El multifacético actor que despliega su arte en la cocina

Mariano Beitía es maestro panadero y pastelero, dramaturgo, director y poeta. Llegó a Bariloche en el 2012 y desde entonces da rienda suelta a sus pasiones en “la ciudad que me atrapó”.

Mariano Beitía tomó su Fiat 147 modelo 93 a unos 80 km/h y salió a la ruta rumbo a Bariloche. Seis años después, consolidado como maestro panadero y pastelero, actor, director, dramaturgo y poeta, asegura: “La ciudad me atrapó”.

Mariano es un multifacético hombre del arte. Pero el arte entendido desde la cocina hasta la máxima expresión sobre el escenario cuando interpreta a Aksenti Ivanovich, el protagonista del unipersonal del autor ruso del siglo XIX Nikolai Gogol en la obra que él mismo adaptó: “Diario de un loco”.

“Soy de todos lados”, dice entre risas detrás de la vitrina donde desborda la crema pastelera de las facturas que acaba de sacar del horno en su pequeña panadería de la Av. de los Pioneros donde un cartel amarillo con una amplia sonrisa del emblemático personaje de Bob Esponja invita a pasar y degustar cosas ricas.

Mariano pasa la mayor parte de su tiempo en la panadería. Comenzó con la cocina a los quince años, pelando papas –recuerda–. Ofició de ayudante de cocina, trabajó en restaurantes, en servicios de catering y durante una década tuvo un restaurante familiar de comida casera y abundante. Hasta que un día se cansó “del calor y la locura” de Buenos Aires y por un “cambio personal” decidió rumbear para Bariloche donde se hizo cargo de la panadería, en un local donde había una churrería y en un barrio, Melipal, donde las panaderías históricas hacían punta.

Con las manos en la masa literalmente, con un trabajo artesanal, sin contar con ninguna máquina, comenzó la proeza de Don Mariano en el 2012, que hoy se especializa en sándwiches de miga pero que también tiene una amplia variedad de panes y facturas.

La actuación también es parte de su vida y sin pretender una fusión especial entre esas dos profesiones –ambas de autodidacta– en el reducido espacio del salón de venta de la panadería se han generado las mayores inspiraciones teatrales, se han armado debates y charlas extensas con actores e, incluso, alguna idea para avanzar en la Asociación de Teatrantes de Bariloche, la entidad en la que Mariano milita en pos de la cultura local.

“Creo que de lo que la gente saborea, de lo que hace uno con la mano, también estás transmitiendo una historia, una sensación. No sé si podría dejar la cocina. La gente se identifica también con esa faceta y me quieren ver acá”, señala.

En la dimensión del teatro ingresó hace veinte años. “He vivido del teatro, no he vivido del teatro, me ha servido para estar a la mitad… El teatro me dio muchas satisfacciones”, destaca Mariano que en un pasaje de sus anécdotas rememora sus inicios en Concordia, Entre Ríos, donde vivió parte de su juventud y comenzó con la primera obra representando a Saint Exúpery en un castillo francés de la ciudad.

Continuó con una etapa muy vinculada al teatro y en el 2001, año de la crisis, retornó a Buenos Aires donde siguió con la escritura, la dirección y la actuación. Y al mismo tiempo, la cocina.

“Siempre fui autodidacta. Estuve con maestros también porque es necesario. Cuando uno lo hace muy de vocación, tiene mucha valentía y va para adelante, de repente se hace muy exagerado, muy fuerte y hay que bajar un poco”, reflexiona este actor que ya encara un nuevo desafío teatral para este año, después de completar el 2017 con el éxito de “El Amateur”, “una obra que me pinta de cuerpo entero”.

Una tercera faceta, la de poeta, para Mariano fue “la primera de todas y después el resto”. En Bariloche desarrolló su creatividad en las tertulias del extinto bar Quinquela, donde se armó un grupo de lectura y creación de poesía que mantuvo una fuerte actividad entre el 2013 y el 2014. “Encaro la poesía vinculada con esto del vivir, de cómo representar la pasión y el devenir del alma de una persona en el siglo XXI, con las circunstancias que suceden como lo que está pasando con Rafael y esas cosas”, cuenta el poeta.

Y la fusión de sus tres pasiones las plasma en la atención al cliente, con un carisma desbordante, histriónico, cargado de energía y con un énfasis particular puesto en la promoción del producto.

Un concurso muy particular

Una pared luce colmada de dibujos de niños. Algunos con finos trazos, otros que develan una corta edad y muchos en los que está plasmado en el papel la figura del impulsor de este concurso de dibujos particular en el que los chicos despliegan su creatividad con la motivación de obtener un churro o una factura o el premio mayor: una torta de cumpleaños.
“La primera nena fue Samy, era turista, vino con su mamá y empezó a dibujar, sacó crayones, brillantina, de todo, era muy artista”, recuerda Mariano de aquella niña que nunca más volvió a ver pero que dejó en la panadería la semilla de lo que luego fue un concurso de dibujos que ya cumplió seis años.

Mariano (46) empezó en la cocina a los quince años y cree que en lo que la gente saborea “también se transmite una historia, una sensación”.

Datos

Mariano (46) empezó en la cocina a los quince años y cree que en lo que la gente saborea “también se transmite una historia, una sensación”.

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