Arranca un período clave para la floración frutícola en la región
Las plantas ya alcanzaron su requerimiento de unidades de frío y salen del letargo.
Finaliza el reposo invernal en frutales de hoja caduca
En el otoño, el acortamiento de los días y las bajas temperaturas actúan como estimulantes sobre las hojas, promoviendo la movilización de los nutrientes hacia los órganos de reserva y la síntesis de sustancias inhibidoras del crecimiento. De esta manera se da inicio a un progresivo estado de dormición, comúnmente llamado reposo invernal, en el cual los frutales soportan condiciones climáticas adversas.
La finalización de esta fase no tiene un momento exacto, depende principalmente de la temperatura media del aire y presenta cierta variabilidad año a año. Por esta razón es importante determinar índices bioclimáticos locales como las unidades de frío (UF) y los grados días que permiten hacer un seguimiento del crecimiento y desarrollo del cultivo en las etapas previas a la floración.
Esta información permite identificar los momentos oportunos de intervención con prácticas de manejo tales como la aplicación externa de reguladores de crecimiento que afectan el desarrollo fenológico y prever escenarios climáticos próximos y su efecto sobre el rendimiento de los cultivos.
Durante la última etapa de la fase de reposo invernal hay una actividad hormonal muy intensa; el balance entre inhibidores de crecimiento como el ácido abscísico (aba) y promotores como las auxinas y giberelinas está regulado por la temperatura ambiental y determina el desarrollo de yemas florales, desarrollo foliar de los dardos y la calidad de las flores. Sin lugar a dudas es un momento importante para determinar el potencial productivo de los frutales.
Condiciones térmicas no apropiadas durante el reposo generan un desbalance de los reguladores endógenos de crecimiento y, por ende, afectan el desarrollo de las yemas de flor. Este efecto negativo puede manifestarse en el cuaje de frutos, por una brotación y floración irregular (órganos con distinto grado de avance fenológico en el mismo momento) y débil desarrollo y crecimiento de estambres y gineceo. En la región se cumple normalmente con este requerimiento ecofisiológico, pero en los últimos tres años ha tenido deficiencias.
Existe un rango óptimo de temperaturas ambientales para que la acumulación de unidades de frío sea efectiva (ver tabla).
Localmente se determinó que con una acumulación de 800 unidades de frío en duraznos y ciruelos y de 950 UF en peras, manzanas y cerezos es suficiente para desencadenar los procesos de desarrollo fenológico de frutales de clima templado. Al alcanzar estos valores el balance hormonal favorece a los promotores de crecimiento y la ocurrencia de temperaturas superiores a 15ºC estimulan el desarrollo fenológico y por consiguiente aumenta progresivamente la sensibilidad a las heladas.
Este invierno, 2014, ha estado dentro de los valores normales de acumulación de frío y al día 27 de julio se cumplió entre el 85 y el 100% del requerimiento total (ver tabla), por lo cual hasta el momento se espera un desarrollo normal de yemas.
La fecha media en que se cumple con el requerimiento de frío en peras y manzanas es del 18 al 26 de julio para el Alto Valle y en función de la variabilidad interanual, pueden extenderse principalmente hasta la primera quincena de agosto, como ocurrió en la temporada anterior, perjudicando el desarrollo de las yemas florales.
Existe un comportamiento diferencial entre las distintas zonas frutícolas de los valles irrigados de Río Negro y Neuquén; hacia el este, el requerimiento se cumple más tarde. En la figura se detallan las unidades de frío alcanzadas para cada zona desde el 1º de mayo al 27 de julio del 2014, comparadas con el año anterior y la media histórica.
En años normales, del total requerido para finalizar el reposo, durante mayo, se alcanza el 27% (250 UF), a fin de junio el 62% (590 UF) y a finales de julio el 95% (900 UF). En los últimos 10 años, en junio la acumulación de frío ha sido muy variable, con valores por encima y por debajo de la media; en el 2013 fue crítico, registrando un 40% menos de lo normal. Dadas estas características es recomendable consultar cada año la acumulación de unidades de frío con detalle a partir de la última semana de junio y la primera quincena de julio, principalmente en los casos en que se pretenda utilizar productos que afecten el desarrollo fenológico del cultivo, tales como la cianamida hidrogenada.
En vista de que el requerimiento en frío mayormente se ha cumplido, las temperaturas de aquí en más regularán el desarrollo fenológico y la desaclimatación de los tejidos a las bajas temperaturas.
De acuerdo con el pronóstico a mediano plazo, la primera semana de agosto resultó adecuada para acelerar el desarrollo de yemas, principalmente en frutales de carozo. La segunda quincena merece especial atención porque se esperan períodos muy fríos. Septiembre, térmicamente, presenta una tendencia normal. Sin embargo del 10 al 14 se pronostica un período frío que, en función de su intensidad, podría provocar un retraso leve en la fecha de plena floración de los frutales de pepita. Las condiciones de humedad de septiembre pueden ser perjudiciales si son acompañadas de lluvias o cielo cubierto durante varias jornadas, lo que afectaría la polinización; días parcialmente nublados con buenas temperaturas son favorables para el crecimiento y desarrollo temprano de flores y frutos.
(Elaborado por el Área de Agrometeorología del INTA Alto Valle y sector pronósticos de AIC)
Finaliza el reposo invernal en frutales de hoja caduca
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