Alem, Mitre y los nuevos chicos del barrio
La llegada de Roca al poder en 1880 no fue sin conflictos, más allá del credo de Paz y Administración que el tucumano se propuso desplegar a lo largo y ancho de la joven nación. El tercer presidente consecutivo del interior, amén de sus palmares desérticos, no era bien visto por los porteños (acaso nunca lo fue del todo). La federalización de la ciudad de Buenos Aires y el tentador puerto recrudeció el conflicto primigenio de las provincias unidas que terminó en un crudo enfrentamiento. De este, se sabe, salió victoriosa la coalición del interior, acabando con décadas de guerra civil. La Pax Roquista sería, sin embargo, más frágil de lo que parecía en octubre del 80.
Una década más tarde, en 1890, algunas de las principales voces que habían enfrentado al estado nacional en la cuestión federativa se unirían a una juventud que daba sus primeros pasos en la política nacional.
Se oponían a un sistema político rígido y ausente de posibilidades negociadoras.
La Revolución del Parque, iniciada el 26 de julio de 1890, tendría consecuencias de largo aliento e introduciría al escenario nacional a nuevos protagonistas con actuación destacada hasta, por lo menos, la llegada del peronismo al poder.
Hacia fines de la década de 1880, con el arribo de Miguel Juárez Celman a la presidencia, se produjeron profundos cambios en la dinámica interna de la elite gobernante.
El exgobernador cordobés, concuñado de Roca y cuarto presidente con origen en el interior seguido, llevaba una conducción menos colegiada y más vertical del poder, incluso ahondando en la rivalidad con las elites parciales a la Iglesia.
El giro brusco de estilo, la continuidad del fraude electoral y la imposibilidad de disputar espacios al interior del PAN erosionó el consenso de clase. Se consolidó así un unicato.
La primera voz en alzarse públicamente y con contundencia fue la de Francisco Barroetaveña, un joven abogado entrerriano que despertaba pasiones intelectuales entre sus pares. Barroetaveña, con su célebre artículo “¡Tu quoque juventud! En tropel al éxito”, publicado en el mitrista “La Nación”, llamó a imitar a las juventudes de otros países y cuestionar al poder.
En realidad, más allá del tono amplio, el artículo era una dura respuesta de coyuntura a algunos contertulios que se habían inclinado por apoyar al unicato, pero la nota halló campo fértil en el humor social y pronto convocó a figuras de peso que estaban en un segundo plano, Bartolomé Mitre y Bernardo de Irigoyen, o en un retiro parcial, Leandro N. Alem.
Tras la aparición de esta “carta de lectores” que más que duplica esta columna en longitud, los hechos se sucedieron con celeridad.
El 1 de septiembre de 1889, apenas 10 días tras la aparición de la carta, se conformaba la Unión Cívica de la Juventud tras un concurrido mitin en el Jardín Florida que incluyó un discurso de Alem que halló en los muchachos la fuerza que había perdido tras la frustrada experiencia junto a Roque Sáenz Peña y Aristóbulo del Valle en el Partido Republicano algo más de una década atrás.
Montados en esta súbita efervescencia, 7 meses después, el 13 de abril de 1890 la Unión Cívica abandonaba su “apócope” de “Juventud” para oficialmente conformarse como partido con Alem a la cabeza y los colores blanco, verde y salmón.
La planificación para el alzamiento contra el poder central avanzaba en paralelo a la crisis económica.
La cesación de pagos de la deuda externa de junio de 1890 terminó de abroquelar un humor social enfrentado al gobierno. Mitre en las filas aseguraba contactos fluidos con buena parte del ejército, más allá de la tendencia del expresidente de explorar la vía del putsch para volver al sillón de Rivadavia.
Pero cuando todo parecía preparado para la toma del Parque de Artillería es donde la historia se vuelve nebulosa y presa del propio secretismo que la impulsó.
Alertado el gobierno de la conspiración, decidió abortarla preventivamente encarcelando al jefe militar de la misma, el general Manuel J. Campos, entre otros, el 18 de julio.
Aquí se presentó la particularidad, entre otras tantas en realidad, de que el propio Roca visitó al prisionero Campos.
El encuentro guarda tantos enigmas como mitos hay entorno a la reunión San Martín-Bolívar en Guayaquil. Campos sólo 5 días después se comunicaría con Alem dando luz verde a la revolución, teniendo el apoyo del batallón que lo tenía preso. Con esta venia la junta revolucionaria puso día y horario a la cita: 26 de julio, 4 am.
* Docentes de la Universidad Nacional de Río Negro
La Revolución del Parque, iniciada el 26 de julio de 1890, tendría consecuencias de largo aliento e introduciría en el escenario político nacional a nuevos protagonistas.
Santiago Rodríguez Rey y Fernando Casullo
Datos
- La Revolución del Parque, iniciada el 26 de julio de 1890, tendría consecuencias de largo aliento e introduciría en el escenario político nacional a nuevos protagonistas.
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