Bailar como niños, divertirse como profesionales

El Elenco Patagónico de Danza Contemporánea estrena hoy la obra “Antropomorfia”, de Leandro Kees.

NEUQUÉN (AN).- Eran las dos de la tarde y el termómetro marcaba 29 grados en la ciudad. Dentro de la sala los reflectores aumentaban la temperatura tres o cuatro grados, demasiado si se está encerrado y en continuo movimiento.

Los pies descalzos no ayudaban a mitigar el calor y el agua mineral comenzaba a entibiarse. Pero a ellos nada de eso les importaba. Parecían no sentir el sudor que se resbalaba de las axilas y la frente, ni tampoco el cansancio. Ellos bailaban, se movían, probaban otra vez.

Volvían a escena. “Esa diagonal no es tan profunda”, “va de nuevo”, se decían entre ellos. Empezar del principio, volver a pasar el cuadro. Repetir el texto y volver a empezar una y otra vez más. Repetir un paso, un gesto, un movimiento; una, dos, tres, cuatro veces.

Y así pasaron cinco horas de ese día, que fue el último de los sesenta días que estuvieron ensayando. Y ellos seguían riendo porque lo que estaban haciendo fundamentalmente los divertía. Y abandonaban la sala riendo y haciendo chistes entre ellos como si fueran niños en un plaza y el cansancio fuera de otros.

Esas trescientas horas de ensayo dieron como producto final 40 minutos de una obra exquisita por todos sus rincones. El calor y el agotamiento sirvieron para que el Elenco Patagónico de Danza Contemporánea estrene hoy su obra “Antropomorfia”, una pieza donde se demuestran varias cosas. Una, la calidad artística de cada uno de los diez “intérpretes”. Dos, la profesionalidad que le ponen al trabajo. Tres el trabajo de lleva adelante Mariana Sirote en pos de este elenco, primero en su especie en la región. Cuatro, la excelencia de la formación integral que brinda la Escuela Experimental de danza contemporánea de Neuquén.

Esta obra del neuquino radicado en Alemania, Leandro Kees, se creó a partir de ciertas pautas que el director les dio a los bailarines y ellos trasladaron al cuerpo y al escenario.

El que vaya a ver “Antropomorfia” verá sencillamente diez cuerpos expresando las diferentes emociones humanas. Y será parte de la obra porque se reirá como ellos, se emocionará, recordará y tendrá ganas también se salir a bailar.

A pesar de esa aparente simpleza, armar esta historia no fue fácil. “Había que evitar los clisés y los estereotipos en los que se suele incurrir a la hora de mostrar el gesto de risa, llanto, miedo o la tristeza”, explicó uno de los bailarines. Había que encontrar un modo y ellos lo encontraron. “Nos sacamos la cabeza y dejamos que el cuerpo nos diga que hacer”, reveló otra bailarina.

Y así, bajo la dirección de Kees primero, y la mirada atenta de Sirote luego, el elenco le dio forma a esta “Antropomorfia”. Jugaron como niños, y en ese juego se descubrieron cómicos e histriónicos. Ensayaron un modo de divertirse aun cuando la cosa es seria y la sala es un horno.


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