Querían vivir en una casa en la montaña y construyeron esta maravilla en la Patagonia
Una familia que se iba a radicar en San Martín de los Andes encargó al estudio Jaarq el proyecto en un terreno con 45 grados de pendiente en un cerro con vista al mallín y la ciudad de la cordillera neuquina. El paso a paso de la obra y los detalles del sistema constructivo.

En la ladera de un cerro de San Martín de los Andes, entre el amarillo de las retamas y el verde de los pinos brilla con luz propia una casa de 220 metros cuadrados integrada al paisaje atrapante de la cordillera neuquina, de cara al mallín y la ciudad. La habita una pareja que quería volver desde Buenos Aires a la provincia con sus dos pequeños hijos, con el plan familiar de instalarse en la montaña.
El proyecto del estudio Jaarq la concibió como una extensión natural del relieve. “La montaña se presenta aquí no como un soporte pasivo, sino como materia viva que dicta cada decisión proyectual”, señala la memoria descriptiva.

¿Cuál fue el pedido inicial que recibió el estudio? “Las especificaciones fueron simples y claras: espacios amplios que pudieran ser ordenados y limpiados fácilmente, aprovechar las vistas del terreno en una ladera del lado del cerro Chapelco”, recuerda el arquitecto neuquino Juan Agustín Carpinello.

Construir en una pendiente de 45 grados
“Había que aprovechar las vistas, pero también tener cuidado con trabajar en esa pendiente de 45 grados, había que implantarla y tratar de aprovechar lo máximo del terreno a través de escalonamientos leves para tener acceso también al exterior, a las zonas más altas y poder aprovechar las visuales, su paisaje y su entorno”, agrega. En base a esos requerimientos diseñaron un living comedor muy amplio, tres dormitorios y un estudio para una casa organizada en tres niveles.

El primero, en contacto con la tierra y con la calle fue el garage, el lavadero y sala de maquinas. El siguiente, todo el espacio integrado del living-comedor-cocina y el estudio, ya con expansiones a los laterales del terreno. Y en el último nivel, ya despegado de la montaña, los dormitorios y un acceso a los balconeos que fueron generándose en la ladera.


El terreno, con una pendiente de 45 grados
De pendiente pronunciada y horizonte en fuga, el terreno estableció el contexto para una obra que se eleva. “Desde el inicio, el diseño se enfoca en minimizar el impacto sobre el territorio: la implantación vertical reduce la superficie ocupada en el suelo, dejando intactas amplias áreas del terreno, preservando la vegetación existente y el carácter agreste del entorno”, continúa la memoria descriptiva.
Las plantas se organizan de manera escalonada, creando una secuencia espacial donde el recorrido arquitectónico acompaña el ascenso natural de la montaña.


Los espacios interiores se proyectan hacia vistas panorámicas, mientras que los muros más macizos protegen de los vientos y del rigor climático.
Tres ejes conceptuales
El primero es la topografía como matriz. La pendiente no se resuelve como un obstáculo, sino como un sistema de referencia que guía la estructura y la narrativa espacial, explica el arquitecto. Y agrega que la casa se integra al relieve mediante fundaciones y muros de contención de hormigón armado escalonados y plataformas que siguen los quiebres naturales de la montaña, creando así una continuidad entre la geometría arquitectónica y el trazo del terreno.


La clave del segundo eje pasa por la integración. “Las orientaciones estratégicas, los ventanales de piso a techo y los aterrazamientos construyen una relación constante con el valle y la montaña, generando múltiples escenas visuales que acompañan el transcurso del día y las estaciones”, dice la memoria descriptiva. El objetivo: que la arquitectura se transforme en una herramienta de contemplación, un mirador habitado que encuadra el paisaje sin romperlo.

El tercero es la sustentabilidad. La construcción ligera, el uso de materiales tradicionales y la modulación estructural reflejan una intención de respeto ambiental, explica la memoria descriptiva, que detalle que la orientación norte-noroeste optimiza la captación solar, capitalizando el recurso natural en zonas frías de montaña, mientras que el diseño de ventilación cruzada y el uso de la inercia térmica del terreno permiten un confort natural.

“El crecimiento vertical no solo es estético, sino una respuesta consciente a la fragilidad del ecosistema montañoso, donde la vivienda se aliviana constructivamente hacia paneles SIP y revestimientos resistentes y sin necesidad de mantenimiento”, agrega el arquitecto y destaca la volumetría que alterna entre lo macizo y lo liviano: los basamentos anclan la obra a la montaña, mientras que las expansiones acristaladas se abren al horizonte .En cuanto a los costos señala que el valor actual por metro cuadrado se estima en 2000 dólares para una casa de estas características en San Martín de los Andes e incluso puede superar ese monto, precio que duplica el de la finalización de la obra en el 2021.
Ficha técnica
· Ubicación: San Martín de los Andes, provincia del Neuquén.
· Superficie: 220 m2 cubiertos
· Proyecto y Dirección: JAARQ · Proyectos. Arq. Juan Agustín Carpinello – Arq. Martín Legaz
· Constructora: Daniel Villa Construcciones
· Ingeniería: Ing. Jorge Zapata
· Créditos fotográficos: Juan Agustín Carpinello, Germán Marcos
Mini bío

Juan Agustín Carpinello es neuquino y tiene 41 años. Es arquitecto y artista digital, formado en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, con una Maestría en Tecnología y Estética de las Artes Electrónicas (UNTREF), un Posgrado en Arquitectura y Tecnología (UTDT) y una Diplomatura en Modelos Digitales de Elevaciones y Sistemas de Información Geográfica (UBA). Su estudio Jaarq Proyectos desarrolla obras arquitectónicas y dirección técnica, con más de 10 años de trayectoria.
Contacto: https://www.instagram.com/jaarq.proyectos/
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