«Te quiero desde el mar hasta el cielo»: un conmovedor cortometraje patagónico para cuidar el planeta
Ana y su pequeña hija Ginebra son las protagonistas de un documental que revela el fondo del mar y la costa del Mar Argentino desde Santa Cruz. Producido por una ONG, busca llegar al corazón de las infancias.
«Cada estrella es como una chispa del tiempo. Algunas están tan tan lejos que la luz que vemos hoy salió cuando vos todavía no habías nacido«. Con estas palabras, Ana toma de la mano a su hija de cinco años, Ginebra; y la invita a escuchar un cuento bajo el cielo estrellado, para ser amigas del sol, la Luna y el mar.
Con esa tierna imagen, empieza el corto documental “Te quiero desde el mar hasta el cielo”, una carta de amor para el planeta Tierra. Es una historia que en 10 minutos conmueve para valorar lo invisible, lo pequeño e indispensable y recuerda que cuidar el mundo es una forma de querernos a nosotros mismos.
Desde la ternura, mamá e hija miran la inmensidad del firmamento antes de dormir y empiezan un viaje imaginario desde la Luna que guía las mareas, hasta el fondo del mar con sus bosques sumergidos que nos regalan oxígeno. La voz de la nena santacruceña dice lo que en el día a día muchos olvidan.
La pieza audiovisual es una producción de la Fundación “Por el Mar” estrenada el 5 de noviembre y disponible en su canal de Youtube. Si bien está destinada a las infancias, no discrimina edades ya que en cada segundo enseña algo nuevo, mágico, insta a la reflexión.
Las actrices son Ana Fernández (28) y su pequeña Ginebra Fernández (5), nacida en Río Gallegos. Ana es oriunda de Resistencia, Chaco; pero vive desde los diez años en Santa Cruz y es referente de la fundación hace tres años.

“Desde adolescente estuve muy vinculada a actividades socioculturales, varios movimientos que tenían que ver con la música, con el arte. Después vino el activismo”, cuenta a Diario RÍO NEGRO. Ella buscaba fomentar la cultura outdoor, que la gente se conecte con la naturaleza, el aire libre a pesar del clima patagónico que puede ser hostil. De la misma manera crió a su hija: entre acampadas, salidas y vacaciones en el mar y caminatas.
El guión es de Romina Celeste Miguez, parte del equipo de la ONG quien se inspiró en la madre y su niña. Es que a su corta edad, Ginebra aprendió mucho sobre el ecosistema porque creció acompañando a su mamá y muy cerca del mar. “Ella puede contarle a las personas de qué se tratan las macroalgas, por qué son importantes, qué especies viven ahí”, enfatiza Ana.
“Desde que comencé en la fundación, ella siempre estuvo ahí, acompañando charlas y actividades. Todos la conocen, todos la vieron crecer en este entorno”, comenta. Ese binomio madre e hija inspiró al documental y ellas se animaron a ser protagonistas, desde el cuerpo y la voz.
“Yo creo que los niños tienen facilidad para descubrir en lo pequeño algo gigante. La naturaleza es el escenario perfecto para que desarrollen su imaginación y su sensibilidad. Cuando estamos en la naturaleza, los adultos también nos volvemos un poco más niños”, dice Ana.
La producción de la pieza audiovisual llevó varios meses. El corto contiene impactantes imágenes australes tomadas en Punta Loyola, Parque Nacional Monte León, Isla Pingüino, Puerto Deseado y Península Mitre en la Provincia de Santa Cruz.
La forma y el contenido fueron pensados para potenciar el producto, con sello patagónico. La narración tierna y el tono poético emocionan, mientras que los paisajes del sur -en la fotografía del corto- se funden en un lenguaje universal. El viaje simbólico entre la luna y el fondo del mar representa la conexión que existe en la naturaleza donde todo está relacionado entre sí.

Desde «Por el Mar» trabajan en el cuidado ambiental especialmente sobre las especies y ecosistemas en peligro, pero no desde el miedo sino desde la acción, con propuestas y con posibles soluciones. “Las problemáticas ya las conocemos, ahora lo importante es qué hacemos con eso”, plantea la protagonista.
El mensaje del cortometraje: de la Patagonia al mundo
Romina Celeste Miguez, directora de Comunicación de Por el Mar, habla sobre los objetivos: “Con el corto documental quisimos acercar a los más chicos a un universo submarino fascinante: el de los bosques de macroalgas, sus habitantes, las posibles amenazas que enfrentan y todo lo que podemos hacer para proteger este valioso ecosistema”.
“A través de un relato inmersivo, buscamos despertar la curiosidad, el asombro y el sentido de responsabilidad hacia el mar y la vida que lo habita”.
Romina Celeste Miguez, directora de Comunicación de Por el Mar.
“Para nosotros es fundamental combinar la emoción con el aprendizaje ambiental porque creemos que sembrar amor y conocimiento desde la infancia es el primer paso para construir una relación más profunda, empática y respetuosa con la naturaleza”, cierra Romina.
El proceso de grabar con una actriz pequeña
“Primero, ¿qué hicimos? Practicamos el guión. Lo leímos varias veces por la noche. Y luego era grabar al estudio”, cuentan sobre el proceso.
“Me sabía más las partes de mamá y mamá más las mías porque yo no me acordaba de las mías”, dice Ginebra de cinco años. Pero poco a poco, por repetición y lectura, salió. Luego de muchos intentos. Fueron cinco veces al estudio e inclusive una sexta, por un error.
Cuando llegó la primavera, viajaron a Punta Loyola a filmar unas imágenes de ellas dos. “Pasamos un poquito de frío, nos agarró la noche para hacer unas fotografías nocturnas, pero nos reímos bastante”, cuenta la madre. “Me congelaba y me entraban piedras en mis botitas”, agrega la nena.
“Hoy disfrutamos de compartirlo y ver las reacciones del resto de las personas cuando puedan conectar con lo que estamos tratando de comunicar”, cerró Ana. Aprendimos a desarrollar la paciencia. “Nos enseñó un poquito que las cosas buenas cuestan”, asegura.
Antes de irse a dormir, todas las noches la frase mágica es: “Te quiero desde el mar hasta el cielo”, imprescindible para descansar en casa.
"Cada estrella es como una chispa del tiempo. Algunas están tan tan lejos que la luz que vemos hoy salió cuando vos todavía no habías nacido". Con estas palabras, Ana toma de la mano a su hija de cinco años, Ginebra; y la invita a escuchar un cuento bajo el cielo estrellado, para ser amigas del sol, la Luna y el mar.
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