Crece el antagonismo entre «collas» y «cambas»
por: RAUL BURGOA
RAUL BURGOA
Bolivia comenzó 2005 con un fuerte antagonismo entre el emergente poder económico de Santa Cruz y el agonizante centralismo de La Paz, pugna que halla correlato en la polarización electoral entre los candidatos Evo Morales y Jorge Quiroga a tres días de los comicios nacionales.
Esa sorda disputa entre oriente y occidente –entre «collas» y «cambas» como se conoce en Bolivia a los oriundos de esas regiones– está fuertemente impregnada en la intención de voto.
El indio aymara-quechua Evo Morales asienta su caudal electoral en La Paz y en otras empobrecidas tierras de occidente, mientras el ex presidente Jorge Quiroga tiene amplio piso en Santa Cruz, las ciudades del este y Tarija, cuyo subsuelo alberga gran parte de las ricas reservas de gas.
Estas regiones (Tarija, Beni y Pando), lideradas por Santa Cruz, integran la denominada 'media luna' (casi la mitad de Bolivia) que en enero levantaron la bandera de las autonomías. La propuesta autonomista está frontalmente contrapuesta con la de La Paz y otras regiones como Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba (la otra mitad de Bolivia) que quieren «refundar el país» en una asamblea constituyente.
Las divergencias regionales no terminan ahí: están también latentes –igual que en los programas de Morales y Quiroga– acerca del futuro del gas boliviano (108 billones de metros cúbicos, la segunda reserva más importante de América del Sur).
Todavía más: La Paz, que detenta el poder político desde principios del siglo pasado cuando los liberales se impusieron a los conservadores de Sucre, respalda un modelo económico de crecimiento distinto al que conciben las élites de Santa Cruz basado en una mayor apertura del mercado.
La fuerte pugna entre el «poder económico] de Santa Cruz y el ]poder político» de La Paz está aún irresuelta y, según los analistas, podría exacerbarse el próximo año, luego de ungido el nuevo presidente, el 22 de enero. Las visiones contrapuestas del país hicieron temer en algún momento el peligro de una guerra civil y, peor, la balcanización del país andino.
La marcada polarización que existe entre las postulaciones de Morales (35% de intención de voto) y Quiroga (30%) conlleva toda esa carga de antagonismos que hace prever a la mayoría de los analistas locales un escenario muy convulso en 2006.
El analista Cayetano Llobet tachó de ingenuos a quienes piensan que la fuerte discrepancia regional, que se plasma en los enfoques políticos, encontrará solución con una definición electoral.
En la misma línea el economista Gonzalo Chávez tiene pocas esperanzas acerca de la solución de los males bolivianos vía elecciones y más bien propone un acuerdo nacional que acerque las posiciones. Las expresiones agoreras del jerarca campesino quechua Román Loayza, afín a Morales, a que un eventual gobierno de Quiroga no durará más de seis meses o a que el mismo Morales cuenta con un plazo de 90 días para atender las demandas del pueblo son, en gran medida, una buena lectura de la realidad social y política de Bolivia.(AFP)
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