Murió el gran escultor estadounidense Richard Serra, el minimalista monumental

El reconocido arttista, famoso por sus obras monumentales creadas con placas de acero oxidada, murió el martes a los 85 años. Deja una historia y unas obras únicas.

El escultor estadounidense Richard Serra, figura mayor del arte contemporáneo con sus obras monumentales creadas con placas de acero oxidadas, falleció este martes a la edad de 85 años, reportaron medios estadounidenses. Serra murió de neumonía el martes en su casa de Long Island, estado de Nueva York, dijo su abogado, John Silberman, al diario The New York Times.

Sus piezas sorprendentemente grandes están expuestas por todo el mundo, desde los más importantes museos de París hasta el desierto de Catar, y en ocasiones sus enormes y redondeadas obras de aspecto minimalista han causado controversia por su naturaleza imponente.

Nacido en la ciudad de San Francisco en 1939, de madre de origen judía rusa y de padre español, Serra obtuvo una beca en París para después instalarse desde los años 1960 en un Nueva York en plena ebullición artística.  Al final de esa década publicó un manifiesto seguido de su obra fundadora «One ton prop (House of cards)», cuatro placas cuadradas de plomo de 122 cm que se mantienen en equilibrio con su propio peso, como un castillo de naipes.

Pasó entonces a las grandes placas de acero de color marrón anaranjado, expuestas en Nueva York, Washington, Bilbao y París.

Serra diseñaba esculturas específicamente para los espacios que iban a ocupar, y decía que le interesaba estudiar la interacción de sus obras con el entorno. En 2014, incluso plantó tres torres oscuras en la arena de Catar, tan lejos que se necesita un vehículo 4×4 y un mapa para llegar al sitio, a 70 km de Doha, la capital. «Cuando se observan mis obras, no se recuerda un objeto. Queda una experiencia, un pasaje. Experimentar una de mis piezas es sentir una noción del tiempo, del lugar y reaccionar a ello. No es acordarse de un objeto porque no hay un objeto a retener», explicaba en 2004.

Antes, en 2008, instaló en la nave del Grand Palais de París unas gigantescas placas angulosas con una inclinación inquietante en su exposición «Monumenta». En el museo Guggenheim de Bilbao, en el norte de España, ocho enormes obras curvadas y en espirales envuelven a los visitantes.


El origen de lo monumental

Mandíbula imponente y mirada de acero, Richard Serra atribuía su fascinación por los conceptos de peso y equilibrio a uno de sus primeros recuerdos, que se convirtió en un «sueño recurrente». Tenía cuatro años y asistía a la salida de un acorazado de los astilleros donde trabajaba su padre. Con la mirada del niño, la enorme nave encallada en tierra, parecida a un «rascacielos tumbado», se convierte en «una estructura libre, flotando a la deriva».

«Mi intimidación y mi asombro vinculados a ese momento jamás desaparecieron», contaba el escultor nacido el 2 de noviembre de 1939.
Después de estudiar literatura inglesa en la Universidad de California, Serra entró en Yale para cursar artes plásticas.
Gracias a una beca marchó a París, donde se dejaba caer casi a diario por el taller del escultor rumano Constantin Brancusi en el Museo Nacional de Arte Moderno. El entonces aspirante a pintor decidió entonces centrarse en la escultura.


En España quedó rendido ante «Las meninas» de Velázquez, en el que un juego de espejos hacen que el espectador se vuelva parte integrante de la composición. «Lo contemplé un buen rato antes de darme cuenta que era una extensión del lienzo. Eso fue una revelación», explicaba.


Los jardines zen que descubrió durante un viaje a Japón también supusieron una gran influencia en su obra. «Deambular y observar fueron para mí gestos fundadores», admitía.


Vértigo e inseguridad



A finales de los 1960 se instaló en un Nueva York en plena ebullición artística. Para sobrevivir montó una empresa de limpieza de muebles en la que emplea como asistente al compositor Philip Glass.

En 1967-1968, publicó como manifiesto una lista de 84 verbos («envolver», «apoyar», «cortar», «plegar»…) y 24 elementos de contexto («gravedad», «entropía», «naturaleza»…) que recoge todos los procesos a su disposición para realizar una obra.

Para sus primeros trabajos empleó el caucho, la fibra de cristal, el látex y el neón, para luego proyectar plomo fundido entre muros y suelos como en «Splash» (1968-1970).

A finales de los años 1960 realizó una obra que fundaría su estilo, «One ton prop (House of cards»: cuatro placas cuadradas de plomo de 122 cm por lado mantenidas en equilibrio gracias a su propio peso, como si fuera un castillo de cartas.


A partir de la siguiente década, Serra priorizó las instalaciones al aire libre y el acero Corten. La elección de este material no es arbitraria
. Conocía perfectamente sus características y su potencial después de haber trabajado en una acería todos los veranos desde los 16 años.

Los juegos de equilibrio, el peso del acero y la altura de las placas crean en el espectador un sentimiento de inseguridad, de pequeñez, de vértigo.

Es una experiencia desestabilizadora, incluso molesta.

En 1981, su obra «Tilted arc», una gigantesca placa de metal de 3,6 metros de alto y 36,6 metros de largo instalada en la plaza Federal de Nueva York molestaba tanto a los viandantes que tuvo que ser desmontado ocho años después tras una larga batalla judicial.


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