Para que duerman bien, los niños deberían usar las pantallas menos de 2 horas por día

El 90% de los niños de Bariloche usan celular, computadora o tableta antes de irse a dormir según una encuesta realizada por investigadores locales.

El estudio realizado por investigadores de las universidades públicas del Comahue y de Río Negro, junto con el Hospital Zonal de Bariloche reveló que el 90% de los niños, independientemente de su estado nutricional, usa dispositivos antes de acostarse. Pueden ser teléfonos, tabletas o computadoras.

“Como sociedad hemos sido captados por las pantallas. Más allá de que están asociadas al sedentarismo, con ellas la atención se dispersa. Es un problema a nivel mundial. Han captado no solo a niños y adolescentes sino a adultos y adultos mayores que, por ejemplo, al cuidar a los nietos les ponen la pantalla. Sería interesante reflexionar sobre estos cambios en la forma de vincularnos”, planteó la experta Paola D’ Adamo.

Las pantallas -aclaró- alteran el ritmo circadiano (procesos naturales que responden a la luz y a la oscuridad) a la hora de ir a dormir. La recomendación es que el uso de pantallas sea menos de 2 horas por día y eliminarlas de la habitación.

Encontraron también que alrededor del 50% de los niños comían mirando el televisor 4 veces por semana o más. Estos tienen 1,7 veces más probabilidades de presentar obesidad.

“La idea -insistió D´Adamo- es cambiar hábitos que van más allá de cuántas calorías se ingieren. Quienes comen mirando televisión, por ejemplo, tienen más probabilidad de tener obesidad que aquellos que no porque la atención está puesta en otra cosa. No tenés registro de que estás comiendo. Lo mecanizás. Uno debe poner la atención en el propio cuerpo. Si no como por inercia”, señaló la investigadora. El trabajo de investigación que hicieron enfatizón en la necesidad de tener un mayor registro corporal y autopercepción.

Límite. Los niños deberían usar el celular menos de 2 horas por día. Crédito: Vitolda Klein/Unsplash

El rechazo entre pares fue mayor en niños con obesidad (44%) que de aquellos con peso normal. Si bien la diferencia no resulta significativa, se observa una marcada tendencia.

“Esto sugiere dificultades en términos de integración social. Se sienten excluidos. Este factor también se liga con el estrés”, sintetizó D´Adamo.

Germán Guaresti aclaró que el estudio pone la mirada en la salud y no en la discriminación. “Hay grupos que hablan de gordofobia. Rechazamos cualquier acto de discriminación. Acá la mirada está puesta en lo sanitario. Está implícita la aceptación de los cuerpos”, mencionó.

El objetivo del estudio, afirman los investigadores, es cambiar la mirada y entender el fenómeno del sobrepeso y la obesidad infantil como “multidimensional” para abordarla desde el cambio del estilo de vida.

“La obesidad es un emergente pero este estilo de vida con un estrés tan alto nos lleva en esa dirección. Hay que tener más pausas, poner más atención en las cosas que hacemos, sobre todo en la niñez para generar hábitos saludables en torno a la higiene del sueño que va más allá de cuántas horas se duerme”, dijo D´Adamo.

Sugirieron a las familias hacer comidas con diálogo, sin pantallas, en un clima armónico. Irse a dormir en silencio o con música suave para predisponerse al buen sueño. “Se debería trabajar en hábitos saludables como estrategia preventiva y terapéutica para el manejo de la obesidad y el sobrepeso desde etapas tempranas”, concluyó.


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