Día del lector: «los escritores no existimos sin lectores»

Por Armando Mario Márquez*

«Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”.

Jorge Luis Borges, en poema “Un lector”, publicado en “Elogio de la sombra”, 1969.

Conforme lo establece la ley número 26.754, sancionada en 2012, cada 24 de agosto los argentinos celebramos el Día del Lector, en cuyos considerandos advertimos que su objetivo es “promover la lectura y la democracia a través de la realización en dicha fecha de actos de divulgación de las letras y de reconocimiento a la obra y trayectoria de la máxima figura de la literatura nacional”.

Jorge Luis Borges, a él se refiere la norma, es una de las figuras más destacadas de nuestra literatura nacional. Nació el 24 de agosto de 1899 en la ciudad de Buenos Aires, en la céntrica casa que habitaban sus padres en Tucumán 840, entre Esmeralda y Suipacha, para mudarse muy poco después a la casona de Serrano 2155, ésta en el Palermo al que consideró “su” barrio, a tal punto que en su poema “Fundación mítica de Buenos Aires” (escrito en 1929), dice: “…A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires, la juzgo tan eterna como el agua y el aire” y, versos arriba, ubicaba esa mítica fundación en “…la manzana pareja que persiste en mi barrio: Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga…”. La muerte lo alcanzó en la ciudad suiza de Ginebra el 14 de junio de 1986.

Su proficua producción, en prosa y poema, inmensa desde ya, se vio superada por todo aquello que fue su lectura y que volcó en su obra literaria: con razón indicaba que no se podía ser escritor si, primeramente, no se era un entusiasta lector, como él lo fue.

Esa excepcional inter-alimentación entre lector y escritor fue lo grandioso y variado de su obra, perfecta combinación entre lo leído y lo escrito, en ambos casos con indisimulado placer.

¿Existe el escritor sin lector?, sabemos la respuesta negativa de la ecuación inversa, de ahí que el lector es la razón y el destino directo de cada obra literaria, por más pequeña que sea: el escritor toma una parte de su realidad (o irrealidad), la transforma y, así, la vuelca al papel con el objeto que el lector la reciba y la interprete. Esa mágica relación es la esencia de la vida literaria.

Los escritores no existimos sin lectores. De ahí, en la memoria de uno de nuestros grandes, el más y mejor lector, ofrecemos nuestro homenaje a ellos en su día.

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* Presidente de la filial Neuquén de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE)


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