Cuando la sociedad mira de afuera

Los actuales proyectos para modificar sistemas políticos en la Patagonia norte no son el fruto de la presión social sino más bien “emprolijamientos” de temas. Sin embargo, en la paridad de género, donde la movilización ha sido más fuerte, no hay respuestas.

REFORMA POLITICA Y GENERO

Por María Esperanza Casullo (*)

Las reformas políticas generales no son muy frecuentes. Sólo se realizan muy de tanto en tanto por una razón sencilla: los actores electos políticos que fueron electos bajo un conjunto de reglas de competencia suelen ser reacios a cambiarlas.

Los y las políticos suelen ser conservadores con respecto al juego que juegan: mejor el que conocen, aunque sea imperfecto, ya que con él han podido ganar elecciones. Uno nuevo, aún mejor en teoría, puede ser impredecible. En general, los y las políticos acceden a una reforma sistémica de las reglas si son forzados por la presión social, o si piensan que tal cosa puede favorecerlos.

En el caso de las provincias norpatagónicas, ningunas de las conversaciones o proyectos concretos sobre reforma política se inscriben en una de estas dos situaciones.

No existieron en las últimas décadas eventos que pudieran poner en riesgo la legitimidad de una elección con las denuncias de fraude ni aparecen tampoco grandes poblaciones excluidas cuya lealtad política aparezca como inmediatamente apetecible, así como tampoco hubo grandes movilizaciones de la sociedad civil en estos temas.

Esta situación genera proyectos de reforma en donde la reforma aparece más bien como un proyecto “de arriba hacia abajo” que la respuesta a la presión social. No quiere decir esto que las reformas planteadas no sean positivas, pero sí que los proyectos son más de “emprolijamiento” o actualización de temas puntuales que grandes cambios sistémicos.

Tal cosa vemos en el caso neuquino, en donde la reforma presentada por el partido de gobierno avanza en algunos temas puntuales que aparecían como problemáticos (por ejemplo, en garantizar un mayor control del financiamiento partidario, que la legislación neuquina anterior regulaba laxamente) pero no se recorta una transformación radical. Asimismo, aparecen reformas que tienen que ver más que con factores exógenos (como el voto electrónico, asociado a una fuerte militancia del gobierno nacional por el tema) que a demandas. Y, conversamente, las contrapropuestas de los partidos opositores también responden a prioridades que surgen “desde adentro” del sistema de partido provincial antes que de la sociedad movilizada en su conjunto, como el pedido de PASO obligatorias. Otra vez, tal cosa no es necesariamente mala (es importante que un sistema político responda a las preferencias partidarias) pero acota la radicalidad de las reformas.

El único tema que se ha politizado por fuera del menú de cambios presentado de antemano es la demanda de legislación sobre paridad de género. No sólo en la Patagonia sino en todo el país, representantes electas y activistas de género se han movilizado con un espíritu multipartidista para hacer lobby para que se eleve el cupo femenino al 50% de los cargos, tanto en la futura ley de reforma política nacional como en diferentes provincias (el caso más resonante ha sido la de Buenos Aires)

Llama la atención, sin embargo, que a pesar de la paridad de género sea el único tema en donde aparece una cierta presión de la sociedad civil, el gobierno del MPN se haya negado a discutir la efectiva paridad de género. (El proyecto contempla un “cupo joven”, pero como esos cargos no tienen obligación de estar en lugares expectantes su cumplimiento efectivo será muy dificultoso.) No sólo eso, sino que el gobernador Omar Gutiérrez planteó … ¡la eliminación del cupo femenino del 30%! En todo caso, se refuerza la imagen de una reforma desde adentro hacia afuera, y desde arriba hacia abajo, con la sociedad mirando desde afuera.

(*) Politóloga, Universidad de Río Negro

El caso de Neuquén

A pesar de que la paridad de género es el único tema en el que hay cierta presión de la sociedad civil, el MPN se ha negado a discutirlo. El gobernador Gutiérrez planteó incluso la eliminación del cupo femenino del 30%.


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