Avanza un plan para conservar los tesoros y el ambiente del Valle Cretácico en Río Negro
Lo llevan a cabo diferentes organismos públicos provinciales en colaboración con apoyo del Consejo Federal de Inversiones. Se busca preservar restos fósiles como a la fauna silvestre actual y promover un turismo sustentable
Con más de 200 mil hectáreas, el Área Natural Protegida “Valle Cretácico” es el segundo en extensión detrás de la Meseta de Somuncurá, y su ubicación privilegiada lo corona como el bastión de meseta más norte de la provincia de Río Negro. Está en el Departamento del Cuy. Recibió su nombre por los restos fósiles de animales y vegetales del Período Cretácico, dentro de la Era Mesozoica que se han encontrado allí, pero hoy también cautiva a los investigadores científicos por su fascinante biodiversidad, la presencia de especies actuales que no habitan en ninguna otra zona del mundo y su colorido paisaje.
La Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro se lanzó a la misión de actualizar la documentación operativa y teórica que reglamenta esta región del Valle Cretácico. Las tareas comenzaron este mes con un encuentro multidisciplinario en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales, con sede en General Roca, con el propósito de encontrar debilidades y fortalezas en las cuales hacer hincapié.
“El plan de manejo deberá estar listo para fin de año, según el contrato firmado con una empresa consultora. Además para entrar en vigencia, debe ser refrendado por un decreto por la gobernadora”, comentó a RÍO NEGRO, Fabián Llanos, Subsecretario de Ambiente de la Provincia.
Fue a través del Consejo Federal de Inversiones (CFI) que la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático logró obtener los fondos para la actualización del vigente plan que data de 2005. Además este presupuesto permitirá la concreción de otros documentos para áreas naturales que no contaban con su propia reglamentación.
Con ese objetivo se conformó un equipo transdisciplinario integrado por miembros de la consultora privada Terramoena y de la Fundación Patagónica de Ciencias Naturales, que administra al Museo Patagónico.
Se espera que el nuevo plan de manejo ambiental se convierta en un gran baluarte contra la amenaza que representan algunas actividades humanas para la preservación del ecosistema. Porque el Valle Cretácico actualmente es víctima del acecho de cazadores furtivos, el uso desmedido de turistas y el “boom” de los desarrollos inmobiliarios.
“Se espera en breve tiempo poder contar con presencia de Guardas Ambientales, que puedan custodiar esta parte del patrimonio de todos los rionegrinos”, explicó Llanos. Uno de los pasos fundamentales es el funcionamiento articulado entre fuerzas de seguridad con el fin de hacer frente a situaciones de peligrosidad.
¿De qué trata un plan de manejo y cuál es su importancia?
Se trata de documentos conceptuales, y flexibles a modificaciones, que regulan las actividades de las áreas naturales. Allí se establecen la importancia y los valores plausibles de perderse. Su finalidad es asegurar el sostenimiento natural de las especies que las habitan, promover un menor impacto y velar por una convivencia armónica con la naturaleza, contestaron.
En el caso de Valle Cretácico el proceso para renovar su plan de gestión consta de dos grandes etapas. La primera denominada de “caracterización y diagnóstico”, que ya está próxima a finalizar, y una segunda compuesta por acciones propositivas sobre cómo actuar. “Se trata de un área muy grande y con muchas complejidades. Por ese motivo primero nos centralizamos en lo que ya hay y cuál es su estado de conservación. Luego se diseñan las acciones a concretar y se elabora un mapa de usos para cada sector de acuerdo al nivel de impacto que pueden soportar”, comentó Maricel Giaccardi, bióloga y socio gerente de la consultora Terramoena.
Durante el segundo semestre, se espera comenzar con la denominada “zonificación”, que consiste en la elaboración de un mapa en el que se especificará un gradiente de actividades permitidas por sector. “Irá desde lugares con conservación estricta, donde solo se permitirá el ingreso de investigadores, a sitios con actividades múltiples pero sostenibles”, precisó Giaccardi.
En esta instancia también se sumará la participación de los lugareños, quienes aportarán su conocimiento más cotidiano. Esto permitirá una retroalimentación con la etapa de diagnóstico para ajustar ciertas observaciones antes no contempladas.
Una región aún desconocida
Valle Cretácico es quizás un territorio del que poco se habla, pero que conforma uno de los tesoros naturales más importantes de la Patagonia Norte. Centro de importantes hallazgos fósiles y fuente de una inagotable biodiversidad, combina en su interior dos paisajes marcadamente diferentes: la estepa patagónica y el monte.
“Hemos realizado muchos relevamientos en el lugar y por su ubicación, en la parte centro oeste de la provincia, es una continuidad de la precordillera neuquina. Además es un centro de endemismo, cuyas especies estamos conociendo y efectuando resguardos genéticos”, mencionó Pablo Chafrat, responsable del Museo Patagónico de Ciencias Naturales. Por ser uno de los pioneros de la exploración en campo, la entidad fue convocada para integrar el equipo de trabajo que renueva el actual programa de gestión del área.
De hecho, como resultado de sus investigaciones se logró dar con nuevas especies de reptiles y mamíferos. Estos endemismos, es decir, animales que no se encuentran en ningún otro sitio del mundo, están siendo descritos por el plantel del Museo. Se espera que próximamente obtengan un nombre taxonómico o científico.
“Imagínate llegar a un lugar, ver un animal y enterarte que no es conocido, es algo muy fuerte. Estos hallazgos son valores de conservación a considerar en la elaboración del nuevo documento de manejo”, expresó Laura Do Campo, naturalista e integrante de la Fundación Patagónica de Ciencias Naturales.
A los descubrimientos se le suman los clásicos yacimientos fósiles. La región de La Buitrera, ubicada en la ladera noroccidental de la Planicie de Rentería a unos 30 kilómetros de la localidad de Cerro Policía, fue el hogar de dinosaurios carnívoros o terópodos de varios tipos de linajes. Pero también el hábitat de legendarios cocodrilos y mamíferos de hocico largo que fueron detectados en diversas expediciones desde finales de los 90’.
El Valle Cretácico ahora está a punto de convertirse en un gran corredor biológico, con el propósito de asegurar el hábitat saludable para las actuales especies vegetales y animales, en el contexto del cambio climático global.
“Venimos evaluando que el impacto del hombre en los ecosistemas se está acelerando. En el caso de las aves es más sencillo verlo porque todos los años observamos a simple vista cambios en los patrones de distribución. Pero en los vertebrados es más difícil, aunque sabemos de poblaciones conocidas y estudiadas cuya tasa está decayendo”, enfatizó Chafrat.
Una científica conocedora de los ambientes en Patagonia
Maricel Giaccardi es licenciada en Ciencias Biológicas y su trayectoria en evaluaciones de impacto ambiental hoy la avalan para emprender la renovación del plan de manejo del Área Natural “Valle Cretácico”. Las autoridades rionegrinas también la seleccionaron para concretar el mismo objetivo en Bahía San Antonio y Punta Bermeja.
“Si bien nos preparamos para la academia, los biólogos tenemos mucho vínculo con los procesos de conservación de recursos naturales y culturales. A lo largo del tiempo me volví interdisciplinaria, y adopté actitudes para sentarme en una mesa a negociar con actores sobre cambios a desarrollar”, mencionó Giaccardi en una entrevista concedida a RÍO NEGRO.
Es santafesina e inició su formación en la Universidad de la Patagonia “San Juan Bosco”. Allí se especializó en ecosistemas marinos y le permitió formar parte de instituciones de preservación e investigación en la vecina provincia de Chubut.
Con los años su interés y compromiso con el planeta la llevó a liderar importantes proyectos de manejo en varios puntos del país. Como por ejemplo en Península Valdés, Parque Nacional Los Alerces, Los Glaciares, Parque Interjurisdiccional Marino Makenke, Parque Provincial Ischigualasto y Bahía Samborombón.
Hoy emprende sus labores con la convicción de no ser una experta, sino de saber congeniar con los diferentes protagonistas e intereses que velan en el lugar. Siendo la escucha de los lugareños una pieza fundamental de su trabajo.
“En Punta Bermeja y San Antonio hicimos talleres con las personas que habitan esos lugares, sabemos del aporte de sus puntos de vista y suponemos que una participación activa permite la apropiación del área”, añadió la bióloga.
Sus observaciones le permiten hoy afirmar que el impacto del hombre en los ecosistemas tiene una incidencia directa en la vida de las comunidades. Por eso, el trabajo mancomunado es imprescindible para el desarrollo de este tipo de documentos de gestión.
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