quienes así delinquen.

Lo que sí surge del informe, en cambio, es que los ofensores sexuales requieren de un tratamiento puntual, multidisciplinario y eficaz, con el objeto de remover las causas que operan como detonantes de sus ataques.

Y también de políticas públicas que, mientras dure su estancia en prisión e incluso con posterioridad, hagan del abordaje de sus respectivas problemáticas un asunto insoslayable.

Al menos, si en verdad lo que se pretende es prevenir nuevos ataques sexuales en el futuro.

No siempre lo que brilla es oro. Menos aún, en materia criminológica, cuando las urgencias se refieren a manifestaciones delictivas que producen daños profundos y una gran conmoción colectiva.

(*) Profesor titular de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN)

¿El registro posee una real utilidad

preventiva, o acaso funcionará como un elemento distractor de soluciones más complejas?

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