Alejandro Jodorowsky: el despertar de la conciencia
“Ojo de oro” es el nuevo libro del psicomago
El último libro de Alejandro Jodorowsky, “Ojo de oro”, es un volumen, acaso metafísico, donde el escritor, cineasta, dramaturgo, poeta, compositor y creador de una técnica terapéutica llamada psicomagia, a sus 83 años, reúne cerca de tres mil frases usadas en la red social Twitter –tuits–, que funcionan como un recorte de muchas ideas místicas elaboradas a lo largo de la historia. “Cuando me bauticé como ‘@alejorowsky’ para expresarme en Twitter bajo el lema ‘Re-volución poética, la Conciencia al poder’, al contrario de quienes utilizan este medio para hablar de ellos mismos, me prometí entrar en el territorio de lo impersonal, hablando solo de temas exentos del aroma a ombligo que se desprende de tantos tuits”, explica el autor de “La danza de la realidad” en la introducción del libro, publicado por Grijalbo. Y señala: “La tarea, a pesar de no ser fácil, se convirtió en un juego enriquecedor. Cualquier pensamiento, por importante y complejo que fuera, tenía que ser condensado en una frase de 140 caracteres, menos sí, pero ni uno más”. “A las frases –continúa–, por su implacable impersonalidad, las llamé Metaforismos. Escarbé en antologías de refranes de todos los países, y transformándolos o desviándolos hacia significados psicológicos, los llamé Psicoproverbios”. “Los más difícil de todo –cuando tuve que entablar el diálogo y me bombardearon con preguntas sobre problemas personales– fue condensar los actos de psicomagia en tan pocas palabras”, dice. Dividido en tres capítulos, uno conformado por una selección de aproximadamente 3.000 tuits (”Metaforismos y Psicoproverbios”), otro dedicado a responder consultas de usuarios (“Preguntas y respuestas”), y otro integrado por reflexiones con los hexagramas del mítico I Ching (“Poesofía”), el libro apunta a la sanación personal, comenzando por una base: el nombre. El autor de “El Topo” dice: “Una de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido, que se van infiltrando en el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble”. Y continúa: “Luchamos por hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer. El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social, especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho o poco que somos”. Finalmente, el autor de “Yo, el tarot”, afirma: “Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra conciencia y despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos que hacer es luchar con el nombre para impedir que nos domine y, respetándolo, transformarlo”. Lograr el propio nombre Según el artista y terapeuta, cada uno debe lograr elevar su propio nombre, expulsando la idea de que valorarse es un delirio del ego, sino que, por el contrario, despreciarse es el verdadero delirio, y comprendiendo que esa actividad es un paso esencial para entrar en la vía del desarrollo de la Conciencia. Por eso exclama: “¡Todos los nombres son sagrados!”. La dominación del ego –no su aniquilación–, y la generación de conciencia son dos puntos importantes que giran en todo el libro. Por eso, entre las primeras frases que se encuentran, figuran: “Cuanto más esfuerzos haces para liberarte de tu ego, más crece. No es él quien te encadena, eres tú quien lo cultiva”. Y más adelante: “El universo nos ha ofrecido una preciosa finalidad: ser creadores de conciencia”. Alejandro Jodorowsky nació en Tocopilla, Chile, en 1929, y se nacionalizó francés en 1980. Es novelista, dramaturgo, poeta, ensayista, director teatral, cineasta, actor, mimo, marionetista, compositor de bandas sonoras, escultor, pintor, escenógrafo, guionista de cómics, dibujante, instructor del tarot y psicoterapeuta. Es, además, creador de la Psicomagia, una técnica terapéutica que conjuga los ritos chamánicos, el teatro y el psicoanálisis, intentando provocar en el paciente una catarsis de curación. En el libro, y acaso en toda su obra, Jodorowsky propone una resignificación del concepto de enfermedad. “El arte de sanar –dice– procede a despertar en el consultante sus íntimos valores espirituales, no considerándolo enfermo, sino un ser esencialmente sano, invadido por órdenes de ser lo que no es y prohibiciones de ser lo que es, que le han sido injertadas mayormente en la infancia”. (Télam)
Juan Rapacioli
“El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y errores”, sostiene el escritor.
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