Armas, el tabú de la política estadounidense

Cuando el presidente de México, Felipe Calderón, pidió el año pasado en un emocional discurso ante el Congreso estadounidense que reinstaurara la prohibición de armas de asalto, levantada en el 2004, muchos políticos norteamericanos reaccionaron indignados ante lo que consideraron una injerencia en la política doméstica de Estados Unidos, pese a que afecta directamente a la trágica lucha contra los cárteles en la nación vecina. No ha pasado ni un año cuando una nueva tragedia, ahora dentro de las fronteras nacionales, ha vuelto a levantar el debate sobre la facilidad con que en Estados Unidos se puede tener un arma con tanta potencia mortífera que, muchos subrayan, no se justifica más que en casos bélicos. Sin embargo, coinciden analistas, lo más probable es que ni siquiera el ataque contra la congresista Gabrielle Giffords, de Tucson, Arizona, que la dejó en estado crítico y causó la muerte a al menos otras seis personas, podrá convencer a los políticos de Estados Unidos a apoyar una restricción más severa de las armas. El problema tras esta “inactividad”, como lo definen algunos diarios, es el poderoso lobby de las armas del país, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), cuyo apoyo ha sido clave para la reelección de muchos legisladores en un Congreso donde los republicanos tienen ahora más fuerza que los demócratas, muchos de los cuales por otra parte tampoco se atreven a legislar contra las armas. En un artículo publicado por el diario digital “Político” resume la situación en su titular: “Lo que falta en el debate sobre el tiroteo: las armas”. “En el marco del intento de asesinato de un miembro del Congreso, los políticos de ambos partidos están debatiendo de forma apasionada el papel de la retórica incendiaria”, recuerda el rotativo. “Muy pocos de ellos hablan de las armas”, agrega. Tan sólo una congresista, la diputada demócrata por Nueva York, Carolyn McCarthy, ha anunciado su intención de presentar una propuesta de ley relativa a las armas tras el ataque de Arizona, señala el influyente diario capitalino. Según anunció, su iniciativa prohibiría la fabricación y venta de cargadores de gran capacidad como el que usó el atacante de Giffords, Jared Lee Loughner, quien disparó 33 balas sin necesidad de recargar su arma en vez de las diez que suelen llevar los cargadores. Su colega demócrata en el Senado, Frank Lautenberg, anunció de acuerdo con la prensa su intención de apoyar en la Cámara alta la iniciativa de McCarthy, una política muy sensibilizada con la cuestión de las armas después de perder a su marido en un tiroteo en los años 90 que también dejó herido a su hijo. Pero ellos son la minoría en un Congreso donde la NRA ejerce un fuerte poder y que ha provocado lo que el diario “The Washington Post” califica en un editorial como un “indefendible pero aparentemente inevitable status quo” legislativo en este tema. Una muestra de ello ha sido la reacción de algunos congresistas a la masacre de Arizona: al menos dos legisladores han anunciado su intención de acudir armados a partir de ahora a los encuentros con los votantes en sus distritos, algo que “The New York Times” considera también “la peor respuesta posible”. Pese a todo, varios diarios llaman hoy a los legisladores a mostrar valor y avanzar en propuestas para limitar cuanto menos las poderosas municiones. “Mientras los legisladores en Washington participan esta semana en minutos de silencio y tributos a la representante Giffords y a las otras víctimas, deberían darse cuenta de que tienen el poder de reducir el número de este tipo de horrores y su letalidad”, afirma el “Times”; lo que implicará “que se enfrenten a la NRA y sus aliados”. “Un control de armas razonable no es inconstitucional (…) y si los líderes políticos, empezando por el presidente, salieran de su posición defensiva, no tendría por qué ser una imposibilidad política”, coincide “The Washington Post”. Aunque el propio Barack Obama había prometido reanudar la prohibición de armas de asalto durante su campaña electoral, hizo oídos sordos a la petición de su par mexicano el año pasado. Tampoco tras la tragedia de Arizona se ha escuchado hasta el momento ninguna iniciativa sobre las armas desde la Casa Blanca. El tabú continúa.

Silvia Ayuso (DPA)


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