Leonardo Padura: “Cuba se parece más al purgatorio que al paraíso o el infierno”

El reconocido escritor Leonardo Padura le dijo a “Río Negro” que en Cuba es “un poco invisible”, pero no piensa en irse. Habló sobre literatura, su país y Donald Trump.

Padura con “Río Negro”: “Cuba se parece más al purgatorio que al paraíso o el infierno”

Leonardo Padura (La Habana, 1955) es el escritor cubano más exitoso de las últimas décadas. Su nombre, incluso, viene sonando entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura. Es crítico del gobierno de su país pero, a diferencia de muchos de sus compatriotas, elige seguir viviendo en Mantilla, donde nació y creció.

“Estar fuera de mi casa mucho tiempo es una condena”, le dijo a “Río Negro” en Cartagena, en una entrevista en el marco del Hay Festival, donde fue uno de los invitados estelares.

De todos modos, goza del afecto de sus lectores. “He sido como un descubrimiento. Es una relación de cariño, comprensión, cercanía, admiración y respeto. Me sorprenden y me satisfacen mucho cosas como las que han pasado hoy aquí, que he tenido que estar más de una hora firmando libros. Termino con dolor en el brazo y ya no sabía qué poner en los libros. Pero lo siento como una responsabilidad hacia unos lectores que me están dando un soporte que de verdad agradezco profundamente”, comentó Padura en una charla con “Río Negro” en la que se refirió a Mario Conde, a la vida en Cuba y al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, entre otros temas.

P- Hace un tiempo dijiste que con Mario Conde querías romper una tradición del policial cubano, ¿a qué te referías?

R- La primera característica (del policial cubano) era que estaba muy mal escrito y yo dije que una novela policíaca se podía escribir bien, que puede ser literatura. La otra era que los personajes eran absolutamente increíbles y yo hice personajes que trataran de ser lo más cercanos posible a la realidad. El escritor mexicano Paco Ignacio Taibo dice que mi gran aporte al realismo de la novela policíaca cubana es que por primera vez un personaje meaba y eso demostraba que era una persona viva.

P- En diciembre se estrenó “Cuatro estaciones en La Habana”, una miniserie basada en su tetralogía. ¿Qué tan parecido ve al Mario Conde de la pantalla respecto al que usted creó?

R- Se trata de un personaje que yo nunca describo. Describo a todos los otros personajes menos a él. Entonces, cada lector tenía un Mario Conde en la cabeza y (el actor) Jorge Perugorría hizo un Mario Conde posible. Pienso que captó el espíritu del personaje, la manera de entender y sentir la vida, y lo hizo en una interpretación que creo que es una de las mejores de su carrera. De los guiones no puedo hablar porque los escribimos entre mi mujer y yo, no puedo hacer críticas (risas). Estoy muy satisfecho con el trabajo de la actuación y la dirección, y también con que la serie haya sido distribuida por una plataforma tan potente como Netflix.

P- ¿Te causa problemas ser crítico sobre Cuba?

R- No grandes problemas. Yo vivo en Cuba, escribo en Cuba, tengo los reconocimientos más importantes, soy premio Nacional de Literatura, soy el autor que más veces ha ganado el premio de la crítica… Mis libros en Cuba se publican poco en cantidad, con algunas dificultades de carácter económico porque muchas veces no hay papel. Llego a Colombia u otro lado y todo el mundo me entrevista. En Cuba soy un poco invisible, casi nadie me entrevista, pero bueno, son los precios que uno paga por tener una posición ante la vida.

P- ¿Por qué creés que no tenés mayores problemas?

R- Creo que son los mitos por lo que se habla. En Cuba hay un grupo de escritores y artistas que tenemos posiciones críticas con respecto a determinados elementos de la realidad cubana. Yo no soy para nada un disidente. Nunca he pertenecido a ningún partido político. Fundamentalmente lo que hago es mantener una postura cívica con mi trabajo como escritor y periodista. Cuba es un país muy raro en varios sentidos. Nadie se ha muerto de hambre pero nadie ha comido lo suficiente, ni lo que ha querido comer.

P- ¿Cómo fue la decisión de quedarte en Cuba cuando parte de tu familia se fue?

R- Sí, mi hermano menor y parte de mi familia paterna y materna se fueron. Quedarme fue una decisión absolutamente consciente, libremente adoptada. Pude haberme quedado hace muchos años en España, tengo la ciudadanía, y en Estados Unidos también me acogían como cubano. Pero yo necesito a Cuba para escribir. Fue una decisión de una pertenencia y, sobre todo, de una responsabilidad civil que tengo con mi literatura y con mis lectores. Tengo que escribir en mi casa, por las mañanas, de siete y media a una de la tarde. Ahí están las condiciones primarias para poder concentrarme. Cuando estoy en Cuba escribo todos los días, de lunes a domingo, porque luego una parte del tiempo la dedico a la promoción de los libros. Viajo con bastante frecuencia, más de la que debería.

P- ¿Qué te gusta hacer cuando salís de Cuba?

R- Ir al supermercado es una obligación, para conseguir las cosas que no se consiguen en mi país. Cuando voy a Miami, Madrid, Barcelona o París, lo que más me gusta es ver a mis amigos que viven dispersos por el mundo. Para mí la amistad es fundamental y la cuido más en la medida que mi carrera va teniendo notoriedad. Lo único que me dolería mucho es que alguno de mis viejos amigos pensara que no lo voy a ver porque ahora soy famoso. Para ellos quiero seguir siendo el mismo que sin camisa jugaba pelota en el barrio con ellos. Es complicado manejar la fama en el sentido de que a veces lo que más yo quiero hacer es escribir y tengo que dedicar un tiempo a los resultados de la fama, como la promoción o los periodistas.

P- ¿Cuáles son los principales mitos y verdades sobre Cuba?

R- Uhh, es una pregunta muy complicada para decirla de pronto. Creo que hay dos grandes mitos: uno de una posición de izquierda acrítica que ve en Cuba un paraíso y otro de una derecha recalcitrante que ve en Cuba el infierno. En el medio hay una realidad muy compleja, con muchas contradicciones, cosas buenas y cosas que deben cambiar. Al final, creo que nos parecemos un poco más al purgatorio que al paraíso o al infierno. Pero sí, hay cubanos que quieren salir corriendo, eso es cierto. Hay cubanos que viven en Cuba porque viven en Cuba, sencillamente dejan pasar su vida. Otros, como yo, lo hemos adoptado como una decisión personal. Los clichés tienen una parte de verdad pero a veces exageran esa verdad.

P- ¿Cuál es la situación actual de Cuba?

R- Es un momento complicado de su evolución, hay un problema económico principalmente. La trama social no es tan homogénea como era hace veinte o treinta años. Hay personas más pobres y otras que se han ido enriqueciendo. No son grandes fortunas pero bueno, tienen niveles de vida más altos. Pero la diferencia entre ricos y pobres de Cuba no tiene nada que ver con la que existe en otros países de América Latina, donde realmente son diferencias sencillamente groseras. En general, creo que mi generación ha sufrido muchísimas pérdidas de ilusiones, esperanzas o posibilidades de realización, pero también tuvimos muchas cosas. Por ejemplo, mi mujer, Lucía, creció sola con su mamá, que era una simple costurera y nunca hubiera podido pagar la universidad. Sin embargo, ella estudió normalmente, igual que cualquier persona. En el barrio mío todos mis amigos pudieron hacerlo: uno es geógrafo, otro matemático, otro médico, otro economista. Los que no estudiaron fue porque su cerebro no les dio, pero tuvieron la posibilidad.

P- ¿Cómo ves el panorama con Trump en Estados Unidos?

R- Eso es un signo de interrogación. Lo único predecible de Trump es que es impredecible. Ojalá que no haya un retroceso en lo que se ha conseguido hasta ahora en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Volver a un momento de hostilidad crearía una tensión que ha sido desgastante. Por ejemplo, el levantamiento del embargo facilitaría mucho no solamente las cosas del gobierno cubano sino de la población cubana, que es la que más sufre cuando hay restricciones. Luego, dentro de Estados Unidos creo que van a pasar dos cosas: van a aparecer movimientos fundamentalistas y movimientos civiles muy conscientes de que no pueden permitir el fundamentalismo en un país tan importante económicamente. Va a haber una gran batalla interna que va a ser muy interesante en los próximos años. Creo que se va a vivir algo parecido a lo que se vivió en los años 60.

Sus novelas son de un estilo visual y atraen al mundo del cine. “La novela de mi vida” fue llevada a la gran pantalla como “Regreso a Ítaca”.

archivo

Leonardo Padura

¿Quién es?

Leonardo Padura (La Habana, 1955) recién había pasado los 40 años cuando una sorpresiva llamada catapultó su vida literaria al escenario internacional. Aunque “Pasado perfecto” y “Vientos de cuaresma” –dos de sus novelas más importantes– ya habían sido publicadas, el escritor vivía con cierta incertidumbre el devenir de su carrera, iniciada en 1980 como periodista. Hasta que en 1996 escuchó en el teléfono la voz de Beatriz de Moura, editora de Tusquets, que le propuso un contrato por “Máscaras”, la tercera integrante de la saga policial que luego se completaría con “Paisaje de otoño”. Se trata de la tetralogía “Las cuatro estaciones”, que fue la llave que le abrió las puertas al reconocimiento fuera de Cuba, con el detective Mario Conde como protagonista y la cotidianidad de su país como telón de fondo.

Desde entonces, el asenso del escritor fue vertiginoso, con una producción que incluyó las celebradas “La novela de mi vida” y “El hombre que amaba a los perros”. La mayor distinción –hasta ahora– llegó en el 2015, cuando recibió el premio Princesa de Asturias de las Letras por una obra que exhibe “una soberbia aventura del diálogo y la libertad”, señaló entonces el jurado.

“Eso ya me dio susto. Dije: ‘Esto se está poniendo serio’. Estaba sentado al lado del premio de las Artes, que era un tal Francis Ford Coppola”, dijo Padura entre risas en una entrevista con “Río Negro”.


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