ARA San Juan: el calvario de dos viudas de tripulantes del submarino

A tres años del hundimiento siguen pidiendo Justicia, luchan por sus pensiones sin asesoría legal gratuita y no superan la pérdida de sus compañeros de vida. Marcela Fernández y Andrea Mereles hablaron con Río Negro desde Mar del Plata, donde hoy habrá un homenaje.

“Que no quede en la nada. Que se haga Justicia, porque si hay Justicia, ellos van a descansar en paz”. Eso quiere Marcela Fernández, la esposa de Alberto Sánchez, un submarinista que trabajaba en la sección de armamento, y, junto a los otros 43 tripulantes, perdió la vida hace 3 años en el ARA San Juan, el submarino que en noviembre de 2018 fue hallado hundido a 907 metros de profundidad, un año después de su desaparición. 

Marcela Fernández. Su marido Alberto Sánchez era armamentista en el submarino.

“Justicia para que descansen en paz” repite desde Mar del Plata, en diálogo telefónico con Río Negro. Pero enseguida se arrepiente. No de pedir Justicia. Sino del “descansen en paz”. “Es que no puedo mentir. Lo digo, pero no lo siento, porque yo siento que mi marido está vivo. Es como si cada día me pusiera otra cara para salir a la calle, a luchar por mis hijos. Pero no puedo hacer el duelo. Llego a mi casa y siento su olor, como si lo tuviera a mi lado. Por eso no puedo decir que ya no está, yo no lo siento muerto. Siento que va a venir, y, a tres años de esta tragedia, todavía no puedo entender lo que pasó”. 

Alberto Sánchez, uno de los 44 tripulantes.

Lo mismo siente Andrea Mereles, la esposa de Ricardo Gabriel Alfaro, el cocinero del ARA. Desde la ciudad turística, ella también comparte sus vivencias.  “Recién en julio del año pasado empecé a repuntar. No comía. Venían a decirme ‘tenés que salir, tenés dos hijos’. Pero yo no podía. Pensaba que Gaby iba a volver, que en cualquier momento asomaría el submarino. Hasta que soñé que él me decía que ya no llore más, que yo debía entender que no iba a regresar. Ahora, cada tanto lo veo en mis sueños, y él me sonríe.  Por eso quiero saber lo que realmente pasó, no una verdad inventada. Y que los responsables vayan presos”. 

Andrea Mereles. Su marido Gabriel Alfaro era el cocinero del submarino.

Hoy, las dos mujeres coinciden, además, en el reclamo que tienen las otras viudas. Es que sólo una familia de las 44 está cobrando la pensión que les corresponde tras lo ocurrido. Y, aunque los que aún no lograron tramitarla siguen percibiendo el mismo sueldo que cobrarían sus esposos si estuvieran con vida, quieren que el Estado les facilite los trámites. Y les aporte asesoría legal gratuita, porque no cuentan con medios como para afrontar económicamente la gestión. 

Gabriel Alfaro.

“Recién hace unos meses la Armada hizo un blanqueo de parte de las sumas que componen el salario que tenían nuestros maridos. Porque antes la mayor parte estaba en negro, y en base a la suma en blanco se calcula el monto de la pensión. Eso, más los ascensos que se dieron post-mortem, hicieron que, si las tramitásemos, lo que percibiríamos como pensión equipararía, al menos, lo que venimos cobrando de sueldo” contó Andrea. 

Sin embargo, ese monto no es tan significativo. De hecho, la mayoría de los tripulantes tenían trabajos extras para reforzar sus ingresos. Por eso, las viudas piden que se les otorgue una pensión extraordinaria.  

“Ya lo veníamos reclamando. Y cuando en febrero tuvimos una reunión con el ministro de Defensa Agustín Rossi, tras el cambio de gobierno, lo reiteramos. Ahora nos convocaron para hablar sobre el tema. No sabemos si la reunión la harán el domingo (por hoy) tras la ceremonia que compartiremos por los tres años, o el 27 de este mes” dijo Marcela. 

Con respecto al homenaje que se vivirá hoy, también su organización fue motivo de reclamo. “Es que esta vez incluirá la ceremonia de ascensos, por los cargos que les reconocieron post-mortem. Y no queríamos que pasara desapercibida. Pero por la pandemia el Estado adelantó que sólo participarían esposas, hijos y padres, que son familiares directos, y que el resto se quedaría afuera. Reclamamos y al final habilitaron una página para que se anotaran los hermanos. Pero, a pesar de que se hace al aire libre, tampoco querían que estuviera la banda militar ni que sus compañeros hicieran la formación. Esperemos que esto cambie. Se merecen que todo tenga el brillo que hubiera tenido si estuvieran con vida” se ilusionó la mujer de Sánchez. 

 Volviendo a las experiencias que tuvieron en estos años, tanto Andrea como Marcela reconocieron que vivieron una transformación. Es que, desde el primer momento, ambas salieron a pelear por la verdad, y, en 2018, estuvieron entre las primeras organizadoras del acampe que se realizó en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, para pedir que no se interrumpiera la búsqueda. Además, declararon y aportaron pruebas para la causa, que lleva adelante la jueza Marta Yañez

“Yo no era así, me hizo así este golpe que me destruyo la vida entera” se emocionó Marcela. “Él (por su esposo) era el más fuerte, el que lideraba y luchaba. Ahora soy yo la que pelea como un león, pero eso agota. Porque todo es poner el cuerpo. Para que no se olvide, para que haya Justicia, para que mis hijos reciban lo que les corresponde…” enumeró. 

La misma extrañeza manifestó Andrea. “Estuve en lugares que nunca imaginé. Hablando con presidentes, con ministros de Defensa, con jefes de la Armada.  Él (por su marido) estaría orgulloso de mí. Pero era mi respaldo. Ahora lucho sola, y esa contención me hace falta”. 

Con respecto a sus aportes a la investigación, Marcela contó qué, junto a otros submarinistas, su marido protagonizó un accidente en una navegación ocurrida en 2015, un año después de que la nave tuviera su reparación de “media vida”, que estuvo a cargo de los astilleros Tandanor. En ese percance saltaron una tubería y una válvula que tenía muchos bares de presión. Y los afectados cuestionaron la calidad de las piezas utilizadas para esa puesta a punto, que se realizó entre diciembre de 2008 y junio de 2014 en el Complejo Industrial y Naval Argentino (Cinar). 

Andrea, por su parte, aportó videos de una sucesión de fallas previas al hundimiento. Relató que su esposo le decía que el submarino estaba “cada vez peor” y volvió a recordar cómo fue la última despedida de ambos, en la que Gaby le dijo “si no vuelvo, no le perdones nada a la Armada, hacelos mierda”. 

Por otra parte, las dos mujeres fueron citadas a prestar declaración en la causa por espionaje ilegal a los familiares de las víctimas, debido a que se hallaron pruebas de que fueron espiadas por el Estado, durante el gobierno de Mauricio Macri.  

Andrea declaró el mes pasado. “Tenían fotos mías y de mis hijos” relató. Marcela, en tanto, fue convocada para prestar testimonio en los próximos días. 


En el alambrado lateral de la base naval de la ciudad, todavía cuelgan esas banderas que los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan pusieron en esos días en los que todo era espera e incertidumbre. 

¿Vos podés creer que en Mar del Plata, donde está la base en la que trabajaban todos, no existe una placa, un monolito, algo que sirva de recordatorio de lo que les pasó a los nuestros, que dejaron sus vidas en ese submarino? compartió  acongojada Marcela Fernández, la esposa de Alberto Sánchez, un submarinista que trabajaba en la sección de armamento. 

“Por eso yo me ocupo de atarlas para que no se vuelen. Y reemplazarlas cuando se rompen. Pinto banderas por él (su esposo), y también por los otros tripulantes. Me hace bien hacerlo, es como un aporte. Esas banderas son el único recuerdo de la tragedia que nos tocó vivir”. 


El submarino ARA San Juan desapareció el 15 de noviembre de 2017 con 44 tripulantes a bordo. Fue hallado un año después, el 17 de noviembre de 2018, a 907 metros de profundidad. 

La jueza Marta Yañez, que lleva adelante la causa, imputó, hasta el momento, a seis miembros de la Armada. Uno de ellos, el contraalmirante Enrique López Mazzeo reconoció días atrás ante la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia que desde el 5 de diciembre de 2017 el gobierno de Mauricio Macri sabía en qué posición se encontraba el submarino siniestrado.  

Esa jueza fue recusada por el grueso de los familiares, que no están de acuerdo con su manejo de la investigación, aunque hasta ahora no existen novedades sobre esta solicitud. 

Con respecto al estado en el que zarpó el submarino, varias de las esposas y allegados de los tripulantes hablaron de las fallas que poseía, aportaron fotos, escritos, y fueron citadas a declarar al respecto. Ruth Toconás, por caso, la esposa de Mario, el único tripulante rionegrino, brindó anotaciones de la libreta en la que su marido apuntaba esas falencias. Las capturas de esas notas fueron difundidas por Río Negro. Así como también un video y fotografías aportadas por Andrea Mereles, la esposa del cocinero Ricardo Alfaro. 

Por otra parte, sigue prosperando la causa por el presunto espionaje ilegal realizado por el Estado a los familiares del ARA, durante el gobierno de Mauricio Macri. Esto surgió de la denuncia realizada por la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia, Cristina Caamaño.  

La Justicia todavía analiza el material para determinar quiénes fueron los parientes espiados. Andrea Mereles y Marcela Fernández, las dos viudas entrevistadas por Río Negro para esta nota, figuran entre ellos. 


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