Cambios en la Carta Orgánica municipal neuquina


Está de moda demandar ahorros a la política, es válido e imperativo. Es materia pendiente de nuestros gobernantes, en tiempos en que la crisis golpea en todos lados.


El 31 de marzo de 1995, veinticinco vecinos de la ciudad de Neuquén, luego de 90 días de deliberaciones, aprobaron el texto de 175 artículos que conformaron la Carta Orgánica municipal (COM), con lo que se cumplió la última condición para funcionar como municipio de primera categoría, un nivel que por cantidad de habitantes ya había alcanzado muchos años antes. La COM es el documento equivalente a las constituciones nacional y provincial.

Cuando se ha superado largamente el período de intangibilidad del texto, el intendente municipal Mariano Gaido ha propuesto al Concejo Deliberante que analice posibles cambios en algunos artículos, decisión fundamentada -acertadamente- en mejorar el funcionamiento del gobierno municipal y -discutible- en cuestiones económicas.

Veintiséis años de vigencia es tiempo más que suficiente para que un texto deba ser revisado.

Tal vez por urgencias, el intendente se ha quedado corto en la propuesta, aunque los concejales pueden ampliar la revisión a otros puntos.

Pero desde el momento del anuncio ha comenzado a proyectarse la primera discusión que deberán resolver los ediles. Modificación o enmienda, artículos 172 y 175. No es una cuestión semántica, sino de metodología. Modificación implica cambios de fondo, y solo se puede hacer a través de una Convención Constituyente. Enmienda, se refiere a cuestiones de forma, y se logra a través de una mayoría especial igual -como mínimo- a los dos tercios de los 18 concejales del cuerpo.

Reforma, implicaría gastos, que es lo que se dice se quieren evitar y reducir; enmienda, solo demandaría tiempo, discusiones, estudios, y por ahí hasta una decisión forzada.

El intendente ha centrado su mensaje en el sistema de renovación bianual y por mitades, del CD, aduciendo que se afectarían fondos que -no haciendo estos comicios- podrían asignarse a obras y servicios esenciales. Pretende que haya elección única y renovación total cada cuatro años. Ese sistema de renovación de concejales fue muy discutido en la Convención del 1995. Se tomó como ejemplo a las cámaras del Congreso Nacional, la oportunidad de opinar a través del voto, que las elecciones de medio término daban al ciudadano sobre la gestión del gobierno municipal y, a este, la posibilidad de modificar o ratificar rumbos.

Y hubo otro motivo, poco y nada comentado. La renovación por mitades permitía al cuerpo una continuidad del trabajo. Los ediles que venían en funciones recibirían a los nuevos y los integrarían rápidamente en el trabajo. Cuando todos son nuevos ocurre lo siguiente (conclusión sacada de mi experiencia parlamentaria): el primer año es de aprendizaje del ABC del trabajo legislativo; el segundo y tercer año se trabaja y produce; el cuarto año unos pensarán en una posible reelección y otros en armar una salida de la función pública. Lo cotidiano pasa a segundo plano. Conclusión: solo dos años de trabajo efectivo y pleno.

Creo que el clima social es favorable para este tipo de cambios. En el mismo marco, se incluye la pretensión de mantener en 18 el número de bancas para lo cual habrá que modificar el artículo 53, que establece la ampliación de números a medida que crece la población de la ciudad.

Estos puntos deben generar una discusión sobre el concepto de modificación o enmienda; en mi opinión, es modificación porque altera una cuestión de fondo, como es la elección y cantidad de los miembros de un órgano de gobierno. Pero puede predominar el concepto económico, y moldear la interpretación.

En el segundo párrafo de esta nota, puntualicé como “discutible” el argumento económico, porque se puede utilizar como un precedente para que en el futuro se aplique a otros ámbitos del esquema gubernamental, pudiéndose llegar -en un caso extremo- a solicitar la eliminación de cuerpos de contralor o parlamentarios u otros, en función de achicar gastos.

Está de moda demandar ahorros a la política, es válido e imperativo. Es materia pendiente de nuestros gobernantes, en tiempos en que la crisis golpea en todos lados. La misma estructura de gobierno -nacional, provincial y municipal- tiene mucho margen para aportar austeridad, sin resentir su funcionamiento. Hay mucho para achicar y, también, mejorar la elección de prioridades de inversiones y gastos.

Con el concepto anterior, no estoy defendiendo los aumentos del número de concejales. Cantidad no significa ni calidad ni mejor representatividad. Los cuerpos parlamentarios deben jerarquizarse a partir de la tarea individual y colectiva de sus miembros. Los parlamentarios tienen todos los medios para capacitarse, investigar y formular proyectos de excelencia que contribuyan a un futuro que garantice condiciones que nos inviten a vivir y mirar al futuro con entusiasmo.

Bienvenida la posibilidad de discutir estos temas. Y el señor Gaido acierta en encararlo al iniciar su segundo año de gestión, en donde todavía tiene crédito suficiente como para ir sobre temas de fondo. El debate es una herramienta esencial de la vida democrática y el debate serio, responsable, con pasión por las ideas que se defienden, alimenta mejoras en el sistema. Luego, la labor de hombres y mujeres de la política que son los que deben honrar la confianza ciudadana y trabajar para el bien común. Pero esto último no se legisla. Debe ser una condición básica de dirigentes y gobernantes.

* Exconvencional municipal constituyente (UCR-1995)


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