La casa de vidrio sacude la cara conservadora de Chile 

Obispos y grupos religiosos están indignados por la propuesta artística, financiada con dinero del Estado, que tiende a abrir una polémica sobre la vida privada y la vida pública. Frente a una iglesia, la casa y las actividades de su joven ocupante son toda polémica.

SANTIAGO (Reuters).- Con dinero de las arcas fiscales se instaló en el centro de Santiago y en el corazón de la conservadora sociedad chilena una casa transparente donde una mujer vive como cualquier otro ciudadano. La cama, la ducha, el inodoro y la cocina, todo está a la vista de los transeúntes que se agolpan en los costados de la pequeña vivienda de vidrio, creada para abrir el debate sobre los espacios públicos y privados.

“La idea era poner a una persona viviendo y mostrando su vida normal. Lo ideal habría sido hacerlo en una plaza, pero la legislación chilena no lo permite”, dijo Arturo Torres, uno de los arquitectos responsables de la iniciativa.

La actriz Daniella Tobar duerme, se viste, come, va al baño y recibe a sus amigos desde el lunes con los ojos de los curiosos encima. También enfrenta los poco delicados halagos masculinos cuando sale de su casa, en la que vivirá por dos semanas.

“Adan y Eva estaban desnudos en el paraíso, pero cuando tomaron conciencia de su falla se ocultaron de los ojos de Dios, dice la biblia, y buscaron con qué taparse”, dijo el conservador obispo Orozimbo Fuenzalida.

Tobar se siente lejos del paraíso y más cerca de un zoológico. “Me siento un poquito en un zoológico de cristal, creo que la gente no está preparada y en este país la gente tiene que aprender a ver la belleza de las cosas cotidianas, que se vean ellos mismos en su casa”, dijo la actriz a una radio.

El proyecto de la casa de vidrio nació en 1998 y costó unos 20.000 dólares, financiados por el gubernamental Fondo Nacional para el Desarrollo de las Artes (Fondart). Los encargados de cultura del gobierno apoyan totalmente la iniciativa.“Lo que hacemos es dar un ámbito de libertad, donde no exista la censura de ninguna especie”, dijo el director de cultura del gobierno, Claudio Di Girólamo.

Los arquitectos de la casa de vidrio, graduados en la Universidad Católica, parecen haber logrado su principal objetivo: convocar a los ciudadanos a opinar sobre la vida común. “¿Qué es esta casa transparente? ¿Un proyecto de arte? Lo encuentro genial porque interrumpe la monotonía del paisaje del centro”, dijo María Ibáñez, una joven.

No se marginaron de la discusión las voces de moralistas de Chile, un país que no acepta el divorcio y que todavía censura la publicación de libros y películas. Los más conservadores de la Iglesia Católica y miembros del grupo privado El Porvenir de Chile, mostraron su molestia. “El pudor no está sometido al libertinaje”, dijo el obispo Fuenzalida.

El sacerdote se opuso a la difusión en Chile de la película “La última tentación de Cristo” y estuvo en desacuerdo con una ley de filiación que terminó con las diferencias entre los niños nacidos dentro y fuera del matrimonio.

Esta vez la condena fue tajante: “Las cosas íntimas y privadas necesitan del pudor y no son para mostrarlas en público, de lo contrario las ciudades serían de vidrios y los cinco millones de cristianos en Santiago viviríamos en jaulas de vidrio”.

Para colmo, la casa con su atractiva habitante, está frente a una iglesia. Desde las escalinatas del templo la vista es privilegiada. “Se llena de gente en la entrada (de la iglesia) que vienen a ver esta inmoralidad y yo no sé como echarlos”, dijo María Eugenia, una feligresa.

“Creo que Chile siempre ha sido una isla, en la medida que tiene una cordillera y un mar que lo separan de todo, y eso ha influído en que tenemos poco conocimiento del arte en el mundo”, dijo la directora del Fondart, Nidia Palma.  


SANTIAGO (Reuters).- Con dinero de las arcas fiscales se instaló en el centro de Santiago y en el corazón de la conservadora sociedad chilena una casa transparente donde una mujer vive como cualquier otro ciudadano. La cama, la ducha, el inodoro y la cocina, todo está a la vista de los transeúntes que se agolpan en los costados de la pequeña vivienda de vidrio, creada para abrir el debate sobre los espacios públicos y privados.

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