Mujeres neuquinas que quieren dejar su huella en el cielo

Yasmín, Candelaria, Constanza y Andrea sueñan con ser comandantes de una aeronave. Entrenan fuerte en el Aeroclub de Neuquén y suman horas. Aseguran que no fue fácil el ingreso en un ambiente mayoritariamente ocupado por varones. Pero los sueños que arrancan de niñas son más fuertes.

Los aviones Piper y Cessna son los ideales para comenzar a dominar las alturas y obtener la licencia habilitante como piloto. (Foto: Florencia Salto)

Tener la posibilidad de pilotear un avión tal vez ha sido el sueño de muchos. Simplemente al ver cómo despega o aterriza un vehículo que revolucionó las leyes de gravedad es sinónimo de curiosidad, de intriga e incluso hasta de cierto temor.

Las sensaciones son múltiples, explican los pilotos e incluso pasajeros. En el Aeroclub de Neuquén con 16 años y 9 meses de edad una persona puede adentrarse a ese mundo tomando las primeras clases o simplemente con un vuelo de bautismo. Muchos lo hacen simplemente por la pasión de volar. Mientras que otros, en cambio, apuestan a construir una carrera profesional a futuro.

Alimentar la expectativa de poder convertirse en piloto privado y más tarde en comercial es lo que moviliza principalmente a los jóvenes neuquinos que llegan al Aeroclub, pero en particular a cinco mujeres.

Como en tantos oficios y rutas cotidianas, ellas han luchado incansablemente por ocupar espacios que estuvieron relegados a los hombres durante años. Pero en el interior de aviones como los diminutos Cessna o Pipper, supieron que las mujeres habían llegado para quedarse.

Yasmín Gómez nació en Neuquén, tiene 25 años y se asoció al club en el 2012 logrando obtener hace muy poco tiempo la Licencia Piloto Privado de Avión (PPA), el punto de partida de su nueva aventura.

Pero antes de llegar a la meta recordó: “Estaba en el patio de mi casa y como estaba cerca del aeropuerto todo el tiempo le veía la panza impresionante a los aviones que salían o llegaban. Era muy chica, jugaba, lo escuchaba pero quería estar ahí”.

La ilusión de esa infancia quedó en el olvido, pero al cumplir los 14 años hizo su primer vuelo de bautismo, y cuando obtuvo la edad necesaria decidió unirse al mundo de la aviación.

Si bien es administradora de empresas, afirmó que su pasión por volar se alimenta día a día. “Estoy en proceso de terminar las 200 horas que se necesitan para obtener la licencia de Piloto Comercial de Avión (PCA), para realizar vuelos comerciales de un particular o de una empresa en forma remunerada”, explicó mientras recuerda el viaje que hizo a La Plata el año pasado en una de las unidades del club para presenciar el Primer Encuentro de Mujeres en la Aviación.

A su lado está la más chica del grupo. Se trata de Candelaria Aguilera que con solo 19 años, le faltan 20 horas para obtener la licencia PPA. “Venía mucho al aeropuerto porque mi papá viajaba permanentemente en avión por su trabajo. Y la primera vez que me subí a uno tenía ocho años. Iba caminando por la plataforma y no podía dejar de asombrarme por la inmensidad de la aeronave. Ahí empezó todo, supe que quería esto”, afirmó la joven cuya sonrisa no deja de expresar la felicidad que siente al estar allí.

“No es fácil empezar en esto, generalmente es todo un ámbito de hombres y la familia se inhibe un poco ante la duda de lo que puede llegar a pasar o por miedo a que la pases mal. Y sí, me costó convencerlos”, explicó Aguilera.

De la ciudad de Buenos Aires llegó hace seis años Andrea Iacyk (30), quien recordó que durante su infancia y adolescencia ir con su padre a Aeroparque y ver cómo aterrizaban y despegaban los aviones era una rutina casi obligada. Contó que lo suyo es por tener espíritu aventurero. “Estudié profesorado de artes visuales y soy profesora. Lo llamativo es que recién a los 21 años tuve la posibilidad de viajar en un avión cuando me fui a Ushuaia. Me dio tanta curiosidad que quería seguir volando, tenía la necesidad de experimentar pilotear”, agregó la joven piloto.

Así fue como inició sus primero pasos, y ahora ya tiene la licencia PPA y sus días de entrenamiento siguen vigentes.
Cada una de las mujeres dejó mucho de sí y no escondió sensaciones o experiencias al aterrizar en la pista del aeropuerto Presidente Perón y del Aeroclub que fue fundado en 1934.

En el aire pasaron por el nerviosismo que genera el transporte, el silencio de las alturas, la mirada de la geografía, los desafíos del viento o las tormentas en pleno vuelo.

Pero claro que no todas buscan el mismo cielo. La neuquina Constanza Sandoval decidió irse a Chile para completar su carrera profesional y obtener la Licencia Comercial de Primera y la Licencia de Piloto de Transporte de Línea Aérea (TLA) que le habilitarán la pista para volar como copiloto en una línea de servicios regulares.

A pesar de que la mayoría de ellas no contó con un entorno familiar ligados a la aviación, sostienen que eso no fue ni será un obstáculo para la pasión. Lo cierto es que sus padres y madres no ocultaron la extrañeza y el temor por volar a no menos de mil metros de altura.

“Hubo apoyo, aunque es lógica la preocupación de los padres cuando uno dice quiero ser piloto y lleva a la práctica las ganas de volar” concluyó la piloto Andrea Iacik.

En números

145
asociados tiene el Aeroclub de Neuquén. De ese total, solo 7 son mujeres y 4 se entrenan para ser pilotos.
3.400
pesos cuesta la hora de vuelo para obtener la licencia. Se requiere sumar de 40 a 50 horas.

250
horas se necesitan para ser piloto comercial, a lo que hay que agregar una capacitación que incluye conocimientos científicos y aptitud psicofísica.
850.000
pesos es el costo total del proceso para obtener la licencia de piloto comercial, una vez cumplidas las 250 horas exigidas.

Un encuentro nacional las reúne año tras año

Las aviadoras neuquinas dicen que la primera hora de vuelo es una sensación inexplicable. Desde allá arriba se ve y se siente todo diferente. Y lograr trabajar en una línea aérea es la culminación de una carrera, que el piloto realiza en forma progresiva y por etapas, a través de la cual avanza en la obtención de diferentes licencias y habilitaciones.
Al preguntarles si alguna quiere ser comandante, la respuesta es un “sí” rotundo.

“Una a veces descarta la opción por el costo, porque es difícil, porque no hay lugar casi para nosotras. Pero si se quiere se puede. El ambiente te recibe y tiene que naturalizarse que también es de nosotras” sostuvo Yasmín Gómez, una de las neuquinas que se decidieron a domar el cielo.

Por su parte, Candelaria Aguilera aclaró que “al principio capaz que uno se achica por el hecho de ser mujer, uno piensa que está lleno de hombres con mucha experiencia. Pero nunca te sentís menos por eso, sino todo lo contrario”.

Según las últimas estadísticas oficiales difundidas durante el Primer Encuentro de Mujeres en Aviación celebrado en la localidad de Ezpeleta, Buenos Aires, sólo el 3% de las licencias de piloto aviador son obtenidas por mujeres. Es una tendencia que se da en todo el mundo.

Esta cifra de manera aislada, sólo en Estados Unidos se incrementa al 6%.
A pesar de que los motivos son diversos, en Argentina solamente hay 22 pilotos comerciales mujeres contra 1.623 hombres, según datos que aporta la Administración Nacional de Aviación Civil. Dicha proporción es casi igual en la actividad aeronáutica no comercial.
Estas mujeres aprenden a volar para poder revertir esas estadísticas.


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