Aumenta la producción de frutillas en Neuquén
Es una alternativa para reconvertir las chacras de la Confluencia. Hay 24 productores en varias localidades de Neuquén y Río Negro. Hasta ahora se atiende el mer
NEUQUEN (AN).- Desde hace cuatro años la superficie cultivada de frutillas en la Confluencia crece de manera ininterrumpida. De las apenas cuatro hectáreas iniciales en el 2002 se llegará a las 27 este año, con lo cual la perspectiva de los productores es inyectar en el mercado entre 400 y 600 toneladas de frutillas de cuatro o cinco variedades.
Este verano marcará la fase final de la etapa experimental y, aunque lejos de las 400 hectáreas que se cultivan en Tucumán -la principal provincia productora del país- permitirá a los productores homogeneizar las pautas de cultivo, las prácticas agrícolas y adoptar estándares de calidad que les permitan cubrir la demanda del mercado regional. Sobre esta base, podrán lanzarse a las góndolas de supermercados nacionales y eventualmente iniciar un proceso de exportación a Europa y Estados Unidos, en contra temporada para el Hemisferio Norte, cuando se alcance la escala de producción requerida.
Este año se incorporarán diez hectáreas más, con lo cual se presenta como una alternativa válida para la reconversión de las viejas chacras, además de la incorporación de mano de obra, ya que por hectárea se calculan entre 5 y 7 trabajadores en la cosecha.
El área bajo cultivo se encuentra focalizada fundamentalmente en Plottier, pero también hay productores en Añelo, Villa La Angostura, San Martín de los Andes y en Cipolletti y Barda del Medio.
Se trata de unos 24 productores que encontraron un paraguas institucional en la recientemente constituida Asociación de Frutilleros Regionales -AFR- que preside Juan Carlos Bertolami y tiene sede en Plottier, que abarca también las localidades rionegrinas mencionadas. Bertolami subrayó las ventajas comparativas de la producción local, debidas en general a las grandes amplitudes térmicas que permiten la adaptación de las variedades más requeridas de frutilla, con la garantía, para el productor, de tres ciclos de floración por temporada entre octubre y mayo.
La asociación canalizará la producción «en fresco o con valor agregado», esto es, en la elaboración de dulce, jugo algún tratamiento -frío al natural o cortada-. Eso implica contar con una infraestructura común -camión recolector, planta acondicionada para distribuir en fresco- que resulta de difícil accesibilidad a cada productor en forma individual, dijo.
Entonces, la asociación «canaliza» el volumen de producción y el productor «sólo tiene que dedicarse a lo suyo, dentro de la chacra, que es mucho».
Para esta temporada, s espera cosechar entre 15 y 25.000 kilogramos de frutilla por hectárea, que se comercializarán -a valores actuales- a unos 5 pesos al consumidor -3,5 ó 4 pesos en Río Negro-, de los cuales al productor se le pagan dos pesos por kilogramo.
De acuerdo con los cálculos, la unidad económica es una hectárea, que necesita una inversión inicial de 30.000 pesos y produce desde el primer año pero llega al máximo rendimiento en la segunda o tercera temporada.
Ese monto -excluye a la tierra- supone los plantines -entre 37 y 45.000 por hectárea-, los insumos -fertilizantes, plaguicidas-, la preparación de la tierra con la máquina lomadora -surcos, plástico, manguera para riego por goteo- y la mano de obra, tanto para las tareas de preparación como para las de supervisión y cosecha
Bertolami dijo que el costo por kilogramo es de 33 centavos de dólar o un peso por kilogramo, y que la frutilla producida en Plottier es reconocida como una de las mejores del país por los importadores extranjeros.
Explicó que esto se debe a que la concentración de azúcar en la fruta es el doble que en otras regiones de la Argentina, debido a las condiciones climáticas de la región.
El puntapié inicial lo dio el gobierno a través del Ministerio de Producción y la Cámara del Limay, que distribuyeron plantines entre los productores y apoyaron la adquisición de maquinaria, instrumental e insumos para comenzar la actividad.
Asociativismo y calidad, ejes de la actividad
NEUQUEN (AN).- Juan Carlos Bertolami y Fernando Zurita señalaron que los estándares de calidad que se buscan y el asociativismo son los ejes de la actividad de la Asociación de Frutilleros Regionales, creada en agosto pasado. Bertolami dijo que se logró «un buen convenio» con hipermercados radicados en la zona, que exhiben en sus góndolas las frutillas locales, y que la reposición de la fruta está garantizada a partir de la forma de trabajar: «el asociativismo es el mecanismo más idóneo para los pequeños productores», aseguró.
Zurita dijo que los 24 productores ensayan con un paquete de variedades que permitirá reconocer cuál es la que mejor se adapta a la zona. Decidirán entre las frutillas Segindarem -española-, selva, camarosa, Whitney, Sea scape -ambas californianas- y aromas.
La prueba procura definir entre las variedades de «día largo y de día corto», apuntó el productor. Porque hay frutillas que «en otras regiones no son remontantes -es decir, que no reanudan el ciclo de floración en la misma temporada- y aquí sí lo son».
Dijo que se necesita un año para trabajar y preparar la tierra, con cultivos de cebada y otros insumos que le incorporan nutrientes. En el segundo año se forman los lomos -especie de «camas» donde se asientan los plantines- que tienen cada uno una manguera perforada para goteo y están cubiertos por plásticos negros. Para esa tarea, la asociación dispone de una máquina que proveyó el Estado provincial.
En 60 días de plantadas -agosto o septiembre- están las primeras flores, dijo Zurita, y entonces «hay que desflorar para que la planta adquiera cuerpo». Desde entonces y hasta mayo pueden producirse dos o tres nuevas floraciones.
Bertolami puntualizó que en la asociación se consensuaron protocolos para dirigir al productor en sus prácticas culturales, con relación al tratamiento de la tierra -abono, movimiento de suelos- y el tratamiento del cultivo, la cosecha y la post-cosecha. También se ofrece asesoramiento técnico y comercial a los productores.
«Se formó gente que hizo su aporte, para que todos los productores tengan un soporte técnico para su actividad», concluyó. Les falta un laboratorio para analizar las muestras, la calidad de los suelos y de los insumos.
En cuanto a mano de obra, subrayó la necesidad de modificar los hábitos culturales para adaptar a los trabajadores a esta clase de cultivos.
En forma permanente, se requieren dos trabajadores por hectárea, y en temporada de cosecha -tres momentos fuertes al año- entre 5 y 7 personas para atender una superficie similar.
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