Ciudadanía

Podemos definir «ciudadanía» como un estatus jurídico y político mediante el cual el ciudadano adquiere unos derechos (civiles, políticos, sociales) y unos deberes como individuo respecto a una colectividad.

La teoría política, siguiendo a Marshall, ha simplificado el proceso sindicándolo como acumulativo (aunque, a nuestro juicio, los derechos han evolucionado y progresado de manera constante a lo largo de la historia). Así, en el siglo XVIII se reconoce un conjunto de derechos y libertades individuales de naturaleza civil, en el XIX se logran los derechos políticos y en el XX se adquieren los derechos sociales.

Por lo que el estatus de ciudadano se encuentra dado por tres situaciones particulares e interrelacionadas: una situación civil (que garantiza al hombre y a la mujer el ejercicio de sus libertades individuales frente al Estado, tales como: libertad de pensamiento, de expresión, libertad de acción, libertad de asociación, etc.), una situación política (que nos da la posibilidad de participar) y una situación social (que da derecho a cada miembro de la comunidad a disfrutar del bienestar). Y es de recordar que los derechos logrados implican los consiguientes deberes, ya que de no ser así los derechos pierden validez.

Ahora bien, la ciudadanía se origina en las ciudades. Jordi Borja sostiene que «es un concepto forjado inicialmente en la ciudad. Corresponde al estatuto de los hombres y mujeres libres ('el aire de la ciudad nos hace libres'). Los ayuntamientos, los 'comunes' o los 'burgos', con su asamblea elegida y el control que ejercía ésta sobre el gobierno de la ciudad, son el precedente de la democracia política europea y americana. El ciudadano era el habitante de 'derecho' de la ciudad».

La crisis de representatividad que aqueja al sistema político de nuestro país es un desafío a la innovación democrática, siendo fundamental tener en cuenta a los ciudadanos, las nuevas problemáticas y las posibilidades de participación.

En tal sentido, los municipios son el ámbito fundamental y estratégico en donde se pueden consumar con mayor plenitud los valores de la democracia y de ciudadanía. El apoyo al desarrollo de ciudadanía se constituye así en un desafío de los gobiernos locales. Es un proceso de conquista de derechos y de reivindicación de políticas públicas para hacerlos efectivos.

Así, los municipios son el lugar por excelencia para desarrollar la nueva ciudadanía, teniendo presente que estos procesos son conflictivos y en ellos es necesario el diálogo constante y permanente, ya que la ciudadanía es un concepto evolutivo de derechos y deberes.

 

MATIAS RULLI (*)

Especial para «Río Negro»

(*) Miembro de la Unión Iberoamericana de Municipalistas


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