¿Aníbal ofrece una nueva oportunidad?


El macrismo y sus aliados se aferran a azares y contingencias como los del exjefe de Gabinete de Cristina en un escenario que sigue siendo contradictorio e incierto.


Aníbal Fernández es uno de los hombres más ocurrentes de la clase política. Es un atributo que le reconocen amigos y adversarios. Fue cada mañana durante años y en cualquier posición vocero de las cuestiones de gobierno de Cristina Kirchner. Autor de un “best seller” ( «Zonceras argentinas y otras yerbas”) prologado por la expresidenta (hoy otra “best seller”), nunca lo intimidó frecuentar los límites del discurso político. Jauretcheano, pícaro en la tradición gauchesca, Aníbal ha sido considerado un verbo invicto del kirchnerismo, el dueño de todas las respuestas. Hasta que se cruzó en el 2015 con María Eugenia Vidal.

Ese año, la denuncia de un convicto que purga cadena perpetua fue una piedra imposible de levantar para Aníbal F. en su campaña para la gobernación bonaerense. La acusación iba desde vínculos con el tráfico de efedrina y con un cartel mexicano hasta responsabilidades en el Triple Crimen de General Rodríguez, un caso relacionado con el narcotráfico que conmocionó a la Argentina la década pasada. Aún hoy no ha sido probada.

Una campaña subterránea, boca a boca, a la que en muchas ocasiones se vinculó a la Iglesia católica, acabó entonces con el sueño bonaerense de Aníbal. Vidal derrotó al peronismo en la provincia y llevó a Mauricio Macri a la presidencia de la Nación.

El gobierno ha encontrado una nueva oportunidad en la desaforada intervención de Aníbal, el viernes en el umbral de las primarias de agosto. El exjefe de Gabinete, hoy candidato a concejal por el Municipio de Pinamar, inesperadamente ha hecho revivir aquella historia, fundacional para la gestión de Macri. “(Vidal) tenía una publicidad que decía ‘¿Con quién dejarías a tus hijos: con María Eugenia o con Aníbal?’. ¿A quién no se los confío? ¡A ella! Por ahí se lo dejo a [Ricardo] Barreda, a ella no…”, dijo. Barreda es el dentista femicida de La Plata, que en 1992 mató a su esposa, sus hijas y su suegra.

El protagonismo de Vidal es clave para el reto que enfrenta Macri en la provincia de Buenos Aires, donde se ponen en juego cuatro de cada diez votos. Es ella la que puede traccionar voluntades allí en favor de Macri y no al revés. La provincia encierra el principal acertijo de la elección.

El macrismo y sus aliados se aferran a azares y contingencias como los de Aníbal Fernández en un escenario que sigue siendo contradictorio e incierto.


El gobierno confía en evitar una “disrupción negativa” en las primarias, según el elaborado lenguaje técnico de la Jefatura de Gabinete. Es decir no perder por mucho.


La actividad económica le ha dado a Macri un indicador positivo por primera vez en un año. El estimador del Indec mostró un crecimiento de 2,6% interanual en mayo y un ligerísimo avance, de 0,2%, en la medición mensual. La cosecha récord -147 millones de toneladas- fue clave para que la economía volviera a crecer: la actividad en el sector agrícola trepó casi un 50% en comparación con el año pasado, cuando fue afectada por la sequía. Pero la industria y el comercio volvieron a caer como en el último largo año.

Al mismo tiempo, la base sobre la que se compara la actividad de mayo es muy baja: la economía había caído un 4,8% ese mismo mes el año pasado. La mejora ya está reflejada en las estadísticas, pero aún es imperceptible.

En junio, las canastas que miden pobreza e indigencia aumentaron a su vez un 2,7%; acumulan en el último año una suba de 58,9% y 58,3% respectivamente, según el Indec. Los alimentos suman en los últimos 12 meses aumentos por un 60,8%. El consumo volvió a caer en mayo supermercados (13,5%) y shoppings (18,7%) y acumula once bajas seguidas. Pero volvió a subir por tercer mes consecutivo el índice de confianza en el consumidor (ICC) de la Universidad Di Tella.

En relación a empleo, en mayo se registraron 220.000 puestos de trabajo menos que en el mismo mes del año pasado, según el Ministerio de Producción y Trabajo. Pero el total de trabajadores “en blanco” se mantiene estable desde el comienzo de 2019 y cayó apenas un 0,07 entre abril y mayo.

El gobierno confía en evitar una “disrupción negativa” en las primarias de agosto, según el elaborado lenguaje técnico que se escuchó esta semana en la Jefatura de Gabinete. Quiere decir no perder por mucho.


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