Cada vez más embarcaciones surcan el lago Nahuel Huapi

Embarcaciones de todo tipo surcan las aguas del gran lago, con preferencia desde el inicio de la primavera. La seguridad es el factor clave para que el paseo no se convierta en tragedia.

Durante mucho tiempo navegar las aguas del Nahuel Huapi fue un lujo para pocos. Pero el entorno natural es una tentación permanente y cada vez son más los que se animan a largarse al agua fresca y límpida, ya sea en embarcaciones a remo, con tablas, pequeños veleros y también con semirrígidos, que cuestan lo mismo que un auto y se pueden transportar con facilidad.

Hay opciones de todo tipo, materiales que abaratan costos y también una ciudad con una población que supera los 140.000 habitantes y que recibe unos 700.000 turistas al año. Factores que se sumaron para convertir el Nahuel Huapi en el lago con mayor actividad náutica en toda la Patagonia.

La multiplicación de la presencia de barcos, lanchas y botes de todo tipo salta a la vista, pero también surge de los registros, como el que lleva Prefectura Naval. A su cargo está la matriculación de embarcaciones autorizadas a navegar en el lago y en otros espejos de agua del país.

La Prefectura con asiento en Bariloche tiene jurisdicción en los parques nacionales Nahuel Huapi, Puelo y Los Alerces. En ese radio existen actualmente 1.659 embarcaciones inscriptas, a las cuales se agregan otras 14 embarcaciones mercantes dedicadas a la prestación de excursiones turísticas.

El prefecto principal Leandro Ruata (jefe del distrito) explicó que a ese número se agregan en verano las que llegan con habilitación original en otras provincias o delegaciones.

Si bien no hay datos históricos para comparar, desde Prefectura aseguraron que la cantidad de botes y lanchas aumenta “entre un 5 y 10% cada año”.

Ruata dijo que el control es cada vez más complejo, dado que “también se debe tener en cuenta el auge de los kayaks de travesía y los sit on top” que se venden hasta en los supermercados y que permiten a mucha gente navegar en las playas y aun lago adentro sin necesidad de permiso alguno.

Para la fiscalización Prefectura cuenta con un guardacostas en el puerto San Carlos, otro en Puerto Pañuelo y un tercero en Villa La Angostura, más un semirrígido con presencia permanente en la isla Huemul. Una dotación que (por lejos) convierte al Nahuel Huapi en el lago más vigilado de la región.

Parques pone límites

Otro organismo con actuación en el tema es Parques Nacionales, que decidió dejar de habilitar permisionarios para excursiones lacustres y comenzó a relevar muelles y boyados, para regularizar “o remover” los que no tengan permiso en regla.

El intendente del parque nacional Nahuel Huapi, Damián Mujica, ratificó que hubo un crecimiento muy importante de la actividad náutica y deportiva “sobre todo en la zona norte del lago”, aunque observó que “el boom se dio hacia 2010 y ahora está un poco más tranquilo”.

Señaló que la decisión de dejar de habilitar excursiones se explica por la necesidad de “medir la carga y disturbio” en el ambiente natural. Y si bien señaló que el lago es muy grande y puede albergar más embarcaciones “lo preocupante es el uso de las costas”.

Según los registros del parque existen actualmente cinco concesiones de navegación por licitación (con catamaranes o grandes embarcaciones), otros 35 prestadores habilitados con barcos de hasta 15 pasajeros (que van por ejemplo al brazo Tristeza o al bosque de Arrayanes), 109 prestadores de excursiones de pesca embarcada, 3 de buceo, 10 alquileres de kayak (incluyendo el lago Gutiérrez), 4 de tablas de stand up, 3 de canoas y 1 de botes a remo.

Otro indicio del movimiento náutico está dado por las 85 boyas habilitadas por Parques en el Nahuel Huapi, más 42 derechos de amarre para uso particular o comercial.

Mujica dijo que debido al volumen de la actividad comercial lacustre en 2014 “se puso un freno a la admisión de nuevos prestadores” y a algunos les bajaron de 4 a 2 frecuencias diarias. Ahora Parques sólo acepta considerar pedidos nuevos para “destinos no tradicionales”. Explicó que el objetivo es “planificar mejor el uso del lago y cubrir todas las expectativas”.

Lo económico pesa tanto como “las modas”

Claudio Lema tiene un establecimiento de venta y reparación de botes en el kilómetro 13 de avenida Bustillo. Opinó también que el sector “aumentó muchísimo en los últimos ocho o nueve años. Aunque ahora está un poco parado. A su juicio inciden el factor económico y también “las modas”.

Señaló que un bote semirrígido nuevo, apto para el Nahuel Huapi y con motor acorde, se puede comprar por unos 200.000 pesos. Mientras que usados hay por valores que van de los 130.000 a los 180.000 pesos.

El público prefiere los de tipo “neumático” y no los de casco rígido porque calculan que aun ante un accidente siempre van a seguir a flote.

“Si tengo que decir de qué se queja más la gente es de que no hay bajadas”, aseguró Lema. En toda la costa del ejido de Bariloche (unos 25 kilómetros) no hay una sola rampa para acceder al lago, que sea pública y gratuita. La única de ese tipo está en Dina Huapi, pero igual tiene sus problemas.

Según Lema, “es para días en que el lago está planchado. Cuando hay viento, en Dina Huapi es un tifón. Por eso se usa muy poco”. Dijo además que esa rampa está muy lejos y para acercarse a los lugares más atractivos del lago “se pierde mucho tiempo y además demanda un tanque de combustible de ida y otro de vuelta. Más lo que uno ande por ahí. Así que es gratis, pero no tanto”.

La bajada en el Club de Pesca y Caza en el último verano costaba 300 pesos para los no socios, en el Club Náutico 700 pesos, en Petunia 500 pesos y en Puerto Pañuelo no cobran, pero hay que pagar estacionamiento del auto (70 pesos).

En los meses de frío la actividad “hiberna”, pero la primavera ya obliga a poner el bote en condiciones y a partir de octubre comienzan a verse tráileres con embarcaciones de todo tipo en las rutas de la región. En noviembre, con el comienzo de la temporada de pesca, la “movida” náutica ya está a pleno y durante enero y febrero los días lindos son los de mayor “congestión”. La zona costera se convierte casi en una autopista de artefactos flotantes que se integran al paisaje.

El parque existente

Controles y patrullajes

La seguridad en el lago es un tema que merece el máximo cuidado. Si bien no suele haber accidentes fatales entre los bañistas, sí hay casos de navegantes que naufragan y pierden la vida en pocos minutos, debido a la temperatura del agua. Uno de los últimos casos ocurrió en noviembre de 2015, cuando se dio vuelta una canoa en Bahía Serena.

Prefectura admite que los patrullajes deben ser constantes y puntillosos, especialmente en los días de mucho calor y lago tranquilo. Esto último suele ser una condición traicionera, porque es común que el viento se levante de pronto y aquellos que iniciaron una travesía con agua calma no puedan volver. Ocurre con embarcaciones a remo, pero también a motor.

Uno de los prefectos consultados aseguró que “la gente de afuera se comporta distinto, es como que tienen más respeto. Los más imprudentes son los locales”.

A veces Prefectura debe acudir en auxilio de navegantes que se caen al agua, veleros que no pueden regresar, kayaks que se tumban o también por motores que se quedan combustible. Otro caso habitual son los kitesurfers que necesitan ayuda por falta de viento o “porque se quedan sin fuerzas” y ya no pueden izar la vela.

Datos

1.659
embarcaciones tiene registradas Prefectura entre los parques nacionales Nahuel Huapi, Puelo y Los Alerces.
14
embarcaciones, además, están dedicadas a la prestación de excursiones turísticas, por lo que se consideran mercantes.

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