Carta abierta, ojos cerrados

Mirando al sur

Ya no sé cuál es la cifra que marca la mayoría de edad entre los jóvenes argentinos: si los 16, cuando pueden votar; los 17, cuando pueden manejar; los 18, no sé por qué, o los 21, cuando creo recordar que se consideraba a las personas como adultos en mi generación. En cualquier caso, el grupo de intelectuales kirchneristas autodenominados Carta Abierta acaba de publicar su documento homónimo, el número 21, y aún no salen de la adolescencia, respecto de su incapacidad para enfrentar las contradicciones que nos vuelven imperfectos y nos permiten a la vez interactuar con un mundo desconcertante. Los Carta Abierta se enfrentan a un conflicto terminal: los papis K no eran geniales como ellos creían, sino una versión trucha de Bonnie and Clyde. A partir de esta revelación, quienes de entre ellos pretendan seguir llamándose intelectuales o pensadores pueden optar por dos caminos: justificar la corrupción, como hizo Hernán Brienza, y justificar el hecho de haberla negado, como una táctica anticapitalista; o repudiar a los ladrones que los engañaron, desencantarse y, sin renunciar a los ideales que declamaban, quedar a la intemperie. No han optado por ninguno de los dos caminos de la sinceridad, eligen cerrar los ojos. En una algo más clara parrafada, pero tan innecesariamente extensa como todas las anteriores, a grandes rasgos exponen: aun si los Kirchner robaron (formulada como hipótesis improbable), esto no invalida el resto de sus políticas. Tomando en cuenta que los Carta Abierta negaron la corrupción kirchnerista desde su fundación hasta la caída de José López, unas preguntas para hacerles serían: 1) en caso de haber encubierto Cristina Kirchner o participado, de algún modo, en el asesinato del fiscal Nisman, ¿eso tampoco invalidaría el resto de su políticas?; 2) si los Kirchner y sus secuaces hubieran robado más que lo que, según Carta Abierta, redistribuyeron, ¿eso tampoco invalidaría el resto de sus políticas?; 3) ¿existe algún delito que invalide el resto de las políticas?

Más preguntas: ¿por qué durante un lustro acusaron de traidores, vendepatrias, cipayos y mentirosos a quienes denunciaban los mismos robos, como los de López y Báez, que ellos ahora reconocen? Aun cuando continúen coincidiendo con las políticas de los Kirchner, ¿qué tienen para decir sobre haber sido los inquisidores de quienes sólo denunciaban delitos realmente cometidos?

De comprobarse que Cristina Kirchner era la jefa de la banda delictiva conformada por López, Báez, Jaime, Felisa Miceli, Fariña, entre otros, que robaron de modos bastante similares, más los casos que involucran homicidios, como por el cual está preso Pérez Corradi, ¿cuál debería ser el destino de la expresidenta, según Carta Abierta? Cierran los ojos y siguen para adelante. Como el caballo de la noria; un burro sería más adecuado en esta metáfora. Los adolescentes no pueden romper con sus ilusiones, ni con sus fobias: de ellas depende su identidad, el elixir secreto que los mantiene jóvenes. A su lado se derrumba el imperio chavista liderado por el preadolescente Nicolás Maduro. Defendieron el chavismo con uñas dientes, lo recomendaron como destino de nuestra propia patria; ahora es un escándalo de corrupción y hambre, un Estado canalla e inviable, pero los Carta Abierta no tienen nada para decir al respecto.

Todos hemos debido enfrentarnos, en algún momento de nuestras vidas, a la caída de nuestras utopías. Políticas, sentimentales, personales. Ese terrible turning point, por doloroso que sea, nos permite ser menos dañinos con nosotros mismos y con los demás. A menudo, el descubrimiento de cuán errados estuvimos nos llama a silencio, durante una temporada más o menos extensa. Los Carta Abierta han decidido romper su silencio del modo más patético: repitiendo sus rezos litúrgicos con un par de golpes en el pecho. Más les hubiera valido anunciar que se darían un tiempo para reflexionar. Pero, paradójicamente, parece que la reflexión no es cosa de intelectuales.

¿Por qué durante un lustro acusaron de traidores, vendepatrias, cipayos y mentirosos a quienes denunciaban los mismos robos, como los de López y Báez, que ellos ahora reconocen?

Aun cuando continúen coincidiendo con las políticas de los K, ¿qué tienen para decir sobre haber sido inquisidores de quienes sólo denunciaban delitos realmente cometidos?

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¿Por qué durante un lustro acusaron de traidores, vendepatrias, cipayos y mentirosos a quienes denunciaban los mismos robos, como los de López y Báez, que ellos ahora reconocen?
Aun cuando continúen coincidiendo con las políticas de los K, ¿qué tienen para decir sobre haber sido inquisidores de quienes sólo denunciaban delitos realmente cometidos?

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