Canibalismo en el siglo XXI
Somos testigos en estos días de unas formas de violencia sólo tratada en los mitos y anales de la historia criminal. Sucede en el corazón del Africa, en el marco de un Estado fallido como la República Democrática del Congo, donde la antropofagia asesina se entremezcla con elementos propios de la modernidad tardía. El Congo sufre una guerra civil desde 1998, la que ha posibilitado la consumación de ciertas prácticas caníbales que los lendu, etnia mayoritaria en el país, lanzaron contra los hemas, minoritarios, pero dueños del poder económico del devastado territorio. Según las denuncias, los lendu les abren el pecho a sus víctimas con cuchillos, les arrancan el corazón, el hígado y los pulmones, para luego devorárselos calientes. Pero también los grupos pigmeos de la región vienen siendo una de las principales víctimas de esas secuencias sangrientas. En las amplias selvas del país viven alrededor de 600.000 miembros al límite de la subsistencia. Desde el inicio de la guerra civil los pigmeos han sido sistemáticamente perseguidos, asesinados y comidos por individuos pertenecientes a otros bandos armados enfrentados en la contienda. «En la historia de la humanidad han existido precedentes de infinita crueldad, masacres y actos de genocidio, pero nunca nos hemos enfrentado al espectáculo de la caza de seres humanos como si se tratara de animales», afirmó Sinafasi Makelo, un representante pigmeo, al periódico londinense «The Times». Y agregó que «están siendo perseguidos en los bosques, abatidos y devorados. Nada más y nada menos que un crimen contra la humanidad». Los milicianos de las guerrillas que protagonizan el conflicto consideran a esta etnia como una especie subhumana, cuya carne confiere poderes mágicos a quien la consuma. Según Marie-Noelle Rodríguez, jefa de la misión de Médicos sin Fronteras, «miles de ellos tuvieron que buscar refugio en campamentos administrados por diferentes agencias humanitarias para escapar al genocidio y canibalismo». La acción se produce en medio de prósperos yacimientos de columbita y tántalo, fundamentales para la industria de teléfonos celulares y computadoras. Exactamente en el mismo contexto en el cual el secretario general de las Naciones Unidas acusa a 29 compañías internacionales de saquear al país africano y a otras 85 de haber violado allí las normas de comportamiento empresarial. Durante la década del «70 el Congo fue el mayor exportador mundial de cobalto y uno de los diez primeros de diamantes, uranio, cobre y estaño. Ahora carga sobre sus hombros con casi tres millones de muertos en esta guerra desatada en torno de sus minerales. Millones de muertos para que la próspera industria de la telefonía celular siga desarrollándose al amparo de empresas internacionales y funcionarios corruptos. El ritual antropofágico que allí se lleva a cabo mezcla elementos mágicos, como la creencia de la absorción de la energía y espíritu del sacrificado, con invectivas políticas y de control estratégico del territorio. Una suerte de superchería patógena en donde las propias organizaciones humanitarias de la ONU aseguran haber verificado durante este año cómo grupos de guerrilleros abatían, cocinaban y comían al menos a una docena de pigmeos. Los líderes de las tribus de pigmeos han pedido a las Naciones Unidas que cree un tribunal internacional a fin de determinar la responsabilidad del gobierno y de los militantes de las diversas guerrillas que operan en el país, acusados de actos de canibalismo. No sería la primera vez que así sucede en Africa, puesto que ya funcionan allí dos tribunales internacionales de carácter penal: respecto de Ruanda y Sierra Leona. El primero de aquéllos está destinado a juzgar el genocidio acontecido en 1994, cuando los miembros de la etnia hutu asesinaron alrededor de ochocientos mil tutsis en apenas cuarenta días. El Tribunal Especial para Sierra Leona, por su parte, fue creado en virtud de un acuerdo suscrito por la ONU y el gobierno sierraleonense en enero del 2002. Investiga la presunta comisión de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y otras violaciones graves del derecho internacional humanitario a partir del 30 de noviembre de 1996. Sin embargo, hasta el momento la respuesta del Consejo de Seguridad se ha limitado a aprobar el envío de una fuerza multinacional liderada por Francia e integrada por 1.200 soldados, cuyo objetivo consiste en evitar la continuación de las masacres en la región. El caos que experimenta la República Democrática del Congo es la continuación de una serie de estallidos originados en los errores y las desprolijidades propias del proceso de descolonización. A la fragmentación del poder estatal se le suma la presencia de una pluralidad de agrupaciones rebeldes que han ido apareciendo progresivamente como criaturas manipuladas por protectores ruandeses y ugandeses, y no como representantes de auténticos movimientos populares. Pero nada llama tanto la atención como este retorno a los rituales pos-mortem. Allí donde el pasado y el presente se conjugan en una dimensión fantasmagórica, haciendo del canibalismo una nueva forma de crimen contra la humanidad.
Somos testigos en estos días de unas formas de violencia sólo tratada en los mitos y anales de la historia criminal. Sucede en el corazón del Africa, en el marco de un Estado fallido como la República Democrática del Congo, donde la antropofagia asesina se entremezcla con elementos propios de la modernidad tardía. El Congo sufre una guerra civil desde 1998, la que ha posibilitado la consumación de ciertas prácticas caníbales que los lendu, etnia mayoritaria en el país, lanzaron contra los hemas, minoritarios, pero dueños del poder económico del devastado territorio. Según las denuncias, los lendu les abren el pecho a sus víctimas con cuchillos, les arrancan el corazón, el hígado y los pulmones, para luego devorárselos calientes. Pero también los grupos pigmeos de la región vienen siendo una de las principales víctimas de esas secuencias sangrientas. En las amplias selvas del país viven alrededor de 600.000 miembros al límite de la subsistencia. Desde el inicio de la guerra civil los pigmeos han sido sistemáticamente perseguidos, asesinados y comidos por individuos pertenecientes a otros bandos armados enfrentados en la contienda. "En la historia de la humanidad han existido precedentes de infinita crueldad, masacres y actos de genocidio, pero nunca nos hemos enfrentado al espectáculo de la caza de seres humanos como si se tratara de animales", afirmó Sinafasi Makelo, un representante pigmeo, al periódico londinense "The Times". Y agregó que "están siendo perseguidos en los bosques, abatidos y devorados. Nada más y nada menos que un crimen contra la humanidad". Los milicianos de las guerrillas que protagonizan el conflicto consideran a esta etnia como una especie subhumana, cuya carne confiere poderes mágicos a quien la consuma. Según Marie-Noelle Rodríguez, jefa de la misión de Médicos sin Fronteras, "miles de ellos tuvieron que buscar refugio en campamentos administrados por diferentes agencias humanitarias para escapar al genocidio y canibalismo". La acción se produce en medio de prósperos yacimientos de columbita y tántalo, fundamentales para la industria de teléfonos celulares y computadoras. Exactamente en el mismo contexto en el cual el secretario general de las Naciones Unidas acusa a 29 compañías internacionales de saquear al país africano y a otras 85 de haber violado allí las normas de comportamiento empresarial. Durante la década del "70 el Congo fue el mayor exportador mundial de cobalto y uno de los diez primeros de diamantes, uranio, cobre y estaño. Ahora carga sobre sus hombros con casi tres millones de muertos en esta guerra desatada en torno de sus minerales. Millones de muertos para que la próspera industria de la telefonía celular siga desarrollándose al amparo de empresas internacionales y funcionarios corruptos. El ritual antropofágico que allí se lleva a cabo mezcla elementos mágicos, como la creencia de la absorción de la energía y espíritu del sacrificado, con invectivas políticas y de control estratégico del territorio. Una suerte de superchería patógena en donde las propias organizaciones humanitarias de la ONU aseguran haber verificado durante este año cómo grupos de guerrilleros abatían, cocinaban y comían al menos a una docena de pigmeos. Los líderes de las tribus de pigmeos han pedido a las Naciones Unidas que cree un tribunal internacional a fin de determinar la responsabilidad del gobierno y de los militantes de las diversas guerrillas que operan en el país, acusados de actos de canibalismo. No sería la primera vez que así sucede en Africa, puesto que ya funcionan allí dos tribunales internacionales de carácter penal: respecto de Ruanda y Sierra Leona. El primero de aquéllos está destinado a juzgar el genocidio acontecido en 1994, cuando los miembros de la etnia hutu asesinaron alrededor de ochocientos mil tutsis en apenas cuarenta días. El Tribunal Especial para Sierra Leona, por su parte, fue creado en virtud de un acuerdo suscrito por la ONU y el gobierno sierraleonense en enero del 2002. Investiga la presunta comisión de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y otras violaciones graves del derecho internacional humanitario a partir del 30 de noviembre de 1996. Sin embargo, hasta el momento la respuesta del Consejo de Seguridad se ha limitado a aprobar el envío de una fuerza multinacional liderada por Francia e integrada por 1.200 soldados, cuyo objetivo consiste en evitar la continuación de las masacres en la región. El caos que experimenta la República Democrática del Congo es la continuación de una serie de estallidos originados en los errores y las desprolijidades propias del proceso de descolonización. A la fragmentación del poder estatal se le suma la presencia de una pluralidad de agrupaciones rebeldes que han ido apareciendo progresivamente como criaturas manipuladas por protectores ruandeses y ugandeses, y no como representantes de auténticos movimientos populares. Pero nada llama tanto la atención como este retorno a los rituales pos-mortem. Allí donde el pasado y el presente se conjugan en una dimensión fantasmagórica, haciendo del canibalismo una nueva forma de crimen contra la humanidad.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios