Nuestro país tiene pena de muerte

Hugo Oscar Acito, DNI 16.100.826
Neuquén

Claro que sí, y con los años tenemos más condenados a la pena capital de ejecución rápida. Claro, no es sobre los delincuentes, sino que se aplica, salvo excepciones, sobre gente inocente, trabajadora, que tiene un buen auto, o simplemente un auto, un buen celular, o simplemente un celular, un par de zapatillas, una moto… que va o viene de su trabajo, que sale del banco, que descansa después de una jornada agitada y entran los verdugos a ejecutar su sin razón.

En Argentina tenemos pena de muerte y no hay convenio internacional que nos ampare, que pidamos respetar, ni hagamos respetar. Simplemente nos hacemos los distraídos y evitamos impartir justicia, y si alguien mata a uno de estos asesinos, “el pobre chico tenía que estar en la cárcel, no muerto”

Cada día en este Corredor de la Muerte estamos más de 40 millones de Argentinos, esperando que desde las sombras, de la senda, salga el verdugo y materialice su irracional acto, por nada, a cuenta de nada.

Sí, estamos todos, los políticos que lo generaron también. Poco me importa de ellos, me da lo mismo su color político, si mueren o viven, no los conozco, no siento ni odio ni amor por ellos.

Pero esta vez sacaron de la fila a alguien muy cercano, muy querido, a un tipo de esos que todo el mundo quiere, simpático, amable, empático, solidario… El 24 de octubre ejecutaron a un amigo, un gran amigo, tipo simple, bonachón… claro, un laburador, que solo será un número más en la estadística; pero que no lo es para mí y para aquellos que han tenido la fortuna de conocerlo y compartir parte de nuestra vida con él.

No era perfecto, como no lo somos todos los que estamos en el Corredor de la Muerte a diario, hoy le tocará a otro… si tiene dinero, lo tendrá merecido por oligarca, ricachón, negrero, o lo que se les ocurra. Si es una persona humilde o un pobre jubilado, solo es el destino, un poco de inseguridad, que no mata a nadie. Bueno, esto de la balanza de la Justicia inclinada hacia los asesinos no me gusta nada, si los agarran, serán algunos años de cárcel y luego a seguir viviendo… parece un castigo por haberse dejado atrapar, por esa torpeza, como en la época de los espartanos cuando agarraban robando a un chico en período de Agogue, y lo azotaban porque fue descubierto, no por robar, por su torpeza de no saber robar sin ser visto, aquí parece lo mismo.

Mi pregunta es, si estamos todos esperando que algún día nos toque, que salga de la oscuridad nuestro asesino, ¿no podemos devolverle la atención? Admiramos a China, con mayor cantidad de pena capital del mundo, o Irán, también ejecutando según sus propios criterios religiosos…

No pretendo que maten a nadie, pero tampoco a nosotros.

Se fue un amigo, “El Ruso” Auer, estará siempre con nosotros mientas estemos vivos, ahí termina la existencia de los que no marcamos la diferencia. Pero no cambiaría ni una pizca del amor que recibo de mis amigos por mil años de trascendencia mundana.

Mi corazón sufre por Miguel Ángel (El Ruso), no habrá consuelo, a lo sumo un poco de justicia, pero no mucha. Me pregunto si podremos hacer algo, para dejar de estar todos en este verdadero Corredor de la Muerte, llamada sociedad argentina.


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