En auto, a caballo o a pie: la devoción conduce a Ceferino
A la altura de Chimpay, la Ruta 22 está congestionada: son los fieles del beato que se reúnen en la pequeña localidad para venerar al “Lirio de la Patagonia”. Vienen de Necochea, Madryn y el Alto Valle a rezar y agradecer.
A caballo, a pie, en auto, en casillas rodantes. La ruta 22, a la altura de Chimpay, tiene un movimiento incesante. Desde la zona del Valle llegan la mayoría de los vehículos y los caminantes que ingresan a la ciudad. Todos tienen un único objetivo: congregarse en la pequeña ciudad del Valle Medio, que este fin de semana rendirá culto Ceferino
“Este año va a haber más gente que el año pasado. Desde el martes empezó a llegar gente”, asegura María Torres, que atiende el pequeño comercio ubicado cerca de la capilla de Ceferino, donde se venden todo tipo de recuerdos religiosos. En la santería se amontonan los fieles que quieren la figura de “el lirio de la Patagonia”, o una crucecita, o las estampitas.
Jesús, un joven de poco más de 20 años, camina junto con su mujer al costado del camino que lleva a Chimpay. “Voy por primera vez a Ceferino. Vamos en señal de agradecimiento”, dice. Voy con Guadalupe, mi mujer”, cuenta el joven que salió desde Coronel Belisle y que calculó que el viaje de 18 kilómetros a pie les podría demandar poco más de 4 horas.
Ir a Ceferino es una conjugación que se escucha en estos días. Los fieles no vienen sólo a esta ciudad de Valle Medio. Vienen a Ceferino, a cumplir una promesa, a pedir, o a participar de la gran misa que se celebra el domingo.
En el parque, las historias se replican.
“Somos de Necochea. Hace cerca de 20 años que venimos. Encontramos mucha fe. Y sobre todo en este momento que está todo tan difícil. A nosotros, nuestras madres nos legaron la fe. Ahora estamos en Necochea pero nacimos en Pedro Luro. A mi mujer la operaron, y le prometí que si ella volvía a caminar yo le caminaba hasta Fortín Mercedes –donde también se rinde tributo a Ceferino-. Después como me pareció que le habíamos dado poco, así que le camine desde el 13 de agosto hasta el 21 de agosto, desde Fortín Mercedes hasta Chimpay”, se enorgullece Jesús Femeninas, sentado al lado de su mujer.
Ellos, como tantos otros, miran la imagen de madera de Ceferino y se arriman para tocar a quien consideran ya santo. Es un hombre grande envuelto en un poncho rojo que porta una cruz de madera tan alta como él.
A la vera del monumento, Mario Pérez acomoda los cables del sonido junto con un par de ayudantes. Su voz es reconocida por los peregrinos: es quien canta en las misas y hace la recepción de los fieles con sus palabras. “Unos años estuve alejado. Pero desde hace tiempo estoy siempre cercano. Me empecé a involucrar cuando se hizo una comisión grande y se hicieron las reformas en el parque”, cuenta Mario, con esa voz tan conocida para todos los que llegan a este lugar. “Nosotros los recibimos con el canto, con la música, sobre todo porque ellos hacen mucho esfuerzo para llegar. Esto es bueno porque conoces mucha gente. Incluso te acercan canciones”, agregó.
El parque se va poblando. Esas hectáreas verdes se van llenando de carpas, y casillas.
Muchos llegaron el miércoles. A la espera del domingo, van a la misa a la ermita donde esta la imagen de Ceferino. Muchos otros pasean por el parque y otros organizan asados, recorren los puestos que ya están armados, confraternizan, comparten mates.
En el camping se ven muchos jóvenes: son los que aprovechan el día soleado jugando al fútbol, al vóley, a las cartas.
“Veintiocho años hace que venimos, siempre con mi mujer. Todos los años vengo a celebrar mi cumpleaños con Ceferino. No nos podemos quejar porque siempre nos cumplió. Muchísima gente viene desde Madryn. Ahora se sumaron nuestro hijo, nuestra nuera. Siempre venimos antes. Ahora llegamos el miércoles”, cuentan Juan y Delia, que llegaron desde Puerto Madryn.
A pocos metros, otra familia acomoda su vehículo. “Pregúntele a la mujer de la santería que nos conoce”, desafía Chiquita Pérez, una mujer locuaz, simpática, que llegó junto a su esposo y una pareja de amigos, y que sabe que aquí juega de local.
Asombra la fe: hace 53 años que llegan hasta Chimpay, incluso antes que se comenzara a realizar la peregrinación.
“No sólo venimos acá sino que vamos a San Ignacio. Encontramos en Ceferino todo: tranquilidad, cumplir las promesas que hemos hecho, ahora tengo intensiones muy importantes. Para nosotros es mucho, es muy fuerte”, dice.
En un rincón hay un grupo de familias de San Antonio. Planean todo el año el viaje para celebrar a Ceferino. Forman sus vehículos y carpas en un extenso círculo. “Habla con él. Nosotros nos vamos a misa”, dice un hombre boina negra que parte raudo a cumplir sus deberes de fiel servidor y señala a Aníbal Isaguirre, que hoy está encargado de cocinar.
“Fijos, somos 60 personas, pero luego llegan más amigos, así que para el domingo vamos a ser entre 70 u 80 en total. Yo en particular, hace 10 años que vengo” , cuenta Aníbal mientras cocina para todos.
“Estos últimos años nos empezamos a organizar mejor. Lo que hacemos es ir pagando una cuota mensual y con ese fondo compramos la comida y todos los insumos de acá. Después se sortea quiénes cocinan cada día, quiénes limpian. La organización empieza ya, un mes después de que nos vayamos de acá, es decir en setiembre. Hacemos reuniones previas y nos vamos organizando”, detalla la mecánica del grupo que debe convivir en este campamento religioso.
Como ellos, miles más se sumarán entre hoy y mañana al parque ceferiniano para participar de esa celebración anual en la que cada uno renueva su fe, agradece por sus plegarias atendidas o ruega.
La ruta que llega a Chimpay sigue repleta al atardecer. La ciudad se va poblando y en el camping, los fogones se multiplican.
“Nosotros los recibimos con el canto, con la música, sobre todo porque ellos hacen mucho esfuerzo para llegar”.
Mario Pérez, el locutor que narra los ingresos al parque ceferiniano.
“Veintiocho años hace que venimos con mi mujer desde Madryn. No nos podemos quejar porque siempre nos cumplió”.
Juan viene todos los años con su mujer, y ahora con su hijo y su nuera también.
“Somos de Necochea. Hace 20 años que venimos. Encontramos mucha fe. Y sobre todo en este momento que está todo tan difícil”.
Jesús Femeninas y su mujer son de Necochea. Él caminó en agradecimiento.
“Fijos, somos 60 personas, pero luego llegan más amigos, así que para el domingo vamos a ser entre 70 u 80 en total”.
Aníbal, que hace diez años viene con amigos y familiares de San Antonio.
Voy por primera vez a Ceferino. Vamos con mi mujer, Guadalupe, en señal de agradecimiento. Salimos de Coronel Belisle y vamos a caminar unas cuatro horas hasta llegar”.
Jesús, de 20 años, visita por primera vez a Ceferino
sergio escalante
Precios
Datos
- “Nosotros los recibimos con el canto, con la música, sobre todo porque ellos hacen mucho esfuerzo para llegar”.
- “Veintiocho años hace que venimos con mi mujer desde Madryn. No nos podemos quejar porque siempre nos cumplió”.
- “Somos de Necochea. Hace 20 años que venimos. Encontramos mucha fe. Y sobre todo en este momento que está todo tan difícil”.
- “Fijos, somos 60 personas, pero luego llegan más amigos, así que para el domingo vamos a ser entre 70 u 80 en total”.
- cuesta el estacionamiento en el parque por auto. Las camionetas pagan $ 150, los colectivos y camiones $ 200 y las casillas $ 150.
- $ 100
- cobran el estacionamiento fuera del parque. Las trafics
$ 200 y los colectivos $ 300. - $ 50
- por día se paga por la carpa en el camping. Los baños cuestan $ 5 y hay duchas gratuitas y otras que son cabinas a $ 50.
- $ 50
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