“Vos no sos mi mamá/papá”

B. tiene un “hijo complicado” como lo llama ella, más en broma que en serio, aunque sea en serio. Uno de esos hijos adolescentes que mantienen a los padres entretenidos entre llamados de la escuela y desafío permanente a los límites.

Hace unos días B. contó esta historia: “Una amiga estaba en pareja con un hombre que tenía un hijo de 14 años, complicado como el mío. Por eso nuestras conversaciones derivaban siempre hacia lo mismo: mi hijo, su… ¿hijastro?, ¿el hijo de su pareja? Con cada café compartíamos quejas, consejos y anécdotas. Que mi hijo había discutido con tal profesora; que el hijo de su pareja desaparecía sin avisar dónde estaba, nos hacía bien tener con quien conversar sobre el tema. Pero la última vez que nos vimos ella se había separado justamente por cómo el hijo alteraba la vida de pareja. Detrás de sus palabras aparecía todo lo que no se animaba a decir: que para la pareja el hijo estaba antes que ella, que ese chico no era, después de todo, su responsabilidad. Yo me quedé desconcertada. Imaginé que no podía amar tanto a ese hombre si no aceptaba al hijo y que su actitud era, por lo menos, inmadura y superficial. Pero no soy quién para juzgar: cuántas veces yo misma quise tener un descanso de mi propio hijo, unas pequeñas vacaciones de la responsabilidad. Pero es nuestro hijo, mi marido y yo estamos juntos en esto de lograr que él tenga una vida feliz y plena, a ninguno se le ocurriría decir un día: ‘me voy, no puedo más con esto’”.

Pero los padres a veces se van, los matrimonios se rompen, las parejas se alejan, mujeres y hombres forman otras parejas y los hijos quedan haciendo equilibrio sobre una cuerda floja que va de nueva a familia a nueva familia. Entonces surgen los conflictos. Adolescentes que deben tratarse como hijos pero que no son hijos. Padres que esperan ser respetados como padres, pero que no son padres. Y al final siempre llega el grito, el famoso “vos no sos mi mamá/mi papá” que es un llamado de atención y también un pedido de auxilio.

Familias ensambladas

Se ha estudiado y escrito sobre familias ensambladas casi desde todos los ángulos. Pero siempre hay un padre o madre que lo vive por primera vez y necesita saber que no está solo, que lo que le sucede lo viven también otras personas, por eso aquí van sus voces, sus historias.

M. se autodefine madre de crianza de G., una adolescente de 15 años, hija de su actual marido. Esto es lo que cuenta: “Mi experiencia es muy feliz para mí y para mi hija ‘prestada’ como le digo, aunque no fue fácil, con su mamá biológica no nos llevábamos bien al principio, hubo celos y enojos también entre ellas, pero por suerte se pidió intervención psicológica. La clave es la pieza que articula: el papá en este caso, y el hecho de aceptar estos vínculos sin nombre: no sos madrastra, no sos tía, no sos mamá, hay que inventar todo el tiempo porque no hay mucha referencia ni rol establecido. Mi esposo y yo cuidamos a los chicos (de él, nuestros) juntos como adultos a cargo, sin privilegios por biologismos. Estamos cuando tienen fiebre, los acompañamos cuando hay dudas, miedos, berrinches, cómo no tener autoridad, entonces. No se puede esperar siempre que llegue el padre o llame a la madre, toca ejercer el rol y listo, y así éste se va llenando de sentido. El amor crece y hay una fuerza en el vínculo que permite poner límites, decir que no. Hoy en día con G. tenemos una relación no exenta de algunos tironeos pero llena de ganas de encontrarnos, charlar, compartir algunos gustos que fuimos tejiendo juntas. Otra clave para hacer crecer la relación es dar a cada hijo e hija propio y ajeno un tiempo de exclusividad. Cuesta en el vértigo cotidiano pero se puede”.

Mientras M. habla sobre su propia experiencia; D., cuenta la de su esposo cuando tuvo que relacionarse con su hijo, que tenía otro papá: “Una vez, probablemente por el primer reto firme, mi hijo le dijo le dijo ‘vos no sos mi papá’, a lo que él le respondió: ‘Claro que no, soy P. y vivimos juntos’. Nunca más mi hijo repitió esas palabras, ni de adolescente. Unos días después de ese reto mi pareja cumplía años y cuando estaba por soplar las velitas dijo ‘vengan a cantarme el cumpleaños, ¿o a mí nadie me quiere?’ Entonces mi hijo se le acercó y dijo, ‘sí, yo te quiero’”. Años más tarde, en terapia, este hijo pudo hablar sobre la ausencia de su padre y la presencia constante de P., y de cómo una cosa no compensa la otra, aunque ayuda.

Cada familia es una historia, claro, y cada pareja que se rompe y que da lugar a nuevas familias… ya es un lío mayor. Por eso es necesario que los adultos asuman su lugar de adultos y que los adolescentes se sientan contenidos. Lo demás será caminar juntos o, como dice la canción, a la par.

Cada familia es una historia y cada pareja que se rompe y da lugar a nuevas familias… es un lío mayor. Por eso es necesario que los adultos asuman su lugar y que los adolescentes se sientan contenidos.

Datos

Cada familia es una historia y cada pareja que se rompe y da lugar a nuevas familias… es un lío mayor. Por eso es necesario que los adultos asuman su lugar y que los adolescentes se sientan contenidos.

Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios