Clarisa Ercolano: «Espiar es inoxidable ante la democracia»
Ya no se trata de un proceso que pueda definirse en términos clásicos para su contenido: mundo de espionaje. Se trata -la autora- de un mundo que mina y torna perverso el funcionamiento del sistema todo.
Entrevista a la periodista, autora de «Escuchas ilegales»
Su libro parece engarzarse en lo que podría ser una tendencia muy joven: hablar de lo que usted define como «palabras malditas»: La SIDE y sus mundos paralelos, espías, escuchas, sentimientos. Engarzarse con otros trabajos rigurosos. El de Gerardo Young, por caso. ¿Estamos en una tendencia desde la historia, el periodismo, a poner blanco sobre negro sobre ese entramado?
-Es posible, sí. Y, de ser así en alguna medida, trabajar estos temas es un aporte a una necesidad para que el sistema político funcione más cristalinamente. Tocar las «palabras malditas» es un aporte en esa dirección. Hablar de lo que no se habla, hace a conocer cómo el poder, el poder como expresión de condicionar, doblegar voluntades, meter miedo, nos ha gobernado incluso en democracia.
-Su libro no parece tener, como suele suceder con muchos libros de periodistas sobre temas nacionales, una apetencia de coyuntura. Surgir, por ejemplo, muy alentado por el caso Nisman, Stiuso. ¿Desde cuándo venía trabajando el tema?
-Desde hace tres años. Había comenzado a interesarme a partir del entramado Macri-Metropolitana-Fino Palacios. Y desde ahí fui descubriendo un mundo de tramas, de líneas, que retroalimentó mi interés en distintas direcciones de las prácticas del poder. Durante ese lapso reflexioné mucho con Gabriel Levinas, periodista muy agudo, con el que había trabajado. Un día me dijo, «bueno piba, hay que hacer un libro». Y…
-¿Es cierto que la piba alienta la idea de seguir en el tema?
-Esa idea no necesita aliento. Ya es decisión. Estoy trabajando en otro libro en línea al tema de «Escuchas ilegales».
-¿Qué va a contar?
-Hoy eso no se dice. Espere.
-¿Es aventurado señalar que a lo largo de lo que llevamos en democracia el único político que se atreve a denunciar los alcances del poder de la SIDE es Gustavo Beliz?
-Nada aventurado. No habrá historia sobre ese poder que no pueda dejar de computar que es el político que rompe reglas al denunciar a Jaime Stiuso. Y lo paga fuerte. Kirchner lo echa. Se tiene que ir del país. De él extraigo lo de «palabra maldita». Porque en su denuncia, que hace en julio del 2005, dice claramente que lo echan «por nombrar la palabra maldita, que es la palabra SIDE». Y acota algo que hace a… no sé… lo más oscuro de lo sucedido en democracia con la SIDE. Dice: «En el ámbito de la SIDE se ocultan las cuestiones más irregulares que tienen que ver con el transcurso»… La define como «policía secreta sin control»…
-¿Y Kirchner la deja hacer?
-Él y toda la política. Es más, Beliz denuncia estilos de ejercicio del poder por parte de Kirchner. En alguna medida es un adelantado, porque lo dijo hace 11 años, en poner sobre el tapete el mundo de desconfianzas, de obsesiones, de lógicas decisionistas con que se movía Néstor Kirchner…
-Pero otro desconfiado que emerge en el esquema de poder que usted investiga es Franco Macri. Pater del clan. ¿Tiene miedo?
-Hay una relación directa entre la construcción de poder que lidera a través del tiempo, y desconfianzas, miedo sobre el destino de ese poder, de su familia. Todo un proceso que se inicia cuando vive en Tandil, donde amasa su fortuna. Luego irá contratando agencias de seguridad, de inteligencia. Creo que en el libro detallo todas esas percepciones y realidades, en términos muy ajustados a lo sucedido. Es cierto que con el correr de las décadas le secuestran dos hijos. Pero en la defensa y control de toda esa estructura de poder, bueno, hay situaciones complejas…
-¿El caso de Marie France Peña Luque de Macri?
-Bueno, una chica que termina divorciándose de un Macri, se sabe seguida, controladas sus comunicaciones por decisiones de Franco Macri, se va a Brasil. Hasta ahí llega gente de inteligencia para seguirle los pasos y realmente llega a convivir al borde de lo paranoico por ser blanco de todo ese proceso… Macri además no podía entender cómo su hija estaba casada con un parapsicólogo, de ahí su interés por saber todo, todo sobre ella, su vida con él…
-Si bien en gran parte de su libro, Stiuso va y viene, en materia de escuchas hay también otros mentores intelectuales. Ahora, cuando se habla del poder de Stiuso en ésta u otras investigaciones de una u otra manera siempre emerge que hubo espacios de poder que Stiuso no pudo dominar jamás plenamente…
-¿Lo dice por la Federal?
-Y en parte por la Bonaerense, que termina matando en confuso operativo a «El Lauchón», su mano derecha…
-Tuvo enemigos en ambos planos. También leales. Toda esa relación, colisiones, coincidencias, es aún blanco de seguir investigando…
-¿Pero pareciera estar más claro el campo de enemigos que tenía en la Federal, no?
-Sí, es posible. En esto yo trabajé con declaraciones muy importantes, entre otras fuentes, del fiscal Quantín. Quedó -digamos- impresionado cuando, durante una entrevista con Kirchner, detectó claramente el poder que ejercía la SIDE. Porque obsesionado por la Federal, de hecho le entrega el poder a la SIDE para que decidiera quién debía quedarse y quién debía irse. No era el presidente el que trabajaba el tema. Era la SIDE.
-¿El comisario Fino Palacios, involucrado en las escuchas, para Mauricio Macri era enemigo de Stiuso?
-Sí, era una molestia.
-¿Mauricio Macri le teme a la causa de las escuchas por las cuales está procesado?
-No me parece. No me parece. Irá a juicio en el 2017. Es una causa donde el juez Oyarbide, por ejemplo, no aceptó revisar -le doy un dato entre muchos- los registros del locutorio desde el cual se habría informado a Sergio Burstein que era escuchado por gente de Mauricio a cargo de Fino Palacios. Ciro James… Tampoco revisó el registro de llamadas del teléfono de Burstein…
-Una historia espera…
-Una historia bajo espera… Mientras tanto, el espiar sigue siendo inoxidable ante la democracia…
carlos torrengo
carlostorrengo@hotmail.com
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