Culpar a los demás

Culpabilizar a los demás por dificultades propias es una de nuestras características. Siempre la culpa es de otros.

Según el gobierno de turno, las cosas están mal porque el gobierno precedente se equivocó en todo. Si el virus invade el conurbano es porque muchos de sus habitantes trabajan en la CABA, se contagian allí y regresan enfermando a su familia. Si el dinero no alcanza para los gastos familiares, se debe exclusivamente a que los políticos, todos ellos incompetentes, saquean el tesoro público en forma descarada. Los alumnos, si tienen malas calificaciones, evitarán admitir que el estudio no es su fuerte y se despacharán con que el docente les tiene ojeriza, no sabe explicar o es arbitrario. Nadie admite responsabilidades personales.

Atribuir la culpa a otro es muy cómodo porque es una forma de sacarse de encima la responsabilidad y disfrutar de cierto alivio moral personal, pero es también aceptar que uno es una marioneta cuyos hilos están fuera de su control.

El funcionario serio y competente no pierde el tiempo en permanentes lamentaciones, sino que desde el inicio se pone a trabajar calladamente para solucionar lo que otros no hicieron bien. Lo contrario es adelantar el propio fracaso.

Las recriminaciones continuas no existen en los países serios. Las cosas objetables de los gobiernos precedentes deben confiarse a la Justicia porque no es honesto usar el micrófono para descalificar y hacer acusaciones que no se concretan en presentaciones fundadas ante la Justicia.

Humberto Guglielmin

DNI 10.401.180

Bahía Blanca


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