Cuidado regreso a clases

Han transcurrido 10 meses desde la reflexión presidencial en el inicio de la pandemia “Si hay algo que no me urge es el inicio de clases” hasta la expresada días atrás: “El dictado de clases es un aspecto prioritario. Hemos decidido que vuelvan, con cuidados”.


Para cuando el Gobierno central accedió a la más reciente conclusión ya se habían abierto en el país playas y casinos, bares y gimnasios, pero no escuelas.


Durante todos estos meses, la educación presencial no apareció en el radar de las determinaciones oficiales y algunas jurisdicciones que las impulsaban fueron atacadas o, cuanto menos, desalentadas.


En contraste, sociólogos, pedagogos y pediatras ya nos venían advirtiendo sobre los altos costos sociales y consecuencias nocivas de las aulas cerradas.
Las evidencias son palmarias: acentuación de la brecha educativa, aumento del déficit de aprendizaje, riesgo de pérdida de habilidades adquiridas y serio impacto en la salud psíquica y física de los chicos. Se sabe que la escuela no solo es el lugar que mejor garantiza el derecho a la educación, sino también otros derechos de niños, niñas y adolescentes, como espacio socializador, receptor de denuncias de violencia familiar o contenedor de necesidades nutricionales.


Por si fuera poco, la última estadística dio un dramático argumento a la urgencia del regreso a clases: cerca de un millón y medio de chicos abandonaron la escuela durante la pandemia.


En la región, la desconexión tuvo cifras igualmente elocuentes: 23.000 en Río Negro y 22.500 en Neuquén.


Organismos internacionales fueron enfáticos al señalar que cerrar escuelas en cuarentena “debería ser un último recurso”. Estudios de Unesco y Unicef abonaron la tesis de que la educación presencial no era motor principal de infecciones. La Sociedad Argentina de Pediatría bregó por “la imprescindible vuelta a clases en forma segura y planificada”.


De eso se trata: de garantizar planificación y seguridad dentro del aula.
En todos estos meses de escuelas cerradas, ¿cuánto se ha hecho ya al respecto?


Diez meses parece tiempo suficiente para haber extraído los mejores aprendizajes de países que adoptaron las formas presencial, escalonada o combinada, aun frente a contagios crecientes.


Hacen bien los gremialistas en insistir en protocolos y recursos que den potentes garantías de que no habrá riesgo de salud para los trabajadores de la educación y para los estudiantes dentro de los establecimientos. Merecen ser escuchados y atendidos con el mayor empeño y rigurosidad por los gobiernos (también hacerlos copartícipes de las acciones), para evitar que un sector de la sociedad les atribuya el mero afán de boicotear el regreso presencial.


Pero el acondicionamiento no puede ser asumido con el desdén de las épocas “normales”, cuando el ciclo lectivo se iniciaba con escuelas fuera de condiciones edilicias y escasas en recursos.


Pero el acondicionamiento no puede ser asumido con el desdén de las épocas “normales”, cuando el ciclo lectivo se iniciaba con escuelas fuera de condiciones edilicias y escasas en recursos.



En los actuales momentos de contagios en alza se requieren estrategias claras y protocolos de cumplimiento verificado, que incluyan:personal docente y de limpieza capacitado en profilaxis, comunicación ágil y eficiente, desinfecciones frecuentes, recursos de higiene en calidad y cantidad suficientes, aireación garantizada, capacidad y disposición de alumnos rediagramadas, horarios presenciales reducidos y previsión de un transporte seguro. Si fuera también necesario: semáforos epidemiológicos, aulas-enfermería y obras de infraestructura especiales.


Hubo 10 meses para hacerlo; queda poco más de un mes.
Manos a la obra entonces. Urgencia y compromiso para una educación cara a cara que ingrese a la agenda como prioridad en lo pedagógico y lo sanitario. Lo primero con el desafío de conservar aciertos de la virtualidad en la labor colaborativa entre escuela, familia y comunidad (cuando se pudo lograr). Y al mismo tiempo vinculando lineamientos formativos con los del cuidado de la salud. Pero antes asegurando estos últimos dentro del establecimiento.


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