Día del Autocuidado y salud mental
Fabián Wotnip
Ayer se celebró el Día del Autocuidado. Nos invitan a “escucharnos a nosotros mismos”, a “practicar la empatía”, a “ser resilientes”, a “regular nuestras emociones”. Hermoso. Una especie de mindfulness estatal en aerosol que intenta curar, en tres frases de Instagram, el colapso real del sistema de salud mental.
Pero la paradoja —la trampa, si se quiere— es que detrás de esta retórica amable se esconde una verdad brutal: la Ley Nacional de Salud Mental actual está diseñada para que usted nunca tenga un psiquiatra, incluso si lo necesita desesperadamente. No lo va a tener.
Porque la ley no cree en la psiquiatría. La ley sospecha de la psiquiatría. La ley quiere que usted “no sea etiquetado”, que no reciba un diagnóstico, que no sea internado nunca (aunque esté en crisis psicótica), y que resuelva todo en una salita de atención primaria con un taller de yoga comunitario.
¿Tiene usted un hermano que se descompensa cada dos meses y termina agrediendo a la madre? ¿Una hija con anorexia severa que no acepta tratamiento? ¿Un padre con demencia y agitación que deambula sin rumbo por el barrio? Autocuidado. Respire. Medite. Acepte. Sea resiliente. Porque si usted llama a un psiquiatra, lo más probable es que no lo consiga, o que lo consiga demasiado tarde.
Y si propone una internación, tendrá que convencer a un equipo interdisciplinario que funciona de lunes a viernes, en horario de oficina, con formulario triplicado y sin cama disponible.
Así estamos. Con una ley que en nombre de la libertad niega el cuidado. Que en nombre de la autonomía abandona. Que, por miedo al estigma, se niega a nombrar el sufrimiento.
Que desconfía del conocimiento médico, pero acepta sin problema que los pacientes terminen judicializados, internados por la fuerza en neuropsiquiátricos clandestinos, o abandonados en la vía pública, donde ya no hay “hospital” ni “dispositivo” sino cartón, hambre y olvido. ue.
Por eso hoy, Día del Autocuidado, le propongo este ejercicio: imagine que usted se quiebra una pierna. Pero en vez de darle un traumatólogo, el sistema le da una charla sobre su vínculo con las escaleras.
Esa es la Ley de Salud Mental hoy. Un sistema que se felicita por no brindarle lo que usted necesita. Y que llama a eso cuidado.
Comentarios