“Actitud renovada del gobierno”

Por años se discutió sobre el periodismo de información y el de formación. En mi opinión, deben existir los dos; ello implica tener pasión por la lectura y por la escucha respetuosa de todas las opiniones y, al mismo tiempo, evita que caigamos en la soberbia y el autismo que nos destruye, nos aísla y no nos deja crecer. En una nota de opinión –“¿Una nueva actitud?”– de Antonio Camou, editada por este medio el 1 del corriente, se propone un desarrollo sobre otra nota aparecida en el diario “Perfil” del 19 de enero –“Juicio o pacto”, de Beatriz Sarlo–. La misma desarrolla un tema tantas veces y largamente tratado como “corrupción”, consecuencia de la mentira que termina inexorablemente con toda una sociedad. Éste sería el caso de la nuestra, víctima del actual gobierno con su permanente discurso simplista, demagógico y populista. En notas de mi autoría –“Imperios” (11/11/ 13), “Inflación, mentiras, demagogias y populismo” (7/2/14) y “Portación de apellidos” (3/3/14), todas referidas al mismo tema– existen citas ilustrativas de recomendable lectura. Volviendo a Beatriz Sarlo, al referirse a los funcionarios salientes de un gobierno, en “juicio a los corruptos o pacto de amnistía” se pregunta con qué hilos se urde la espesa trama que los intelectuales kirchneristas han tejido alrededor de la corrupción. La misma propone al menos tres hipótesis para el debate; sucintamente me referiré a dos de ellas: • La primera, muy difícil de creer, es cómo amasaron cuantiosas fortunas, entre otros, Amado Boudou, Lázaro Báez, Rudy Ulloa, los Schoklender, Cristóbal López, los dueños de Electroingeniería, Ricardo Jaime, los Cirigliano o la propia familia Kirchner, con un “modelo” poco serio y que muy pocos entienden, frente a equivalentes de la talla de Bill Gates o Steve Jobs, que fueron exitosos e innovadores y a fuerza de trabajo, ingenio y constancia lograron lo mismo en el marco de sociedades abiertas y mercados competitivos. • La segunda es hacerle creer a la sociedad que los horrores que enfrentamos, desde el imperio americano, el capitalismo, el neoliberalismo y todos los ismos, son tan vastos y de una magnitud tal que los “pecados menores” –corrupción mediante– habrán de ser redimidos en el tiempo, cuando se alce definitivamente nuestra voluntad emancipadora. Aquí se hace necesario entender claramente que la “corrupción” ataca las mismas bases de la confianza social puesto que es en sí misma una herida moral que nos atraviesa y destruye a todos. Sarlo sostiene que se debería comenzar a pensar los casos de corrupción como delitos contra la comunidad política; puede éste ser el principio de una renovada arquitectura jurídico-institucional que estamos necesitando. Este flagelo social no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo y, por otra parte, encontramos mínimas pero válidas excepciones en aquellos políticos que no son corruptos. Así, por años y con gobiernos de distinto signo político, asistimos a miles de episodios de corrupción y la retórica a la cual fuimos y somos sometidos es siempre la misma: comienza con la mentira y termina en una burla. Lo expuesto conlleva al surgimiento de una sociedad cada vez más dividida, donde se instalaron –en aumento por la impunidad– la corrupción en todos los niveles políticos e institucionales, la pobreza, la inseguridad, el desempleo, la falta de políticas serias en materia de educación, la falta de políticas de largo plazo para generar un país previsible, el descrédito frente a la comunidad internacional y, hoy por hoy, tal vez el mayor de los flagelos, la droga o la lucha contra el narcotráfico, problemática que debería merecer la mayor de las atenciones del gobierno. ¿Habrá una actitud renovada por parte del gobierno o seguiremos inmersos en un país gobernado por corruptos, muchos de ellos a punto de abandonar este barco y subirse al próximo sin posibilidades de juicio y protegidos por un pacto de amnistía? Silvano Giacolla Caruso DNI 8.119.343 Cinco Saltos


Por años se discutió sobre el periodismo de información y el de formación. En mi opinión, deben existir los dos; ello implica tener pasión por la lectura y por la escucha respetuosa de todas las opiniones y, al mismo tiempo, evita que caigamos en la soberbia y el autismo que nos destruye, nos aísla y no nos deja crecer. En una nota de opinión –“¿Una nueva actitud?”– de Antonio Camou, editada por este medio el 1 del corriente, se propone un desarrollo sobre otra nota aparecida en el diario “Perfil” del 19 de enero –“Juicio o pacto”, de Beatriz Sarlo–. La misma desarrolla un tema tantas veces y largamente tratado como “corrupción”, consecuencia de la mentira que termina inexorablemente con toda una sociedad. Éste sería el caso de la nuestra, víctima del actual gobierno con su permanente discurso simplista, demagógico y populista. En notas de mi autoría –“Imperios” (11/11/ 13), “Inflación, mentiras, demagogias y populismo” (7/2/14) y “Portación de apellidos” (3/3/14), todas referidas al mismo tema– existen citas ilustrativas de recomendable lectura. Volviendo a Beatriz Sarlo, al referirse a los funcionarios salientes de un gobierno, en “juicio a los corruptos o pacto de amnistía” se pregunta con qué hilos se urde la espesa trama que los intelectuales kirchneristas han tejido alrededor de la corrupción. La misma propone al menos tres hipótesis para el debate; sucintamente me referiré a dos de ellas: • La primera, muy difícil de creer, es cómo amasaron cuantiosas fortunas, entre otros, Amado Boudou, Lázaro Báez, Rudy Ulloa, los Schoklender, Cristóbal López, los dueños de Electroingeniería, Ricardo Jaime, los Cirigliano o la propia familia Kirchner, con un “modelo” poco serio y que muy pocos entienden, frente a equivalentes de la talla de Bill Gates o Steve Jobs, que fueron exitosos e innovadores y a fuerza de trabajo, ingenio y constancia lograron lo mismo en el marco de sociedades abiertas y mercados competitivos. • La segunda es hacerle creer a la sociedad que los horrores que enfrentamos, desde el imperio americano, el capitalismo, el neoliberalismo y todos los ismos, son tan vastos y de una magnitud tal que los “pecados menores” –corrupción mediante– habrán de ser redimidos en el tiempo, cuando se alce definitivamente nuestra voluntad emancipadora. Aquí se hace necesario entender claramente que la “corrupción” ataca las mismas bases de la confianza social puesto que es en sí misma una herida moral que nos atraviesa y destruye a todos. Sarlo sostiene que se debería comenzar a pensar los casos de corrupción como delitos contra la comunidad política; puede éste ser el principio de una renovada arquitectura jurídico-institucional que estamos necesitando. Este flagelo social no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo y, por otra parte, encontramos mínimas pero válidas excepciones en aquellos políticos que no son corruptos. Así, por años y con gobiernos de distinto signo político, asistimos a miles de episodios de corrupción y la retórica a la cual fuimos y somos sometidos es siempre la misma: comienza con la mentira y termina en una burla. Lo expuesto conlleva al surgimiento de una sociedad cada vez más dividida, donde se instalaron –en aumento por la impunidad– la corrupción en todos los niveles políticos e institucionales, la pobreza, la inseguridad, el desempleo, la falta de políticas serias en materia de educación, la falta de políticas de largo plazo para generar un país previsible, el descrédito frente a la comunidad internacional y, hoy por hoy, tal vez el mayor de los flagelos, la droga o la lucha contra el narcotráfico, problemática que debería merecer la mayor de las atenciones del gobierno. ¿Habrá una actitud renovada por parte del gobierno o seguiremos inmersos en un país gobernado por corruptos, muchos de ellos a punto de abandonar este barco y subirse al próximo sin posibilidades de juicio y protegidos por un pacto de amnistía? Silvano Giacolla Caruso DNI 8.119.343 Cinco Saltos

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