Crónica del corte más esperado: cuando ir a la peluquería es una odisea

Con la reapertura de los locales, volvió una de las actividades que la gente pedía. Sin embargo, la franja horaria y los protocolos de sanitización complican el proceso de trabajo.

Dentro de las actividades que retornaron a la normalidad esta semana, una de las más requeridas por la gente fue la de las peluquerías y barberías.


Con un espacio de trabajo de 4 horas, tres días a la semana, los salones ya tuvieron su primera semana de vuelta al trabajo, pero tuvo sus particularidades para quienes retomaron la actividad.

“La peluquería y la barbería son algo completamente social. Ahora estás limitado. No podés tocar mucho al cliente, tenés una pantalla de plástico encima… Entonces el primer corte fue una sensación rara, primero de incomodidad y después como de desapego. Perdés la conexión con el cliente, se vuelve todo más frío, más rápido” explica Paulo Hermosilla, del salón Túnel, en Roca.

Algo similar describe la peluquera Roxana Monsalvo: “La sensación fue ante todo de mucha precaución. Estamos muy atentos a que el salón esté bien sanitizado antes que lleguen nuestras clientas, durante el corte y cuando se retiran. Es mucha responsabilidad, teníamos ganas de tener nuestros salones abiertos, pero con todas las precauciones que eso conlleva”.

Una de las primeras situaciones a destacar de esta reactivación gradual es la limitación de horarios. Si bien es mejor que no poder trabajar, sigue siendo insuficiente para quienes viven de este rubro.

Parece una imagen apocalíptica. Los barberos, preparadísimos. (Foto: Gonzalo Maldonado)


“A mi me parece que hacerlo de esta forma, con menos días de trabajo, está bien. Quizás no estoy tan de acuerdo con las cuatro horas, porque si vos trabajás de las 9 de la mañana a las 7 de la tarde, si bien van a ser menos días de trabajo, podés meter más cantidad de gente. La forma en la que se hace hoy está bueno como prueba, pero no podemos solventar todo lo que habíamos invertido ni sostener lo que ya teníamos así”, explica Monsalvo.

Al mismo tiempo, afirma que “siempre hago hincapié en que durante la cuarentena, donde no pudimos trabajar, estamos pensando siempre en la forma de endeudarnos menos. Los tiempos que nos dan no nos alcanzan. Es poco, y más en este rubro, donde no todo es 15 minutos o dos horas. Hay trabajos que demoran mucho tiempo y no se pueden frenar”.

Desde el salón Túnel se mueven en la misma línea. “Fue medio raro como se asesoraron con la franja horaria. En este rubro, trabajar 4 horas 3 veces por semana no alcanza. En esas horas podés dar 4 turnos. A la mayoría no le alcanza ni para el alquiler con lo que recaudás. Lo más productivo hubiera sido que den más horas, y eso serviría también para que nadie se apure. Lleva tiempo limpiar, porque hay que seguir un protocolo para el que no estamos tan capacitados. Yo hubiese dado por lo menos ocho horas, sean o no de corrido, para concientizar y que nos podamos organizar en este tiempo. Sobre todo para no acelerar el proceso de limpieza, que es el más importante, porque el corte no lo podés acelerar”, cuenta Hermosilla.

La protección facial mediante la mascarilla se suma al barbijo doble tela. “Es una sensación incómoda”, explicó el barbero. (Foto: Gonzalo Maldonado)


Una de las primeras dudas que se generaron con la reactivación es la forma de trabajar. El protocolo tiene su complejidad, y aunque sea necesario es también complicado. Por ello, los entrevistados nos explicaron como se lleva adelante una jornada.

“Es bastante estresante, primero hay que tener bien limpio el salón en relación a todas las medidas que nos piden. Tenemos que ser puntuales con el turno. Nuestros trabajos no tienen un tiempo determinado, excepto un corte. A la vez tenemos que estar preocupados de no pasarnos del tiempo que nos dieron para que no nos traiga problemas… O sea que la vuelta al salón fue con muchas cosas que no estábamos acostumbradas”, desliza Roxana.

Por su parte, Paulo hace un recuento de como es un turno normal: “Nosotros damos el turno, que se puede sacar por teléfono o redes, y te mandamos una confirmación con la hora. Eso sirve para que cuando el cliente viene, si lo paran pueda mostrar el número del turno, y al ser en la franja horaria está todo bien. Una vez que llegás acá, antes de cortarse, hay que firmar una declaración jurada que dice que no tuviste síntomas, no tuviste tos, no tuviste contacto con personas que estuvieron en el extranjero… Eso se archiva durante 60 días, porque si vos te contagiás es mucho más rápido sacar la gente que estuvo en contacto en ese lapso de tiempo. Al terminar con un cliente lavamos todo el piso con agua y lavandina, con las proporciones que nos dieron, que las tenemos anotadas a la vista del cliente. Después usamos solución hidroalcohólica con amonio cuaternario. Esa solución la pasamos en sillones, herramientas, máquinas (donde también usamos desinfectante en aerosol). Atrás en el sector de lavado, limpiamos todo delante del cliente y dejamos actuar durante 30 segundos. Lavamos la cabeza, y la toalla está limpia y desinfectada. Una vez que terminamos volvemos a rociar todo, y mandamos la toalla a un cesto. Eso va todo a una bolsa negra que mandamos a lavar por separado después”. Para ser sinceros, un proceso bastante desgastador.

Mover el barbijo según el sector del corte, una de las situaciones que se presentan. (Foto: Gonzalo Maldonado)


Esta situación, según el barbero de Túnel, “es un golpe fuerte en como uno proyecta su economía: tener un lugar lindo y alquilar en el centro no es barato, y esas cosas las siguen cobrando, entonces todo suma. En la mayoría de los casos uno banca con ahorros que tenía guardados”.

De a poco, las peluquerías buscan retomar su ritmo habitual. La vuelta no fue la ideal, pero al menos fue una vuelta.


Preparados, listos, ya… la secuencia previa al corte


El protocolo, a la vista de los clientes. (Foto: Gonzalo Maldonado)
Antes del corte se desinfecta todo. (Foto: Gonzalo Maldonado)
Se usan unas batas especiales. (Foto: Gonzalo Maldonado)
El cliente firma una declaración jurada. (Foto: Gonzalo Maldonado)

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